¡Buenos y felices días, compañero!
Sabes que no soy precisamente de adulaciones gratuitas, más bien todo lo contrario; suelo mostrarme parca en calificativos referentes a mis interlocutores, porque procuro no olvidar que hablo con desconocidos y la experiencia por estos lares virtuales me ha enseñado a escribir con discreción y no a discreción.
Comprendo que un país triste, apagado, desesperanzado tienda a un estado catatónico, en el que en ocasiones se muestre iracundo y en otras, sencillamente indiferente. Esto suele acontecer cuando se asocian bajo nivel cultural y fanatismo ideológico. Es una mezcla explosiva que termina por destrozar valores morales e incluso éticos. Lo hemos sufrido muchos con las estafas bancarias, las corruptelas políticas y el faltar al compromiso electoral, entre otros.
Lo que mi humilde entendimiento no alcanza tanto a comprender es que la sinrazón y la cerrazón, el no querer escuchar a los demás, nos estén llevando al caos, paulatinamente.
Siempre ha funcionado igual y parecen no darse cuenta, la primera etapa es la seducción, ofrecer como elemental, lo que siempre has soñado y anhelado, una igualdad que jamás se llega a producir porque es imposible por definición; aportar o prometer hacerlo, que esa es otra, una remuneración mínima pero segura, por el mero hecho de existir, ya que en este sistema se pueden exigir los derechos que la utopía nos brinde y finalmente, una socialización hasta del aire que respiramos... ¡De todo!
Una vez instalada y aceptada la primera, comienza la segunda etapa. Ir probando distintos tipos de tentativas contra la libertad. Casualidad o no, la primera fase suele ser la religiosa. A ver si podemos anular la Semana Santa y como cuele, a por la segunda fase, la tercera, la cuarta... Hasta conseguir la disminución de la voluntad que domine sobre los instintos más primarios, anulando la personalidad particular y aprehendiendo la mentalidad del líder.
Es, bajo mi punto de vista, la más peligrosa de las dictaduras, la del pensamiento. Se nos presenta como un juego democrático de libertades y termina anulando estas, para apoyar todo aquéllo que las limite.
¿Qué se le ha estado proponiendo al pueblo como concepto de libertad? Hacer lo que le diera la gana, pisoteando los derechos y libertades del vecino: Recuerdo los tiempos en los que no existía el botellón. Se incitó a beber, a fumar cualquier porquería, con la excusa de que no era tan malo como nos lo había dibujado el antiguo régimen. Posteriormente, se les fue de las manos, no pudieron con este movimiento alcohólico desenfrenado y tuvieron que sacarlos literalmente de las ciudades, habilitando recintos controlados para emborracharse hasta el vómito. Luego les molestará el concepto de manada borreguil.
Es solo un ejemplo, habría mil. In taberna quando sumus, non curamos quid sit humus. (Como bien sabrás, de los Cantos Goliardos)
Cuando vendían que el ser productivo y competitivo era imprescindible no erraban, quizá solo se equivocaron de contexto y ahora resulta que los verdaderamente bien preparados, huyen fuera. ¿Les extraña?
Mientras tanto se olvidaron, negligentemente o con toda su mala intención, -me inclino por esta segunda opción-, de alimentar al espíritu, y no me refiero solamente a teoría moral de la vida, ya leer era cansado y muy caro; en contraposición, la caja tonta era fácil y barata; pensar y reflexionar aburrido, desde niños los vídeojuegos fueron sustituyendo a la caja de cartón que nos abrió a muchos todo un mundo de imaginación y apertura inteligente al raciocinio, y por último, exponer tus conclusiones, se fue tornando, cuando menos, en conflictivo.
Aquellos barros, amigo, nos llevan a estos lodos. Pero al hipopótamo le gusta embarrarse. Lo hace con fruición, con impudor y con pericia, aplastando todo a su paso. Todo con tal de poder equiparse -en el socializado Omnis- a quien con mucho trabajo y sacrificio, y con mucho tiempo, casi siempre, generacionalmente, ha llegado a poder disfrutar de un intelecto cuyos frutos superan la común mediocridad en las más diversas áreas.
Así nos luce el pelo.
Concluyo, sé que soy políticamente "incorrecta", incorrección medida con los parámetros que se disfrazaron de modernos para tener un arma de desprestigio oficial a quien piensa distinto; sé que no comulgo con la falsa diplomacia, porque si tengo que criticar a quien defiende teóricamente mis ideas, pero no las mantiene, lo hago con dureza tal, que hasta se ha llegado a interpretar como interesado chaqueteo, nada más lejos de mi realidad; simple y llanamente me gusta ser objetiva e imparcial, algo por lo visto, carente en la otra orilla... y por último, para no aburrir con mis disquisiciones mentales, añadir que no busco el aplauso fácil, ya que me aburre soberanamente, tanto el aplauso, quien lo hace y el mero hecho de que sea fácil. Me crezco ante las dificultades. Inlitteratum plausum non desidero.
(Dicen que es de Fedro, pero también lo sabrás.)
Un saludo que adolece de falta de orgullo, tan necesario a una ideología individualista para sobrevivir ante la masa enlodada y, desgraciadamente, quizá no tan tarde como esperan, también, enlosada.