Dicen algunos que es culpa del gobierno que España no funcione.
Resulta que el gobierno no es nadie. El gobierno es sólo una silla donde se sienta una persona de un partido político en un momento dado. Echarle la culpa al gobierno es por lo tanto equivalente a decir que si el que se sienta en la silla no hace su trabajo, hay que destruir la silla y se arregla el problema del mal trabajo del que se sienta en ella.
Resulta que el político de un partido que no hizo su trabajo, en realidad sí hizo un trabajo, pero no en nombre de la población, sino en nombre de una empresa o ente privado o un amigote privado suyo, de modo que la silla de gobierno empezó a servir a un ente privado por un tiempo dado, de modo que el gobierno se privatizó momentáneamente, de forma fraudulenta y antidemocrática, cuando el político no hizo su trabajo al favorecer a determinadas partes del sector privado, en un esquema que suele llamarse "democracia de lobby" que no es sino la privatización del gobierno sin privatizarlo oficialmente.
Entonces, frente a esta privatización momentánea, surgen los defensores de la destrucción de la silla, quienes sostienen que privatizar la silla permanentemente es la solución frente a la corrupción que resultó de la privatización momentánea de la silla. Es decir, privatizar entes públicos es la solución contra el problema de la privatización de entes públicos, que lo que hace es privatizar las ganancias.
Como el gobierno (la silla) es de todos, entonces se dice que es culpa de todos (y por ende de nadie), y así es como se justifica la socialización de las pérdidas, porque al fin y al cabo la culpa no es del político que privatizó la silla, ni del partido que no vigila la ética de sus miembros, sino que se habla en términos abstractos de que la crisis (creada supuestamente por "todos") causó el problema, o semiabstractos alegando que la euforia colectiva (exuberancia irracional) de la burbuja hipotecaria en la que estaban todos (y no las mentiras de los políticos que negaban su existencia mientras los amigotes se beneficiaban) trajeron esta crisis. Como la culpa es de todos, pues hay que castigar a todos, y por eso es que todos los españoles sufren desempleo y hambre, y los jóvenes no pueden planear su futuro, en lugar de sufrirla los políticos y los amigotes que se beneficiaron de ella. Claro, cuando hablamos de "todos", los políticos (y los amigotes que se benefician) se marginan de esa clase castigada, lo que convierte el "todos" en "todos los demás", y eso les da (al menos a sus egos) un aura de inocencia santa como el de la madre Teresa al sentirse apartados de esa masa de "plebeyos culpables".
Como los políticos y sus amigotes privados que causaron la crisis, no sufren sus consecuencias, se aplica el concepto económico de "riesgo moral" que es el cambio de conducta que sucede cuando a una persona se le libra de las consecuencias de sus actos, una conducta que se vuelve esencialmente irresponsable en condiciones de alcahuetería pura.
Así pues, como los políticos privatizaron momentaneamente la silla para beneficiar a sus amigotes, y proponen como solución que se privatice y venda la silla a los amigotes permanentemente, para no destruirla, sino hacerla "más eficiente". ¿Eficiente para quién? Pues obviamente para el bolsillo de los amigotes, a quienes les venden barata la silla a precio de ganga, para deshacerse de la silla privatizada que causó tantos problemas.
Como la culpa del mal desempeño es de la silla y no del que se sienta, por analogía podemos pensar que el frío está en las cobijas, y si los españoles desempleados tienen frío en inverno, lo que deben hacer es sacar sus cobijas a la calle y regalárselas también a los amigotes, en forma de reducción de costos de despido y abolición del estado de bienestar.
Dicho en pocas palabras, si alguien roba, la solución para que no robe es entregarle todo lo que se pudiera robar, y así se acaban los robos. Esta es la propuesta de los que defienden la destrucción de la silla, que a menudo son llamados neoliberales, pero que se bañan con la bandera del socialismo (y por eso todos dicen que el socialismo de los neoliberales no funciona) y la defensa del trabajador, y bajo los cuales se abriga una manada de amigotes vividores que no tienen nada de socialistas, sino de sanguijuelas que le chupan la sangre al trabajador mientras dicen que trabajan en favor del trabajador.
¿Y cómo se arregla todo este jaleo? Pues se elimina cuando los políticos entiendan que la silla del gobierno es del gobierno, que no se vende porque es del gobierno, y que se llega a esa silla a ganarse un salario a cambio de hacer el trabajo en favor de los ciudadanos y no de los amigotes, o dicho de otra forma, cuando los españoles decidan abolir el riesgo moral del que son víctimas y dejen sin empleo a los partidos políticos que no hicieron su trabajo se habrá entendido la lección.
Dicen que esta es la "revuelta de las élites" (frase acuñada por el autor Christopher Lasch en su libro The Revolt of the Elites and the Betrayal of Democracy), pero como toda revuelta tiene su contrarrevuelta y toda acción tiene una reacción, aún el juego no se termina. "It is not over until it's over" como decían en el beisbol.
Es que las malas costumbres de los partidos políticos deben ser vigiladas, porque una vez electos para la silla, trasladan sus malos hábitos a todo el país. Tal fue el caso de Hitler, que fue elegido democráticamente y que llevó sus malas costumbres a toda Europa. Los malos hábitos del gobierno (la silla) no son nada más que los malos hábitos de gente de partidos políticos (los que se sientan en la silla) y por una extraña razón nadie vigila las costumbres de los partidos políticos. Por ende, en lugar de "hacer pequeño al gobierno" como proponen los defensores de la destrucción de la silla, lo que hay que reducir o destruir sería a los partidos políticos que no hacen su trabajo.
Una buena forma de hacer esto es ser un entrometido, de los que meten la nariz donde no los llaman, para que dentro del partido sientan que alguien desde afuera del partido les respira en la nuca cada vez que incurren en malas costumbres que van desde decir burradas hasta decir mentiras, o hacer algo distinto de lo que dicen. Y puedes exponer lo que hace la gente de los partidos, sin adjetivos ni juicios de valor personales, para que los lectores sean los propios jueces. Dicen que el abuso requiere silencio, y eso es lo que no deben obtener de tí. Eso es sacar las manzanas podridas del canasto, antes de que pudran al gobierno y dañen a tu familia y a tus hijos.
Como sabemos, la culpa no es de la silla, sino del que se sienta, y es preciso premiar o castigar al que se sienta de acuerdo con sus resultados, y sacar a las manzanas podridas de circulación antes de que contaminen al país, en lugar de tragarse la burrada de los ladrones, de privatizar para solucionar el problema de privatización. Y es en ese pequeño matiz que está la diferencia entre salir del problema, o saltar de la sartén directo al fuego.