Rato recibió un 'soplo'. ¿Por qué? Rodrigo Rato El ex ministro de Economía español y ex presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato.
Cuatro de los 86 dirigentes de Caja Madrid y Bankia fueron avisados antes del envío del caso a la Fiscalía del escándalo de las tarjetas B y devolvieron el dinero. Disponen así, de un posible atenuante en caso de que el uso de estas tarjetas tenga recorrido judicial. Encabeza este G-4 el ex vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato. Él y sus directos colaboradores José Manuel Fernández Norniella, Matías Amat e Ildefonso Sánchez Barcoj fueron avisados antes del verano por el responsable de Recursos Humanos de Bankia, Juan Chozas, de que debían devolver los 200.000 euros gastados en sus tarjetas.
Como publicó ayer este diario, el ministro de Economía, Luis de Guindos, consideró que había que darles la oportunidad de devolver el dinero antes de cualquier otra consideración. ¿Favor político de Guindos a su ex jefe Rato? "No era un favor. Era lo mejor para el Estado. Tenía toda la lógica porque el Frob, como principal accionista de Bankia, era el principal perjudicado por el quebranto de 200.000 euros y lo más eficaz para recuperar ese dinero era pedirles la devolución y no entrar en un costoso pleito", señalan fuentes próximas al fondo estatal. Pero entonces ¿por qué no dar la misma oportunidad al resto, incluido el ex secretario de Estado de Hacienda del PP, Estanislao Rodríguez Ponga, o un ex ministro socialista como Virgilio Zapatero?
La versión oficial es que Bankia sólo podía pedir devolución a Rato y a los otros tres ejecutivos, porque el resto del uso de tarjetas eran deudas con Caja Madrid, no con la actual entidad. Por esa razón, Bankia remitió el resto de casos detectados a la Fundación Caja Madrid, heredera de la vieja caja de Miguel Blesa. Pero esta entidad no reclamó nada. Por un lado, la presidía Carmen Cafranga, que era una de las usuarias de las tarjetas B. Pero, por otro, en la Fundación aseguran que el Frob les ha asegurado que no deben reclamar nada, porque el perjudicado es el Estado. El resultado es un galimatías: el Frob es el perjudicado por todos lados, pero el Gobierno avisa a unos y a otros no. Además, aunque parezca lo contrario, el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, no ha sido agresivo con su antecesor y su equipo. Podía haber lanzado, además de exigir el dinero, una querella contra, al menos, el brazo derecho financiero de Rato, Sánchez Barcoj, por tener las tarjetas B de este grupo ocultas indecentemente en una cuenta de quebrantos, de dinero perdido por Bankia. Pero no lo ha hecho, eligió la vía más suave.
Sin embargo, al otro lado de la balanza, en el equipo de Rato se sienten engañados. Según su versión, cuando Chozas les llamó, les recomendó devolver el dinero para no acabar en los tribunales y por eso aceptaron hacerlo, pese a que consideraban que no habían hecho nada irregular. Acto seguido, Bankia no les avisó de que Guindos y el Frob planeaban igualmente mandar su caso a la Fiscalía. "Nos engañaron miserablemente", lamentan.
Además, su atenuante es limitado, porque no devolvieron el otro dinero, la parte que ellos mismos gastaron antes en la época de Caja Madrid. Como la Fundación Caja Madrid no les pidió nada después, nada devolvieron. En el entorno de Rato se sospecha que el trasfondo es una operación política de Guindos para mostrar dureza con la casta nacionalizada.
Otro ingrediente extraño es que Bankia dice haber iniciado la investigación al ver publicados correos de Blesa que la propia entidad había enviado meses antes al juez Elpidio José Silva. ¿No leyó nadie en Bankia los correos antes de remitirlos al inefable magistrado? ¿Cómo es que la actual Bankia dio de baja la tarjeta de Rato en mayo de 2012 y niega haber sabido que existiera hasta dos años después? ¿Se dio Rato de baja a sí mismo al irse? Un embrollo que no deja de ser secundario dentro de lo fundamental: el nauseabundo uso continuo de tarjetas B ocultas en una cuenta de quebrantos de la entidad que necesitaba súper rescate del Estado.