Dicen de una vieja que rezaba por la salud de un dictador. Era la mar de extaño, pues el dictador realizaba un pésimo gobierno de su pais, no causando mas que miseria entre sus conciudadanos. La vieja incluso pagaba misas a la Iglesia por la salud del dictador, siendo tan celebre su comportamiento que llegó a oidos del dictador. Un dia que el dictador pasaba por la ciudad en que vivia la vieja quiso acercarse a saludarla y agradecerle sus plegarias. Ya junto a la vieja, le expresó su mas profundo agradecimiento por la preocupación que, durante años, habia demostrado por su salud y, extrañado, le preguntó porque lo hacia, pues sabia que ese no era el sentimiento que generaba entre la población. La vieja le explicó:
- Mire, señor, resulta que mis plegarias siempre son escuchadas por El Altisimo, y cada vez que tuvimos un dictador y rogé por su muerte, murio rápidamente, pero el que le sucedió fue peor, así que ahora ruego por la salud y larga vida de usted.