Tras el respiro que le ha supuesto el Debate sobre el estado de la Nación en términos de afianzamiento de liderazgo interno, Pedro Sánchez tiene marcado en rojo el sábado 28 de marzo en su calendario. Ese es el día en que el Comité Federal del PSOE empezará a hablar oficialmente del asunto que más tensiones va a generar en el partido hasta las elecciones generales: pactar con el PP o con Podemos en autonomías y ayuntamientos. Un debate que empieza a ocupar las conversaciones de los socialistas con una clara división entre las bases del partido y los cuadros, y entre estos últimos dependiendo de sus propios intereses de poder.
«Por cultura política, los afiliados no quieren oír hablar de pactar con el Partido Popular, pero a una buena parte de los dirigentes se les ponen los pelos de punta con la sola mención a un acuerdo nacional con Podemos», relata a ABC un expresidente autonómico. De hecho, en las últimas semanas se ha ido extendiendo la teoría de que una de las razones ocultas de Sánchez para defenestrar a Tomás Gómez como candidato en Madrid, y sustituirlo por el exministro Ángel Gabilondo, fue su convencimiento de que con Gómez controlando el PSM hubiese sido imposible contemplar la opción de dejar gobernar al PP, llegado el caso de un acuerdo entre los dos mayoritarios tras las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo.
Seis días después del 22-M
La cita del Comité Federal socialista se producirá seis días después de los comicios andaluces del domingo 22 de marzo y, muy probablemente, la magnitud de la victoria que logre Susana Díaz sobre el PP determinará la estrategia socialista para toda España.
Si Díaz queda como ahora, muy alejada de los 55 diputados que otorgan la mayoría absoluta en el Parlamento Andaluz (ahora tiene 47 y la encuesta que ayer publicó ABC le otorga una horquilla de 44-48), todas las salidas serán malas. Malo que el PP se abstenga en su investidura –Juan Manuel Moreno Bonilla ya se lo ha ofrecido– porque ataría de pies y manos a Pedro Sánchez para hacer oposición; y malo también que Susana Díaz se apoye en Podemos (el sondeo les otorga 12-14 diputados).
Los de Pablo Iglesias con sus «marcas blancas» como «Guanyem» en Barcelona o «Ganemos» en Madrid pueden perfectamente quedar segundos tras el PP en estas dos emblemáticas plazas y reclamarían su apoyo para gobernarlas como contrapartida. Otro tanto ocurre en Valencia capital, y en la comunidad, y en Zaragoza ciudad. Con la particularidad de que, en el caso de la capital aragonesa, esta alberga el 60 por ciento del voto de toda la comunidad, muy despoblada, y amenaza a PP y PSOE con convertirse en la fuerza más votada.
No obstante, Susana Díaz cree que tanto Podemos como, sobre todo, Ciudadanos son «fenómenos sobredimensionados» por la crisis y está por ver su influencia demoscópica en las urnas, según señalan a ABC fuentes próximas a la política andaluza.
Por encima de sus diferencias en los últimos meses, y de la rivalidad que pueda plantear la presidenta de la Junta al secretario general por el liderazgo del PSOE tras un eventual desastre el 24 de mayo, una cosa une ahora mismo a Pedro Sánchez y Susana Díaz: ninguno de los dos quiere oír hablar de pactar con Podemos. Saben que aliarse con la fuerza emergente de la izquierda sería el «abrazo del oso» para un PSOE menguante, pero tendrán poderosas resistencias en el Comité Federal del 28 de marzo.
Ni Pedro Sánchez ni Susana Díaz quieren pactar con Podemos
En el otro lado están los candidatos Guillermo Fernández Vara, en Extremadura, y Emiliano García-Page, en Castilla-La Mancha. En el mejor de los casos, ambos dependerán de Pablo Iglesias, según los sondeos, para sacar a José Antonio Monago y a María Dolores de Cospedal de los gobiernos de ambas comunidades. En el caso de Castilla-La Mancha, el sondeo que hoy publica ABC no otorga una amplia mayoría abosluta a la actual presidenta, y secretaria general del PP.
Algo similar ocurre en Asturias con la continuidad de Javier Fernández en la Presidencia del Principado, aunque la presencia en esa comunidad de Foro Asturias, que fundó Francisco Álvarez Cascos, y la resistencia de Izquierda Unida, con al ediputado Gaspar Llamazares como su candidato, pueden acabar relativizando la importancia de Podemos.
El problema surgirá en Madrid si el PP pierde la mayoría absoluta, como auguran las encuestas, pero Ángel Gabilondo no mantiene el segundo puesto. El PSM se vería entonces obligado a apoyar la candidatura que Podemos quiere aglutinar en torno a Tania Sánchez, la excandidata de IU, a la que presumiblemente se unirían IU y su flamante candidato, el poeta Luis García Montero.
Gobierno «pentapartito»
En Valencia, tres cuartos de lo mismo. La última encuesta, para Mediaset esta misma semana, da un 31 por ciento de voto al Partido Popular, 26 por ciento a Podemos, 17 al PSOE, 5,8 por ciento a Ciudadanos, 5,1 por ciento a Izquierda Unida y 5 por ciento a Compromís.
El secretario general del PSPV y candidato a presidir la Generalitat valenciana, Ximo Puig, afronta una situación de fragmentación de la izquierda muy similar a la que tiene el PSM en Madrid. Al respecto de los posibles pactos postelectorales, Puig asegura que el 75 por ciento de la ciudadanía «quiere que el PP se vaya a la oposición» y por eso es «imposible que haya un pacto del PSOE y del PP». «Nuestros datos», añadió Puig hace unos días en un desayuno en Castellón, apuntan que «el PSOE está muy cerca de poder ser la primera fuerza política de la Comunidad Valenciana».
Fue muy significativo que, en ese mismo encuentro informativo, el socialista valenciano no descartó de entrada un pacto con Podemos. Simplemente, comentó que «cada partido tiene derecho a expresar sus opiniones» y agregó: «Yo tengo un proyecto, cuando haya otros hablaremos, y no pienso que haya que satanizar a nadie, pero nuestro proyecto es el que puede mejorar la vida de los valencianos, y en eso me voy a dejar la piel». Si el PP perdiera la mayoría, la alternativa es un «pentapartito» en el Parlamento Valenciano.
«Nueva etapa»
El extremeño Guillermo Fernández Vara ya advirtió el pasado lunes que él no quiere oír hablar de dejar que Monago gobierne otros cuatro años. Vara cree que se puede «poner de acuerdo» con Podemos «sobre programas y propuestas concretas» y auguró una «nueva etapa en la vida política» en la que «pactos habrá que hacer casi seguro», sobre todo en los ayuntamientos.
Su situación es muy similar a la de García-Page en Castilla-La Mancha. El alcalde de Toledo, que se juega su carrera política a la carta de desalojar a Cospedal del gobierno autonómico, dice que hoy por hoy ve «muy difícil» pactar con Podemos y que no será presidente de su comunidad autónoma «a cualquier precio» ni va a pagar «ningún tipo de peaje». Por eso realizó hace días un llamamiento a que la izquierda regional apoye al PSOE, porque el voto en las elecciones del 24 de mayo «tiene que ser más útil y concienciado que nunca».
En el año electoral más intenso de la democracia española, el PSOE debe adoptar una decisión que puede marcar su futuro y que se puede resumir en una frase: pactar o no pactar con un partido recién nacido que aspira a desplazarles como principal referencia de la izquierda en España.