Se ha abusado vilmente de la confianza de multitud de personas. Clientes minoristas sin experiencia/cultura financiera (algo que no hay que demonizar como algunos pretenden), de perfil inadecuado para productos tan complejos y, de ese abuso, de las malas prácticas bancarias en la comercialización de las preferentes y otros productos de similares características, era conocedera la CNMV, cuya acción se limitó a dirigir recomendaciones a las entidades financieras y no se centró, como hubiese sido procedente, en poner coto al desmadre.
Si la CNMV conocía la situación, la previsible deriva a la que estaban abocados los clientes y podía, como mínimo intuir, la certeza de que éstos eran ajenos a su futura (aunque cercana) desgracia, ¿por qué no actuó con mayor diligencia?. ¿Es creíble que si la CNMV lo sabía otras "altas instancias" no tuvieran conocimiento de ello?
En tiempos de crisis financiera (es posible que en origen no, porque la situación no era la misma), en tiempos de dominio del capital especulativo y no productivo, el objetivo fijado era el aumento de los activos propios, capitalizarse.
En ello pusieron empeño las propias entidades financieras e, incluso, las autoridades monetarias y políticas, con funciones de regulación y control, ejecutivas o de gobierno. El fin puede no ser censurable, pero sí los medios utilizados para conseguir dicho objetivo por un número elevado de entidades, que han carecido de ética, de honestidad, de respeto a la legalidad vigente y al interés de sus propios clientes. Han sido ruínes, viles y canallescos.
Se trazó un plan preconcebido, que incluyó en su estrategia a los hoy magullados preferentistas (a algunos de éstos se les llogó a colocar el producto incluso pocos días antes de que se cerrase la cotización) y utilizó su confianza. La comercialización de las preferentes fue dirigida durante la crisis de manera "preferencial", no a una clientela institucional o a inversores dispuestos a asumir un riesgo que conocían a priori; a otra con un mayor y deseable nivel de ignorancia en lo cuanto a productos, riesgos, perpetuidad, renta fija, mercados secundarios, etc. y que, además, conocían y podían manipular ofreciéndoles (gustosamente) una información opaca = desinformación, que facilitaba notablemene la colocación de un producto que, con una información objetiva, precisa y clara sobre sus características y riesgos, la gran mayoría de los clientes, por no decir todos, hubiesen desechado.
Las vías para exigir responsabilidades son varias y no es cuestión de repetirse, pero es muy importante seguir ALZANDO LA VOZ, sin desistir. Cuanta más gente lo haga, más difícil les resultará no darle importancia o silenciarlo.