En los comentarios de mi post anterior Rankia “Descubriendo ideas de inversión Barcelona” y algunos eventos del año 2024” se hizo alusión al estoicismo que considero muy interesante porque es una mirada al mundo diferente. En ese mismo post hablábamos de la dificultad que se tiene al escribir en un blog de mercados financieros sin caer en la tentación de hacer el patético papel de adivino, por lo que considero interesante reflejar pensamientos de personas con un alto nivel de conocimientos de la economía, mercados o ramas que nos hagan comprender mejor los mercados. Por ello, se me ocurre comentar un fragmentos del libro “El arte de pensar” de José Carlos Ruiz, un profesor de filosofía próximo al estoicismo que sabe explicar de forma muy llana y comprensible la filosofía. Entre otras cosas, nos habla de la metáfora del césped y el árbol creo que se adapta muy bien a la idea de invertir a corto o a largo plazo.
Fragmento: “Podemos elegir la felicidad del césped o la felicidad del árbol. El césped tiene muchas ventajas, estéticamente es muy bonito y si nos tumbamos sobre él notaremos su comodidad. Además, crece con mucha facilidad, no necesitamos esperar mucho tiempo para disfrutarlo. Se planta, se riega un poco a diario y crece, es una planta muy agradecida, pero tiene una serie de inconvenientes que es necesario tener en cuenta: posee una raíz frágil, poco profunda, de modo que cualquiera que dé un pequeño tirón puede arrancarlo sin apenas esfuerza; necesita un cuidado diario y es relativamente delicado; sufre mucho con los cambios meteorológicos, será el primero en secarse si no tiene agua o en pudrirse con una lluvia intensa y persistente; además, la facilidad con la que crece es la misma que con la que muere, cualquier acontecimiento puede afectar a su quebradiza estructura.
El árbol es todo lo contrario. Su semilla tarda mucho en germinar y necesitamos años para poder disfrutar de su sombra. pag.35.
Crece a su ritmo, no tiene prisa para demostrar la belleza de sus ramas y de sus hojas, sino más bien por asegurarse un tronco y, sobre todo unas raíces que le permitan enfrentarse a la vida sin miedo. No necesita de grandes cuidados, apenas un poco de agua al principio, pero después las raíces serán las que busquen el alimento, las que profundicen, las que tengan que apañárselas para sujetar el resto del tronco. Frente al césped el árbol no tendrá problemas con los cambios meteorológicos y no temerá a las grandes tormentas. Al tener el tronco fuerte, las tempestades podrán partirles algunas ramas o hacer que sus hojas se caigan, pero el árbol seguirá siendo árbol.
Como dijimos al principio, aprender a ser feliz, al igual que pensar de manera crítica y tener buena higiene mental, lleva su tiempo, y en la sociedad del instante, de lo rápido, de la turbotemporalidad, de la recompensa inmediata, existen muchas personas que ha elegido, casi sin darse cuenta, convertirse en césped. Una planta que crece rápido y que por fuera presenta un verde intenso y un tacto agradable y suave, pero que está expuesta a todas las veleidades de la meteorología y de la acción humana.
Creo que el modelo de vida, el pensamiento y el de felicidad se encaminan cada vez más por el formato césped. Personas que hacen lo que otros hacen, que creen en el concepto de vida y felicidad es lo que otros dicen, y necesitan el refuerzo de todos, pero después cuando llega el más mínimo inconveniente, unas gotas de lluvia, un sol de justicia un día de verano o una simple pisada, sufren mucho porque no tienen ni la raíz ni el tallo preparados para hacer frente a las adversidades. Pág. 36.
Las personas que crecen como el césped son las que más padecen los pequeños detalles de la vida diaria, las minucias de la cotidianidad, porque no saben separar ni valorar adecuadamente lo trascendente de lo superficial. Por el contrario, el árbol no entrará en crisis existencial porque llueva, haga viento, o alguien decida recostarse en su tronco o refugiarse bajo sus ramas. Solo una catástrofe impedirá que el árbol pueda seguir creciendo.
En el mundo en el que estamos es complicado cultivar árboles porque lleva tiempo y queremos resultados inmediatos. Pág. 37”.
Fragmentos del libro “El arte de pensar” de José Carlos Ruiz.
La metáfora sobre el árbol y el césped me parecen muy clarificadoras sobre lo que decidamos hacer a corto y a largo plazo; en el caso que nos ocupa que son los mercados financieros, hemos de distinguir si queremos estar tranquilos con la inversion o tener presente que cualquier evento externo puede acabar con nuestro “césped”
¿Qué pasaría si le preguntamos a los estoicos?
El estoicismo lo inició Zenón, pero los que lo han abierto más han sido Epicteto, Marco Aurelio y Séneca. El estoicismo se basa en diferenciar entre lo que está en nuestro control y lo que no lo está, instándonos a centrarnos en nuestras propias acciones y actitudes. En palabras de Marco Aurelio: “Tienes poder sobre tu mente, no sobre los eventos externos. Date cuenta de esto, y encontrarás la fuerza “.
Este principio es esencial en los mercados, donde a menudo las circunstancias externas son impredecibles, pero nuestra respuesta a ellas puede ser medida y controlada.
Aceptar lo que sucede, ir de su mano, más que luchar contra ello. Marco Aurelio no deja de repetirse en sus Meditaciones que la naturaleza es un continuo proceso de cambio, que nada es estable y nada podemos hacer al respecto, sino aceptar lo que sucede y centrar nuestros esfuerzos, en consecuencia, pasar a la acción.
Los mercados financieros se caracterizan por su extrema volatilidad que es uno de los componentes externos que no podemos controlar y por lo tanto no tenemos un control directo sobre ella, salvo que contemos con algo de liquidez para utilizarla cuando la bajada de las cotizaciones sean producto solo de la volatilidad.
La mayor parte de la infelicidad que experimentamos (decepción en los mercados) se debe a errores de juicio, solemos tener creencias de que controlamos cosas que en realidad ignoramos.
La lección que se nos da el estoicismo es que no somos más que naturaleza; estamos sujetos a sus poderosas fuerzas, sus movimientos nos arrastran, y no gozaremos de una vida armoniosa hasta que comprendamos esto.
Para ello necesitamos un modelo; en mi caso es análisis fundamental combinado con análisis técnico y ello dentro de un contexto en saber que la vida es cíclica y que no basta con la gestión del conocimiento sino como mantiene Daniel Innerarity, (considerado entre los veinticinco mejores pensamientos del mundo) la gestión del desconocimiento. Nuestro desconocimiento es tan grande que llevó a Descartes a decir: cambiaria todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro.
Las causa que producen la volatilidad no podemos controlarla. La inteligencia artificial ha hecho subir mucho a determinados valores en Bolsa, Nvidia se multiplica por 14 en dos años. Teleperformance pasa de 400 euros a 80 euros, un 80 % menos por suponer que la inteligencia artificial le hará daño a su cuenta de resultados.
En menos de dos años la geoestrategia multiplica Palantir y Rheinmetal, por 12.
Y esto como empresas afectadas directamente. Además, puede ocurrir un cisne negro como la Covid-19 que hace caer todas las bolsas, los bancos centrales inundan el mercado de dinero y se crea una gran inflación que hace que el motor de las bolsas sean bancos y la pequeña empresa quede con precios desfasados.
Posiblemente Nietzsche tenia razón cuando dijo: El roble no seria fuerte si no hubiera tormentas.