Partiendo de la base que las acciones son parte de una empresa y que las empresas no se pueden deshacer en dos días, debería ser evidente que hay que manejar la renta variable con plazos mayores que días y que puede darse el caso que cuando uno pretenda vender no lo pueda hacer a precios parecidos a los actuales.
Pero este riesgo, aunque en las compañías menores sea más evidente y pueda tener mayor efecto, también existe en las otras. Es inherente a la propia renta variable.
Ha habido varios episodios bursátiles donde acciones gordas han abierto con caídas de más del 20%. Así que pensar que uno puede deshacer cualquier posición al precio actual de forma fácil, por mucho que sea normalmente cierto, no lo es siempre. Quien insiste en la posible iliquidez de los demás y se olvida la propia, es probable que tenga más de un susto gordo, tarde o temprano.