A comienzo del año 2013 se comenzó a aplicar la Tasa Tobin, que consiste en un gravamen sobre las Transacciones Financieras Internacionales. Una especie de impuesto o comisión añadida sobre todo movimiento, bien de compraventa de bonos o de contratos sobre derivados financieros.
Ese gravamen, también conocido como tasa Tobin, ha sido introducido en Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, Eslovenia, Austria, Grecia, España, Italia, Eslovaquia y Estonia, después de que países como el Reino Unido y Suecia rechazasen participar y, como consecuencia, se descartase aplicarla en toda la UE.
La implantación de dicha medida ha provocado reacciones de en contra entre los analistas, gestores e intermediarios financieros, que creen que lo que se recaude no compensará la caída de la negociación y afectará muy negativamente al acceso a los capitales de las empresas, en particular de las más pequeñas.
Soledad Pellón, estratega de mercados de IG, por su parte, señala que dicha tasa provocará una menor liquidez en bolsa, lo que a su vez desembocará en más volatilidad, por lo cual muchas pequeñas empresas se verán obligadas a cerrar porque no tienen márgenes para afrontar la subida de impuestos; las que no cierren, podrían pensar deslocalizarse para evitar pagarlos.
Dicha tasa sólo funcionaria si se aplicara en todos los paises del mundo.
Un informe de credit Suisse indica que tras la aplicación de la tasa en Francia el volumen de negociación disminuyó en un 10%, lo cual afectó principalmente a empresas pequeñas.
¿Asistiremos en los próximos meses a una perdida de competitividad de la bolsa española, deslocalizando los inversores su capital en mercados financieros que no apliquen dicha tasa?
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