Al margen - La barca del PP y el centro de Sánchez
03.03.15
Último artículo de nuestro amigo Rafael Torres
MADRID, 2 (OTR/PRESS)
¿Dónde estará situado ideológicamente el PP para considerar a Ciudadanos como de centro-izquierda? Se trata sólo, ciertamente, de una marcianada más del argumentario oficial del partido que suministra las consignas del día, y que los Floriano, Casado, Alonso y demás clase de tropa trasladan a la opinión pública con una seriedad conmovedora. El que mejor lo hace, encontrándole el punto exacto de teatralidad, es, sin duda, Floriano, que a lo del centro-izquierda añade, suponiendo que el recordatorio del orígen catalán del partido de Albert Rivera lo hará más sospechoso si cabe entre el electorado pepero, una estrambótica pronunciación: Ciudatans. Floriano es creativo, y en eso adelanta al torvo Alonso, al mecánico Casado, al displicente Rajoy y a la confusa Cospedal.
Según el catecismo o manual que el PP maneja como Remedios Amaya su barca, a la deriva, sin rumbo, en la singladura de éste año crucial, Ciudadanos, un partido inequívocamente conservador, si es que no reaccionario en algunos aspectos, está en el centro-izquierda. ¿En qué lejanía del centro no estará el PP para ver allí a su principal competidos de la derecha? Será Arriola, o algún otro de los cerebros privilegiados del partido, el que se inventa esas cosas, pues alguien tiene que inventar algo, pero caso es que en Génova nadie parece darse cuenta de que lo que hay ahora en política, y no sólo para ellos, es un simple relevo generacional: Podemos lo es de Izquierda Unida, y Ciudadanos, una vez desinflada la opción de UPyD, del Partido Popular. El centro es otra cosa, no necesita adaptarse mucho a los circunstancias del momento porque es eso, el centro, y ese sitio se lo ha apalancado el PSOE, que no necesita sino poner unos cuantos jóvenes para lo gordo, y a otros cuantos de mediana edad (el centro de la vida) para todo lo demás.
Porque sólo el centro, el PSOE, puede permitirse el lujo, pues no necesita llegar corriendo a ningún sitio, de prescindir de la juventud total para su cosmética operación de rejuvenecimiento: puede sustituirla, sin ir más lejos, por un Gabilondo que, por ser catedrático de metafísica y darle al caletre con agilidad, puede resultar más joven que otro cuyo mérito radique sólo en su poca edad. Y así están las cosas: la izquierda y la derecha de toda la vida, en pleno relevo generacional, y el centro, que lo heredó González de Suárez, pasando algunos momentáneos apuros entre tanta muchachada, pero, probablemente, sin más.