El parásito llanito
En nuestro país todavía estamos con la idea de que Gibraltar ha de retornar a la soberanía española. Debemos resignarnos y ser conscientes de que dicha circunstancia no se vislumbra en un muy largo, largo plazo.
En el Tratado de Utrecht se establecieron entre otros puntos la cesión de Gibraltar y Menorca al Reino Unido. Se establecieron una serie de condiciones, en el caso de Gibraltar, como que las aguas territoriales no irían más allá del alcance de un cañón de la época o el hecho de que sus pobladores no podrían acceder a territorio español por vía terrestre. Además no entraba dentro de su territorio el istmo que une el Peñón con la península. Se lo apropiaron los británicos en la segunda mitad del siglo XIX y construyeron su aeropuerto durante la II Guerra Mundial.
El Reino Unido no lo devolverá por razones estratégico-militares así como por el orgullo del pueblo británico que no ha mucho perdió su imperio. Los británicos en un principio se escudaron en el régimen dictatorial de nuestro país y ahora se justifican alegando el derecho a decidir del pueblo gibraltareño. Curiosamente en el caso de Hong Kong, a finales del pasado siglo, Margaret Thatcher devolvió la colonia a China sin tener tantos miramientos democráticos. Lo justificaron con el argumento de que el contrato de arrendamiento de parte, no de toda, la colonia vencía en 1.997. Extraño argumento para un país que en el caso de Gibraltar vulnera sistemáticamente los acuerdos. Evidentemente la causa fue que de producirse, la ocupación de Hong Kong por el ejército más numeroso del mundo y potencia nuclear, no sería la ocupación argentina de las Malvinas. Así que optaron por una salida lo más digna posible y devolvieron lo que estaban legalmente obligados a hacer y lo que no estaban.
La recuperación de Menorca por España se produjo militarmente y la de Gibraltar se conseguirá cuando, ya que corren tiempos más civilizados, el potencial militar de nuestro país sea digno de respeto por los británicos. Circunstancia ésta de la que no se vislumbra el más mínimo atisbo.
Nuestro país en un vano intento por ganarse a los gibraltareños y conseguir convencer al Reino Unido ha hecho innumerables concesiones sin apenas contrapartidas. La apertura de la Verja en 1.982 supuso para Gibraltar, que se encontraba en una situación de empobrecimiento y mantenidos por la metrópoli, un enorme empuje económico que ha hecho que en la actualidad su renta per cápita sea la tercera del mundo. Tanto auge económico no se debe tanto a la capacidad de los llanitos como a las enormes ventajas que les supone su mínima fiscalidad unida a la libertad con la que pueden operar en nuestro país.
Debemos de dejarnos de patrioterismos baratos y actuar con pragmatismo. Gibraltar territorialmente no deja de ser más que un peñasco, pero un peñasco que nos causa graves perjuicios económicos, particularmente a Andalucía. Gibraltar tiene registradas más de 20.000 empresas (algo incomprensible para una población de 30.000 habitantes) que apenas si tributan, y que son utilizadas para eludir impuestos fundamentalmente desde España; son propietarios de más de 20.000 inmuebles en España, principalmente en el territorio circundante, por los que no pagan impuestos municipales ni impuesto de sucesiones, al comprar las viviendas a través de sociedades radicadas en la roca; circulan con sus automóviles libremente por La Línea y el Campo de Gibraltar y no pagan el IMVTM, ya que están matriculados en Gibraltar (donde maniobrar con un vehículo supondría despeñarse por el Estrecho); no pagan IVA como el resto de ciudadanos de la UE; se benefician de nuestra sanidad pública (Cameron ahora quiere limitar derechos a los inmigrantes comunitarios); cerca de 7.000 gibraltareños viven en nuestro país y no tributan por IRPF ya que su domicilio fiscal está en la Roca; el contrabando de tabaco nos supone un fuerte deterioro de ingresos; etc. Y como agradecimiento toman medidas como la de impedir que nuestros pescadores faenen en unas aguas que no está tan claro que les pertenezca. Las ventajas económicas que supuestamente suponen para el Campo de Gibraltar no compensan en absoluto el cáncer que supone para nuestra economía (especialmente la andaluza).
Debemos adoptar con ellos una línea más dura. Hay que tener en cuenta que Gibraltar solo tienen reservas de agua potable para 15 días; están muy limitados en cuanto a producción eléctrica; sus suministros de alimentos de las Islas Británicas ocasionan problemas de escasez en los supermercados; en cuanto a telecomunicaciones (aunque intentan independizarse en este aspecto) dependen de nuestro país; si la mano de obra que necesitan no procediera de nuestro país no podrían alojarla; su economía depende mucho más de nuestro país que de su metrópoli; etc. Creo que todas son razones más que suficientes para conseguir que modifiquen sustancialmente su comportamiento y exigirles que dejen de comportarse como un paraíso fiscal, que es lo que son de hecho.
Es muy respetable el derecho a la independencia de todos los pueblos (hasta de Gibraltar), pero dicha independencia debe producirse con todas sus consecuencias. No siguiendo la teoría de que soy independiente para lo que me interesa y no para lo que no me interesa serlo.