El iphone va destinado al gran público, no necesariamente de alto poder adquisitivo. El móvil se ha convertido en el aparato electrónico por excelencia que adquiere el cliente, antes era el ordenador portátil, ahora esa función la cumple el móvil, porque es más versátil y además más fácil de usar.
En esa facilidad de uso se basa la política de experiencia del usuario de Apple. Su intuitiva interface hace que el usuario común, aquel que no tiene conocimientos previos de electrónica pueda adaptarse perféctamente al uso del dispositivo. Además el efectivo software hace que la respuesta sea rápida y su sistema cerrado hace que sea bastante seguro.
En cambio, para un usuario avanzado, que le guste "trastear", un dispositivo de la manzana no es el mejor aliado ya que esas fortalezas que tiene el sistema cerrado hacen que sea difícil y muchas veces imposible (todo es posible, pero entendámonos) su manipulación. Por esta razón muchos usuarios quizá estén más cómodos con un dispositivo con android y es aquí donde Samsung tiene sus fortalezas.
Realmente cada uno tiene su público y donde se centra la batalla es en aquellos clientes que ni son absolutos desconocedores de la tecnología ni son avezados usuarios, lo que ocurre es que esa clientela potencial que está en la intersección de ambos diagramas es amplísima y de ahí la lucha encarnizada que mantienen las empresas.
Ambos son terminales óptimos, tan sólo detalles particulares de cada cliente decantaría la balanza hacia uno o hacia otro. Habrá clientes en los que el precio sea una característica determinante, en otro este será un factor sin importancia y sí la tendrá la seguridad, en otros el diseño...en definitiva habrá tantas opiniones como personas.