En 2008 empezaba mi vida laboral en el sector financiero, y el ingenuo de mí creía que, junto a la poca capacidad de ahorro y mis escasos conocimientos en bolsa, podría doblar o triplicar mi pequeña cartera de acciones.
Ojalá me hubiera visitado mi yo futuro para aconsejarme dónde invertir, pero también donde no hacerlo. O al menos, decirme a que precios comprar y vender. Creo que esta situación utópica está muy lejos de ser posible, pero lo que no lo está es reconocer el por qué determinadas acciones o sectores, pueden ser tan castigados.
La filosofía de este blog es intentar entender la evolución de distintas empresas, sectores, etc.., pero en ningún caso criticar las compañías o aconsejar no comprar. En absoluto, somos firmes defensores de la inversión a largo plazo en renta variable, pero con método, experiencia y formación.
Todos conocemos (o los que hemos estado interesados en la evolución de la economía o hemos trabajado en el sector bancario) los estragos causados por la crisis económica mundial que empezó en 2008 y afectó a todas las economías desarrolladas. Pero gran parte de la sociedad no tiene claro cuáles fueron sus causas y orígenes. Esta crisis se sumó a una crisis bancaria que afectó, entre otras cosas, a la valoración de la cartera de acciones de muchos clientes minoristas, y que hoy analizaremos. En concreto, la acción de Banco Santander.
El 2 de Enero de 2008, la acción de Banco Santander tenía un precio de 14,79 € y cerró el ejercicio con un beneficio de 8,873 millones de euros. Aún no había explotado la crisis y el sistema bancario español era considerado, según diversos analistas, de los más sólidos de Europa occidental y mejor preparados para afrontar una crisis de liquidez. Durante los años de “alegría” inmobiliaria, los bancos no cumplieron con los estándares mínimos de aprovisionamiento de reservas, por lo que dicha solidez no era tal y el sector se volvió muy vulnerable.
Muchos clientes minoristas compraban acciones de empresas de gran capitalización del Ibex, como BBVA, Santander, Popular...por su creencia de “fortaleza de balance” y buenos dividendos, con comentarios del tipo “como va a caer un banco tan grande..” o “que más da la valoración, si a mi me interesa el dividendo...”. En España, después de los depósitos, el activo favorito de ahorro/inversión son las acciones, pero la mayoría cometen los mismos errores: cartera de acciones compuesto por únicamente 2 o 3 valores, sin diversificación sectorial ni geográfica, ni reinversión de los dividendos. Y mucho menos con un stop loss marcado.
Un año más tarde, el 9 de Marzo de 2009, la acción llegaba a un precio de 3,90€ (un 73% menos) y cerró el año con un beneficio atribuido de 4,519 millones de € (casi un 50% menos). Imagina que inviertes 100.000 € el 2/01/2018... ¿Vaya susto eh? Mucha gente no daba crédito de lo sucedido y a día de hoy, aún mantienen su cartera por las fuertes minusvalías culpando “a la crisis” de dicha caída. La culpa es, entre otras cosas, la falta de educación financiera y control del riesgo en nuestras inversiones.
Para entender la baja valoración a fecha actual (4,021€ a 30/10/2018) de la acción de Banco Santander (y la baja valoración de muchas entidades financieras actuales) hay que atender varios hitos de la reciente historia financiera:
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El inicio de la crisis hipotecaria subprime, donde se concedieron préstamos hipotecarios a deudores con escasa solvencia, donde el tipo de interés era elevado, y pudiendo titular dichas hipotecas mediante un bono, sacando el activo del balance del banco siendo compradas por fondos de inversión o planes de pensiones.
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Cuando las hipotecas subprime no se pudieron pagar, los bonos o titulaciones no pudieron pagar ni los intereses ni devolver el capital a los tenedores, entrando el sistema financiero en colapso.
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Estallido de la burbuja inmobiliaria, provocada por la falta de liquidez del sistema financiero por la crisis subprime, que hizo contraer la demanda de inmuebles. El modelo de crecimiento, basado en la construcción, tocaba fondo.
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Aumento de los tipos de interés de referencia del mercado hipotecario, en este caso el Euribor, llegando a niveles del 5%, lo que dio lugar a que clientes particulares y empresas pagaran un elevado interés en sus préstamos.
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Nacionalización de Bankia e inyección de liquidez por parte del FROB, lo que arrastro la valoración de todos los bancos pertenecientes al Ibex35, y con la consecuente bajada de valoración crediticia por parte de las agencias de valoración.
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Medidas excepcionales de política monetaria expansiva del BCE, marcando tipos de interés oficiales en 0%, penalizando a los bancos en su margen financiero. Aumentaron las dificultades para que su negocio tradicional, captar y prestar, fuera rentable.
Todo se ve más claro cuando ya ha pasado. Es más difícil conocer que nos deparará el futuro. Personalmente creo que la banca ha recibido un gran castigo en lo que respecta a valoración, y habrá que seguirla de cerca ya que puede haber valoraciones atractivas en este momento.
Lo que si es cierto es que lo que conocemos como banca tradicional está desapareciendo, adaptando su oferta a lo que demanda la era digital y la nueva sociedad de información y sobreviviendo aquella que mejor se adapte al cambio.