La máquina del tiempo le juega una mala pasada a Pablo Casado
El líder del PP se hace más pequeño frente a Feijóo por su fracaso en Euskadi, donde impuso a Iturgaiz y lanzó un discurso más propio del pasado que del presente
Ayer se reunieron, por primera vez en esta legislatura, representantes de PSOE, PP y Ciudadanos, en un encuentro que, a pesar de no concurrir los «primeros espadas», tenía una importante carga simbólica.
Los resultados de las elecciones gallegas y vascas, que dejan a PP y Ciudadanos en una posición complicada, pero al mismo tiempo hacen más endeble al gobierno por el lado de Podemos, así como la propia evolución política, van dibujando un escenario donde el viejo esquema de bloques que cristalizó en la famosa «foto de Colón» puede irse superando.
¿Está el PSOE buscando un nuevo escenario? ¿Quiere Ciudadanos desempeñar un papel diferente al de la anterior legislatura? ¿Necesita el Partido Popular un marco nuevo que le separe y afiance frente a Vox, para recuperar la sangría de votantes hacia la derecha?
Los temas que se trataron ayer eran, sin duda, generales. Se centraron en un nuevo acuerdo que venga a actualizar el viejo Pacto Antitransfuguismo firmado en 1998 y modificado en 2000 y 2006. El asunto está muy de actualidad después de los últimos episodios vividos, por ejemplo, en Santa Cruz de Tenerife y Málaga.
Pero, más allá de la temática concreta del encuentro de ayer, la reunión entre los representantes parlamentarios de los tres partidos abre la puerta a más acuerdos, en asuntos de mayor calado como la Mesa para la Reconstrucción, o, pasado el verano, la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, probablemente los más importantes en décadas, porque de ellos dependerá la aportación europea y la mejor o peor salida de la crisis.
Es en ese horizonte, la geometría variable que diseña a menudo Pedro Sánchez le permite mirar hacia un lado y otro, sin romper lazos con nadie. Cuál sea la actitud de los tres partidos que ayer se reunieron, y cuál la de Unidas Podemos, será fundamental cuando se pase a los temas clave a partir de septiembre.
#5616
Pactos radicales que obligan al radicalismo con Podemos sin remedio
Madoz
Hay que ser muy torpe para no entender lo de Tenerife y una vez más que el PSOE solo va a tener un aliado politico fiel, y que la gentuza no va a conseguir aislarlo para debilitarlo simulando y engañando.
Los cantos de sirena de engañabobos traidores, solo cuando Casado cambie de verdad y alguien aprenda algo, porque no tiene ni idea
Siempre te construyen tus enemigos - Monólogo - En la Frontera, 25 de junio de 2020
El recuento del voto emigrante otorga al PP el disputado escaño 42
Los populares se hacen con el diputado por Pontevedra después de una semana de caos por la falta de diligencia en la gestión del voto exterior por parte de Correos, que no llegó ni a repartir las papeletas en varios países de Sudamérica
P. AbetSANTIAGO Actualizado:20/07/2020 11:07hGUARDAR9
El escrutinio del voto emigrante que las juntas electorales han realizado a primera hora de este lunes ha decantado finalmente la balanza hacia el lado popular. En juego estaba el escaño por Pontevedra, en manos del PSdeG desde el 12-J por solo 45 papeletas y a falta del cuenteo del voto exterior realizado esta mañana. Pero tras computar los votos llegados de la emigración, el PP gallego ha logrado ampliar la mayoría absoluta del presidente de la Xunta en funciones, el popular Alberto Núñez Feijóo, hasta los 42 escaños.
Así lo han ratificado fuentes consultadas por Europa Press, que indican que el PPdeG obtuvo un total de 746 sufragios del exterior; el BNG, 414; y el PSdeG, 340. Tras hacerse públicos los resultados, el PPdeG ya ha celebrado el nuevo escaño en 'Twitter' y ha felicitado al presidente provincial del partido, Alfonso Rueda, por mantener finalmente el diputado número 11. «Felicidades Alfonso Rueda por el diputado 11, felicidades al PPdeG por el diputado 42», proclama el PPdeG en su red social, en la que subraya que, si estos datos se hacen definitivos, Feijóo lograría su mejor porcentaje de voto y el PP gallego el mayor número de diputados «cosechados en el siglo XXI».
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El registro del voto emigrante ha resultado especialmente polémico y caótico en estos comicios, donde apenas han contado 1.500 votos de los más de diez mil que los gallegos en el exterior habían llegado a rogar. detrás de este caos está la «falta de diligencia» según denunciaron los populares de la empresa pública Correos, que dejó abandonadas en el aeropuerto de Barajas las sacas con las papeletas para votar en Venezuela. El desbarajuste fue la tónica en todos los países de Sudamérica, donde los ciudadanos tuvieron verdaderas dificultades para emitir un voto que en la mayoría de los casos no llegó a tiempo. Prueba de ello es que en Cuba no se llegó a repartir ni un solo sobre de votación, y que desde Miami llegaron tres votos de los cien que se habían solicitado.
Sin atreverse a hablar de una mano negra, desde PP gallego acusaron a la empresa pública Correos —dirigida por el exjefe de Gabinete del presidente Sánchez en la ejecutiva federal del PSOE, Juan Manuel Serrano— de una falta «evidente de diligencia» al abordar el protocolo para el voto exterior. «Es muy triste que algo así suceda por falta de diligencia. La imagen exterior que damos no es de recibo» aseguran fuentes del partido para deslizar que «a veces, simplemente no hacer es lo mejor que puedes hacer, sobre todo con la excusa de la Covid-19».
#5618
¿Hay algún sistema económico que garantice la libertad?
Madoz
José Sánchez Rosa: la biografía que Carmen Calvo podrá leer este verano
Este mismo jueves, también en Sevilla, se realizará un homenaje a las víctimas del fascismo junto al monolito de la muralla de la Macarena. Después, junto a la basílica, donde descansan los restos de Queipo de Llano, una concentración exigirá la exhumación de los restos del general golpista.
Re: ¿Hay algún sistema económico que garantice la libertad?
Madoz
¿Hay algún sistema económico que garantice la libertad?
El profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla Luis Ángel Hierro es rotundo: “La economía de mercado no sirve para solucionar problemas de crisis, sirve para gestionar momentos de tranquilidad. Siempre que todo esté bien funciona; pero cuando se produce un desequilibrio, bien por el propio sistema, bien por un shock externo, como el petróleo, manda a millones de personas al paro y todo lo que parecía funcionar deja de funcionar”.
No obstante, le reconoce una ‘virtud’: “Es un sistema descentralizado de toma de decisiones que amplifica la libertad individual; es decir, si yo te ofrezco un boli negro o rojo, aumento más tu libertad que si solo te pongo un boli rojo. Pero, claro, ese sistema es a costa de la igualdad”.
Desde su punto de vista, las libertades no marcan la capacidad de elección: “Es la economía pública la que tiene capacidad de dotar de determinados niveles de libertad. Para ser libre, tengo que estar sano, tengo que alcanzar el mayor grado de educación posible”.
Considera que en estas últimas décadas, y especialmente en contextos institucionales y regulatorios como los EEUU, las empresas han tenido en muchos casos más libertad que otros agentes y eso ha permitido que, primero allí y luego en todo el mundo, hayan surgido “nuevas formas empresariales que se han colado por las rendijas de la regulación y que gozan de mucha libertad restringiendo, por ejemplo, la de sus trabajadores. Pero que han sido recibida con los brazos abiertos por muchos de esos mismos trabajadores en su faceta de consumidores”. “Como consumidores –prosigue–, exigimos una libertad o desarrollamos una serie de comportamientos que no siempre favorecen nuestra libertad como trabajadores”.
Sin embargo, también ha triunfado antes de ser votada. Porque su objetivo real no es otro que obligar a retratarse a PP y Ciudadanos para recuperar el empuje de un partido que se desinfla poco a poco en los sondeos en beneficio de Pablo Casado.
Si el martes el Gobierno de Pedro Sánchez se tambaleaba por el reingreso en prisión de los presos del procés y el golpe que eso supone para su estrategia de apoyos variables, ayer miércoles Vox acudió al rescate del presidente con una maniobra que proporcionará a ERC, EH Bildu y PNV la excusa que necesitan para escenificar en otoño su reconciliación con el PSOE.
El martes, el PSOE boqueaba en busca de oxígeno. Este miércoles, Abascal le entregó a los socialistas una bombona entera. La argamasa que volverá a reunir al frankenstein de la moción de censura contra Mariano Rajoy en una misma trinchera será el eslogan "¡que viene la ultraderecha!".
Pero nada de eso importa a Vox. Cuando el candidato del partido, presumiblemente el mismo Santiago Abascal, suba en septiembre a la tribuna de oradores del Congreso para dibujar su programa para la España del futuro, sus palabras sonarán a algo muy parecido a lo siguiente.
1. Una España centralista
Vox pretende suspender la autonomía catalana "hasta la derrota sin paliativos del golpismo". En qué consiste exactamente esa "derrota sin paliativos" no está claro, pero parece estar relacionado con otro de los puntos centrales de su programa electoral: la ilegalización "de los partidos, asociaciones u ONGs que persigan la destrucción de la unidad territorial de la Nación y de su soberanía".
Dependiendo de la interpretación que se haga de esa frase, la ilegalización podría alcanzar desde EH Bildu y la CUP hasta ERC, JxCAT, el PNV, el BNG e incluso el PSC, el PSE y las distintas marcas regionales de Podemos en comunidades como Cataluña, el País Vasco, Baleares o Valencia. También a asociaciones como Òmnium Cultural o la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
De la quema se salvarían PSOE, PP, Ciudadanos y algunos pequeños partidos regionales como CC o PRC.
Vox también propone la supresión de las policías autonómicas, el fin del Estado de los autonomías –para lo que haría falta una reforma agravada de la Constitución– y la supresión del Concierto Económico Vasco y del Convenio Navarro.
La herramienta con la que Vox pretende conseguir lo anterior es la reforma de la ley electoral. Los de Abascal prometen lograr que "valga lo mismo el voto de todos los españoles y los Diputados respondan ante los electores y no tanto ante los partidos políticos". Vox también haría que una parte de los diputados fueran elegidos en distrito único nacional.
2. Una España proteccionista
"El proteccionismo no es la respuesta, pero sí el equilibrio entre países" dijo Iván Espinosa de los Monteros en marzo de 2019. Vox no cree en el proteccionismo, al menos oficialmente, pero lo considera el mal menor frente a aquellas naciones que protegen sus mercados nacionales mientras se aprovechan de la apertura de los de otros países. China es el ejemplo arquetípico de ello.
El anuncio de la creación de un sindicato en la órbita de Vox y el giro del partido hacia posiciones obreristas cercanas a las de Le Pen en Francia parecen confirmar que en el debate entre liberalismo o proteccionismo, los de Abascal han optado por el segundo. Es la primera vez en 40 años de democracia que un partido de derechas con representación en el Congreso se abre al obrerismo.
El giro estratégico de Vox es muy reciente –algunos analistas lo atribuyen al segundo congreso del partido, el celebrado el pasado 8 de marzo en Vistalegre– y ha provocado tensiones con el ala más conservadora del partido, pero parece haber llegado para quedarse. Está por ver que el voto en España sea tan interclasista como sospecha Vox.
El giro llevaba en realidad cierto tiempo anunciándose. Lo confirman declaraciones como las del propio Espinosa de los Monteros cuando a finales de 2019, durante un encuentro con algunos de sus seguidores, afirmó que Vox no es de derechas, sino "una alternativa patriótica y social". O declaraciones como las de Jorge Buxadé cuando este afirmó que Vox no es "ni de derechas ni de izquierdas".
Tan obvio es el giro de Vox hacia el obrerismo e incluso el estatismo y su protección de "los campeones nacionales" que Podemos, el otro partido que aspira a ocupar el espacio electoral del populismo social, ha llegado a alabar el acierto estratégico de los de Abascal afirmando que coincide con sus diagnósticos, aunque discrepa de sus recetas.
El hecho de que el giro obrerista de Vox haya sido posterior a la elaboración del que es el programa oficial del partido, el llamado 100 medidas para la España viva, y que data de octubre de 2018, explica por qué este hace escaso hincapié en esas medidas proteccionistas y sí en otras de corte mucho más liberal que han quedado ahora arrinconadas en beneficio de las primeras.
3. Una España antiinmigración
La inmigración ilegal es otro de los principales caballos de batalla de Vox.
Vox propone la deportación de los inmigrantes ilegales, la de los legales que hayan reincidido o que hayan cometido delitos graves, y el fin del efecto llamada por la vía de la prohibición de que cualquier inmigrante que haya entrado ilegalmente en España pueda legalizar jamás su situación o recibir ayuda alguna de la administración.
Vox propone además medidas como la de la supresión de la figura del arraigo –una vía para la regularización de los inmigrantes ilegales–, la posibilidad de perder la nacionalidad española por actividades contra la soberanía nacional, y la selección de inmigrantes en función de cuotas que atenderían a los vínculos de España con su país de origen por razón de idioma o de "amistad y cultura".
Vox suele ironizar cuando algunas de sus propuestas relativas a la inmigración son adoptadas por los partidos de izquierdas. "Si lo pide Vox, es xenofobia" dijo Jorge Buxadé cuando el Ministerio del Interior instaló en Ceuta una valla en forma de peine invertido que hace mucho más difícil, casi imposible de hecho, franquearla.
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Interior instala ya en Ceuta un "peine invertido" que hará la valla "infranqueable".
Vox propone también el cierre de las mezquitas fundamentalistas –es decir de aquellas que defiendan la yihad o el sometimiento de la mujer– y la expulsión de los imanes radicales. También, la exclusión de la enseñanza del islam en la escuela, la aplicación del principio de reciprocidad en la apertura de lugares de culto y la publicación del dato de la nacionalidad en las estadísticas de delitos.
4. Una España policial
La España de Vox es una España de orden, en el sentido más clásico del término. Los de Abascal proponen dar prioridad en las oposiciones a "policía, municipales, forestales, funcionarios penitenciarios" a aquellos ciudadanos que hayan servido 20 años o más en el ejército.
También, la consideración de delito de atentado contra la autoridad "las agresiones a profesionales sanitarios y docentes del sector privado, así como al personal de seguridad privada, funcionarios de prisiones y agentes portuarios en el ejercicio de sus funciones".
Vox propone la promulgación de leyes específicas contra la okupación y la usura. El partido de Abascal defiende la idea de que los españoles deben poder hacer uso de la fuerza "proporcional" para defender su hogar. También propone la exclusión de cualquier tipo de ayuda social para aquellos que participen en okupaciones.
La prisión perpetua revisable y la eliminación de "los privilegios penitenciarios (salarios, seguridad social)" a los presos condenados por terrorismo y a inmigrantes ilegales están también en el programa de Vox.
Finalmente, Vox propone eliminar la figura del jurado basándose en la tesis de que este suele beneficiar a los delincuentes. Como dice un viejo aforismo conservador, "si soy inocente, prefiero que me sentencie un juez; si soy culpable, un jurado".
5. Una España antiglobalista
La lucha contra la globalización y la pérdida de soberanía nacional en favor de organizaciones supranacionales o empresas multinacionales es el tercer gran caballo de batalla de Vox.
Vox nunca ha defendido de forma explícita la salida de España de la UE, pero sí ha mostrado una amplia desconfianza en los beneficios que esta comporta para los ciudadanos españoles. Y de ahí que Vox aborde esta batalla con una táctica envolvente y no con un ataque frontal. Una táctica que contrapone la idea de Europa a la Unión Europea (UE) y los ciudadanos europeos a las administraciones de Bruselas.
Vox propone reducir el gasto político europeo, eliminar duplicidades y "agencias que se inmiscuyan en la soberanía nacional". También propone "incidir en la bilateralidad en las relaciones internacionales, abandonando organismos supranacionales si son contrarios a los intereses de España".
Entre esos organismos está la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, según dijo Santiago Abascal ayer miércoles en el Congreso de los Diputados, no es más que un instrumento de la dictadura comunista china.
Según el líder de Vox, la OMS "colaboró con la dictadura china en la mentira en la pandemia, la única mayor que la de su Gobierno". A continuación, y en la estela de Donald Trump, le exigió a Sánchez que España salga de inmediato de la OMS.
"Las instituciones comunitarias se dedican a dictar políticas inspiradas en los lobbies ecologistas, feministas, globalistas, todas socialistas. Mientras se dedican a estas distracciones, la economía se retrae, las fronteras se disuelven y hay soldados europeos en las calles, blindando monumentos o próximamente mercadillos navideños" dijo Abascal en septiembre de 2019.
Ese mismo día, Abascal dijo también esto: "La UE es hoy una máquina descontrolada y voraz. Estamos seguros de que ninguno de los llamados padres fundadores pensó jamás que la UE se iba a plantear prohibir usar el coche y viajar en avión o decirnos qué comer o no en nombre de ese nuevo concepto que se han inventado de una Europa climáticamente neutra".
6. Una España conspiranoica
Si el populismo de izquierdas pivota alrededor de supraestructuras como el patriarcado, el capitalismo o la casta, a las que se acusa de todos los males, el populismo de derechas que encarna Vox lo hace alrededor de superestructuras como el llamado "consenso progre", esa degeneración del verdadero liberalismo que los ideólogos del partido califican de "liberalios" y el globalismo internacionalista.
La idea de que la civilización occidental y sus raíces cristianas se encuentran en peligro tiene en esas superestructuras su principal hombre de paja. Y de ahí el uso de términos como el de "cruzada", "patria" o "pueblo". De ahí también la idea de un enemigo exterior prácticamente todopoderoso enfrentado a un pueblo orgulloso alzado en defensa de lo verdadero, lo bello, lo justo y lo sano.
Hasta qué punto el conspiracionismo de Vox es una convicción sincera o sólo un ardid propagandístico destinado a cohesionar a sus votantes está todavía a debate. De algo, sin embargo, puede estarse seguro sin necesidad de sondeo electoral alguno: si habla de Soros, es votante de Vox.
7. Una España populista
Se ha hablado mucho de a quién se parece más Vox: si a Donald Trump, a Viktor Orbán, a Matteo Salvini, a Marine Le Pen o a Jair Bolsonaro. En realidad, Vox es una mezcla de todos ellos.
Pero, sobre todo, Vox es una mezcla de las tesis de sus ideólogos de cabecera. Las de Steve Bannon, por supuesto, pero también las de Alexsandr Dugin, cercano a Vladimir Putin. Y las de Marion Maréchal, la sobrina del patriarca Le Pen. Una treintañera apadrinada por Alain Finkielkraut, gran esperanza de la derecha conservadora europea y a la que en Francia se ve ya como futura presidenta del país.
Las ideas fuerza de todos ellos son claras. Rechazo del multiculturalismo y de la inmigración, pero sobre todo de la que se considera incompatible con los valores cristianos de la civilización europea. Proteccionismo económico. Conservadurismo social. Rechazo de la globalización y del liberalismo. Defensa del estado nación y recuperación de la soberanía nacional.
"La democracia funciona cuando se expresa en un marco afectivo que es lo que se da en los estados nación" dijo Marion Maréchal en esta entrevista con Emilia Landaluce. "Yo soy enemigo de la sociedad abierta, soy enemigo del liberalismo, odio el liberalismo y lucho contra él" dijo Dugin en esta otra entrevista. Vox sólo ha adaptado sus ideas a la realidad española.