PSOE: De 202 diputados a muleta del PP
El PSOE es el partido político que, desde la recuperación de la democracia, más tiempo ha ejercido el poder en el gobierno central. Desde los primeros comicios democráticos se convirtió en la fuerza hegemónica de la izquierda arrebatándole dicha posición a un PCE, que fue la principal oposición interna al régimen franquista. Evidentemente el electorado prefirió una fuerza política de izquierdas más moderada. Desde esa posición de privilegio en el electorado de izquierdas, alcanzó sus más altas cotas en 1.982 cuando con Felipe González alcanzó 202 diputados en el Congreso. Ello se debió a la descomposición de la UCD y a un mensaje ilusionante. La izquierda no ejercía el poder desde la II República. En aquellas elecciones se produjo la consagración de AP (actualmente PP) como la alternativa de derechas. El centro, si alguna vez existió, se diluyó.
A pesar de la modernización del país que llevó a cabo Felipe González el PSOE fue progresivamente perdiendo apoyos en los sucesivos comicios hasta que en 1.996 perdió en favor de José María Aznar. En 2.000 perdieron estrepitosamente y todos sabemos las causas del vuelco electoral de 2.004. Su posterior victoria de 2.008 puede achacarse a que el viento soplaba a favor en el terreno económico. Cuando llegaron las dificultades, en forma de crisis económica, Zapatero se encargó de demostrar su ineptitud al no coger el toro por los cuernos. Cierto es que la crisis se hubiera llevado por delante cualquier gobierno, pero Zapatero escondió la cabeza debajo del ala como el avestruz. Pretendió solucionarla negándola (utilizaba el eufemismo de “desaceleración económica”). Es importante recordar que consideraba al sistema financiero nacional como el más sólido del mundo mundial (con las consecuencias que esto ha provocado) y su medida más “brillante” para abordar el creciente incremento del desempleo fue el Plan E, es decir, empleo subvencionado, un parche de cerca de 13.000 millones de euros (un 1,3 % del PIB que añadió a nuestra deuda). Pasará a la historia como un político bienintencionado, que ciertamente llevó a cabo algunos avances sociales (como el matrimonio entre homosexuales) pero nefasto en el terreno económico.
En definitiva, el PSOE desde 1.982 ha sufrido un declive continuo (que se revirtió en 2.004, pero todos sabemos porqué) en sus cuotas de poder a todos los niveles. Curiosamente España se define sociológicamente como un país escorado a la izquierda y la derecha tiene un poder institucional desconocido en democracia. Este declive podría achacarse a que las políticas económicas más aceptadas en la actualidad son de corte liberal. La caída de la URSS supuso la desaparición de un modelo alternativo. La ampliación de la población de clase media en España, gracias precisamente a la gestión de González, unida a un distanciamiento de las políticas de izquierdas por parte del PSOE, ha provocado que gran parte de la población prefiera el original a la copia. Para hacer estas políticas mejor el PP.
En la última encuesta del CIS la intención de voto para el PSOE se sitúa en el 21% por un 30% del PP. Esto hace que otras fuerzas, sobre todo Podemos, suban y el bipartidismo se tambalee. Ello podría explicarse por la incapacidad de ambas fuerzas políticas para sacarnos de la situación de crisis económica, y la corrupción que afecta a ambas formaciones. La corrupción y, sobre todo, la falta de interés por atajarla (debe haber muchos intereses creados en ambas formaciones que les impiden tomar medidas creíbles para la ciudadanía) influye también mucho en el apoyo a otras opciones (lógicamente al justificarlo todo con el “y tú más” los electores buscan alternativas diferentes).
Con unos resultados en esta línea en unas elecciones generales el país tendría graves problemas de gobernabilidad para 2.016. No habría ni mayorías absolutas ni “suficientes” para gobernar. La cuestión catalana impediría que el tradicional partido bisagra (CiU) apoyara al PP y, aunque lo hiciera, difícilmente podrían sumar los apoyos parlamentarios para sostener un gobierno. Esto solo dejaría dos alternativas de la que solo una sería viable.
Una sería una coalición de izquierdas, que quizá sería la más deseada entre sus votantes. Pero hay que tener en cuenta que, independientemente de etiquetas, las diferencias entre IU y Podemos por un lado, y PSOE por otro, son mucho mayores en el terreno económico (las cosas de comer) que las existentes entre PSOE y PP.
Por otro lado tendríamos un acuerdo entre PSOE y PP que, diga Sánchez lo que quiera, se presenta como la más factible. Pedro Sánchez ha descartado la posibilidad de la gran coalición (evidentemente, de darse, la debacle del PSOE no haría sino acrecentarse), ante lo cual lo único posible sería un gobierno del PP en minoría, con apoyo parlamentario crítico (pero apoyo a fin de cuentas) por parte del PSOE; esto perjudicaría al PSOE menos. Al PP apenas le perjudicaría al no existir alternativas a su derecha. Será una legislatura inestable pero es lo que hay.
Desafortunadamente los ciudadanos nos vemos obligados a elegir entre la aplicación de unas políticas liberales (PPSOE), que no se muestran capaces de resolver el problema del desempleo (la reducción del desempleo es ridícula y a este ritmo se condena a los parados mayores de 50 años a no volver a trabajar), y una alternativa por parte de IU-Podemos ilusionante en términos de profundización democrática pero con propuestas económicas de subsidios, trabajo subvencionado y desatención de nuestros compromisos de deuda que son inviables. En el improbable caso de que ganaran, sencillamente no podrían llevarlas a cabo.
Aparece hoy en El País una encuesta donde el PSOE se equipara al PP en intención de voto. Me permito dudar de ella ya que no creo que un candidato por el solo hecho de ser joven, alto, guapo y preparado haga olvidar tan pronto la reciente gestión socialista, máxime sin presentar alternativas reales. También aparece otra de La Razón donde nos dice que solo cerca del 19% de los españoles quieren que gane Podemos. Es curioso observar como sistemáticamente dependiendo de la ideología del medio las encuestas adquieren un determinado sesgo. Realmente se convierten en instrumento de partidismo político.
En cualquier caso encuestas son solo encuestas y lo que vale se celebrará a finales del próximo año. El tiempo dará y quitará razones.