En estos tiempos me ha tocado ver a la muerte de cerca, y recordé otra época pasada donde la muerte también no anduvo muy lejos. Y me resulta interesante contrastar eso con el absurdo debate que se ha armado con un jovenzuelo que se dedica a ganar dinero, y que trae en un infantil juego de egos, el Triángulo del Drama, donde lo que se pretende es ver quién comete un error con palabras y quien "gana" el debate, como si con escribir palabras en la red se ganara algo. Eso viene en el mismo momento en que me toca ver a gente que lucha por su vida, para no dejarse vencer por la muerte. ¿A qué le debería prestar más atención?
Ha sido contrastar las banalidades de los que viven en el sueño Yuppie del mundo Barbie, y los que viven y entienden en profundidad la vida de una manera más realista. Ha sido un tiempo para contrastar el dinero y la muerte.
Iguales ante la muerte
En mi post pasado El sistema económico ¿es sólo un videojuego? demostraba que el juego del dinero es como jugar a los videojuegos, algo que si bien entretiene, no es algo en lo que uno deba pasar días y noches pensando, mucho menos gastarse la vida en una adicción a los videojuegos, una ludopatía. Más allá del imaginario mundo del dinero hay seres humanos, personas, está el mundo real que tiene suficiente drama como para andarse enfrascando en absurdos debates esnobistas sobre teoría de la academia.
Allí en ese mundo real he estado en estos días, mientras mi esposa estaba en el hospital internada de nuevo. Aunque mi esposa ha estado muy mal por meses (y por suerte ya ha estado recuperándose últimamente), había unos casos mucho peores junto a ella. Una joven de 30 años fue operada por insuficiencia urinaria y luego por acumulación de líquidos en varias partes del cuerpo incluyendo el corazón e incluso estuvo en estado de muerte clínica por 4 minutos. Esta joven viene de una familia muy rica y adinerada que viaja a Europa con frecuencia a visitar a sus familiares y que perfectamente podía pagarse la medicina privada, que terminó siendo peor que la pública por una mala praxis, y por eso estaba en ese establecimiento público con mi esposa. Realmente a esta mujer no le faltaba nada en lo económico, tienen mucho dinero y pueden gastar en lo que quieran. Pero esta mujer no va a poder tener hijos mientras se recupera y eso va para largo, teme que su marido deportista se canse de tenerla enferma y la deje, aunque él ha demostrado que la ama. Aunque tiene una casa enorme que están remodelando, movilizarse le resulta muy difícil, y esencialmente tiene la fortaleza y movilidad de una anciana. ¿De qué le sirve tener tantísimo dinero? Ella cambiaría hoy todo su dinero por volver a tener salud.
Es que ante la muerte somos todos iguales. Igual que la muerte no distingue si eres bueno o malo para jugar Pacman. No distingue entre los adinerados y los pobres. No distingue si eres VIP o no, si eres banquero o trabajador de fábrica. Allí en dos camas, mi esposa que procede de origen humilde, y esta joven que procede de cuna de oro, se encontraron y se hicieron amigas, pero no porque les una o divida el dinero, sino porque precisamente ese es un lugar y circunstancia donde el dinero no importa. Sólo importa el ser humano y la lucha por la vida, lo que es importante y no lo banal.
Igual de importantes ante la vida
Recordaba entonces cuando mi mujer en el pasado se sentía menos que los VIP, por el hecho de no tener mucho dinero, porque su barrio era humilde. Una vez la llevé a la casa del embajador de la Unión Europea y el embajador en medio de la conversación le sirvió a ella una copa de vino. Este embajador (hoy exembajador porque le nombraron en otro lado) es una excelentísima persona, y lo que menos me importa es que sea embajador, pues no se le ha subido lo VIP a la cabeza, y por el contrario es más humano que muchos seres humanos que he conocido, y él está algo cansado de las apariencias que el rigor de su trabajo le impone. Él y su mujer son dos personas a los que recuerdo siempre con mucho cariño. Cuando mi esposa se sentía poco importante en el mundo, yo salía diciéndole "no a mucha gente un embajador de la Unión Europea le ha servido una copa de vino", no con afán de petulancia, sino para mostrarle a ella que ella valía mucho como persona, que ella en su vida sencilla ha vivido cosas que otros jamás han hecho.
Resulta que yo no soy ni ministro, ni tampoco gerente de una multinacional, ni VIP, sino un trabajador raso porque busqué intencionalmente estar allí para vivir algunas experiencias que la vida me tenía, aunque sé que mis calificaciones profesionales dan para volver a puestos gerenciales y generalmente considerados VIP por la gente. Pero la vida es misteriosa y nos lleva por caminos curiosos. Cuando era jovenzuelo y ambicioso, al tratar de buscar ser VIP todo salía mal, y ahora que he buscado todo lo contrario, la vida humilde y sencilla, la vida me ha llevado a ser un trabajador ordinario metido entre VIPs y a descubrir muchas cosas sobre las razones de nuestra existencia humana, mucho más allá de comer, dormir, trabajar, ostentar y hacer dinero.
Es que la gente VIP igual tiene que comer, dormir, levantarse para llegar a tiempo, ir de un lado a otro, se enferman igual y también mueren igual que todos los demás, porque ante la muerte somos iguales. Cuando experimenté enseñar en una escuela para niños ricos, y luego dar talleres para niños en barrios marginales muy pobres, entendí que la diferencia es que los niños ricos no iban a llegar a la escuela sin desayunar, pero igual eran víctimas de abandono, maltrato, tenían los mismos problemas que hay en todas las familias. Entendí que los verdaderamente ricos no son petulantes, no se andan jactando con nadie de ser superiores. Son los "nuevos ricos" o los que se sienten inferiores, quienes andan lamiendo botas y por detrás andan ostentando.
Si ves al dueño de una enorme multinacional sudamericana que he conocido, sabrás que es un hombre que viste camisa y pantalón casuales, un coche normal, y simplemente se dedica a manejar su empresa, pero con una finalidad, un objetivo que le da sentido, y por ello su tiempo se comparte entre la empresa y las ONG que tiene a su cargo para reducir la pobreza y proteger el medio ambiente. Por supuesto hay muchos empresarios que no son como él, pero ese hombre, siendo millonario aún para estándares europeos, vivía sin ostentación ni lujos y siguiendo su misión de vida. Es que tener una casa el doble de grande no te hace el doble de grande como persona,tener un coche el doble de lujoso no te hace el doble de grande. Y es cuando entendí que cuando estás más alto y más humilde eres, más grande eres. El dinero no te hace grande. Más bien puede distraerte de tu misión de vida.
Sí, he tenido suerte, he topado con unos VIPs que quieren hacer cosas buenas, y cuyos actos lo demuestran.
El caparazón del cangrejo
¿Y cómo llega una persona ordinaria como yo a conocer a tantísima gente así? Hay personas que han ido forjándose una carrera a lo largo de sus vidas y no han llegado a conocer a tanta gente VIP como yo. Y yo no andaba buscando conocer gente VIP. Sin embargo al analizar la pregunta que me hacían entendí que el secreto era salirse del caparazón del cangrejo, dejar de tener la vida de una escoba.
Como tu sabes, la escoba que se guarda en el armario de vez en cuando sale a trabajar y se la pasa barriendo la casa, y luego va de vuelta al armario. Es una escoba ermitaña. Si le miras en el armario, esa escoba se la pasa viendo la TV (la chupeta electrónica), navegando en Internet, usando su iPod o iPad y muy de vez en cuando se va con otras escobas a un bar de escobas que está también dentro del armario. Y cada cierta cantidad de días va a la parte del armario donde compra el diario, y va a la peluquería para escobas que también está en el armario. Lo cierto es que si te pones a observar la puerta del armario, pasarán horas y días en que la escoba simplemente aparece como guardada, como una cosa que no se mueve, un artefacto, un objeto. Así vive mucha gente, como una escoba que cree que hace muchas cosas, cuando en realidad vive en el armario y sólo sale a trabajar y regresa de vuelta al armario. Entre barrer la casa e ir al armario la ruta ya tiene trillo, va de trabajar a descansar. ¿Acaso la escoba cambia el mundo en su tiempo libre?
La gente vive la vida del ermitaño en una cueva, vive como el cangrejo metido en su caparazón. Viven la vida que la chupeta electrónica de la TV o del internet le ordena que viva. Trata de tomar a toda esta gente y quitarle lo no indispensable para vivir, de modo que puedan vivir como hace 200 años cuando la gente vivía a la luz de candelas y tenían que buscarse formas reales de vivir en el mundo, en lugar de atrapados frente a una pantalla. Los videojuegos, la banca, la bolsa, todo eso es parte del armario, que ha sido dotado de todo lo necesario para convertir a las personas en ermitañas encerradas en sus casas. ¿Quién es entonces quien maneja todo allá afuera en el mundo real? Muy pocas personas.
Yo casi no respondo mucho en Rankia, en comparación con otros foristas más activos, porque mi vida es principalmente offline. Cuando la gente abandona el caparazón, el armario, empieza a conocer una realidad alucinantemente real. Es que la gente cree que la realidad de la prensa y las películas es real, y por ello se pierden de conocer el mundo real. Allá afuera hay mucha gente viviendo sus vidas, y cuando les conoces y ves sus dramas humanos, y ves sus luchas y sus dichas, empiezas a hacerte de una visión más comprehensiva de la realidad.
Es cierto, me gustan los temas intelectuales, porque son temas para analizar y entretenerse, pero no pienso perder mi tiempo demostrando a un interlocutor que yo soy quien soy. Por eso es que mi perfil carece de datos, porque no me interesa decir quien soy, la etiqueta profesional, la etiqueta de la hoja de vida, la etiqueta del género o de la edad, no me interesa que la gente piense que soy un idiota o un pensador, un loco o un excéntrico, porque yo no vine acá más que para cambiar el mundo, y para eso no hay título académico ni certificación.
Y al conocer la vida en el mundo real, se conoce también la muerte. Y conoces gente rica, y gente pobre. Gente que vive bien, y gente que lucha contra la muerte, ante la cual todos somos iguales. Ante ella no existe Supermán en la Tierra, ella se lleva al que tenga que llevarse cuando le toca y deja a quien deba quedarse para que cumpla una misión importante. Los que hemos estado cerca de la muerte hemos visto eso.
Lo importrante que hacemos
Pero así como somos iguales ante la muerte, así también ante la vida somos iguales.
Me tocó conocer al escritor Francisco Zúñiga Díaz, discípulo de Carlos Salazar Herrera del boom de los escritores de 1940, un anciano afable y bondadoso que vivió la vida que se acostumbraba vivir, la de beber y fumar, y era un hombre con conciencia social y que amaba a la gente, y eso se transmitió a sus alumnos de un taller literario que tenía, pues aún hoy se siguen reuniendo en su memoria y siguen rindiendo tributo. Zúñiga nunca fue rico, sino más bien clase media tirando a pobre, pero dejó un gran legado que no se construye con dinero, sino con tiempo. Sufrió cáncer de pulmón y en los últimos días cuando ya enfrentaba a la muerte se preguntaba por qué nunca nadie le dijo que el cigarro mataba. Y empezó a preocuparse por lo que significaba la muerte, la vida y por bastante tiempo se resistió a la idea de que iba a morir y eso le tuvo en estado de angustia.
Si a mi me preguntan quién ha dejado más huella en mí, algún expresidente ido o don Francisco, tendría que decir que en el breve tiempo que le conocí, don Francisco se lleva el galardón de bondad y de hechos en favor de la gente, era un activista a su manera. Es que su taller traía salud mental a la gente. Puede ser que un jovenzuelo viniera de un hogar donde los padres se divorciaban y se peleaban, que allí la pasaba de maravilla, jugando con las palabras y la imaginación. Era realmente un mago en su taller, porque llenaba todo el lugar con una atmósfera acogedora y amigable, y no sin razón llamó a su taller "el café cultural". Es que llegado cierto punto en la vida, cuando ya se acepta la muerte, lo que se empieza es a evaluar "qué hice con mi vida", "a cuántos hice felices", "qué legado les he dejado". No se ocupa ser rico para ser importante, porque lo que se hace en la vida no es importante en función de la fama o el dinero.
Respecto de esta idea del legado por el cual la gente se pregunta, la gerente financiera de un canal de televisión nacional, madre y persona de gran nobleza, me decía que "hay gente que se pasa la vida haciendo dinero, se mueren y lo único que hicieron fue hacer dinero, y la gente se pelea por el dinero que dejó, pero nadie les recuerda en su corazón". Esta mujer, a pesar de ser gerente de finanzas, tiene un alma buena y ha ayudado a muchos a aprender cómo manejar sus finanzas personales, se ha ganado su pedazo de cielo.
Estuve en el canal y pude ver que los periodistas eran iguales que tú y yo, pero en ciertos momentos debían hacer silencio porque iban a grabar y cuando estaban transmitiendo en vivo, debían decir sus líneas, y su fama no era más que el efecto de trabajar y tener una cámara que te observa mientras trabajas, porque en lo demás eran iguales. Había una periodista a la que se le murió su padre, y estaba muy triste. Otra estaba metida en un grupo de voluntarios católicos (grupo que también conocí) que se dedicaba a hacer obra social comunitaria, y renunció al canal para buscar un trabajo menos ajetrado como responsable de relaciones públicas de una multinacional.
Así es como gerentes o multimillonarios o pobres escritores o periodistas conocidos, cada uno siguiendo su misión de vida, viven una vida que lleva a muchas satisfacciones reales que no tienen precio, que no tienen que ver con el dinero.
Las apariencias del mundo Barbie
En contraste con lo anterior, una vez me tocó ir a una actividad llena de embajadores. Evidentemente había que vestirse muy formal para no desentonar. Es una de sas actividades donde la gente tiene que aparentar y todo el mundo que va odia eso (excepto los que de verdad disfrutan aparentar). Descubrí que el personal de las embajadas británica y canadiense eran más humildes y abiertos al trato, respecto de la algo más arrogante y pretenciosa gente de la embajada americana, quizás por razones culturales. Descubrí que un embajador del centro de Europa vino vestido de manera "inapropiada" para la ocasión con su esposa, porque no venía en tuxedo sino con un saco algo más informal, y estaba angustiado por eso, y aunque traté de hacerle sentir bien y aceptado, en tanto yo no lo rechazaba por ello, no dejaba de sentirse incómodo.
Por supuesto, ese no es el mejor lugar para portarse como si se estuviera en un sitio de fiestas populares, pues había que guardar cierta compostura. Era extraño ver gente VIP que pensaba como tú y como yo, como seres humanos, iguales ante la vida, y que debían portarse como personajes encarnados por sus puestos frente a otros personajes. Era como disfrazarse para un videojuego como el avatar y tener que dejar de ser uno mismo, y donde nadie podía ser auténtico. pero detrás de los avatares estaban los VIPs deseando quitarse el disfraz para volver a ser auténticos seres humanos.
Pero si el mundo de los embajadores a veces tiene pinta de juego teatral de avatares, en banca la cosa es peor. Existen dos niveles.
En el más bajo están las sucursales bancarias y los ejecutivos de cuenta, que tienen una cultura que valora demasiado a las apariencias y muy poco a las personas. Si vas por allí y tienes una minúscula mancha de salsa en la camisa, verán la mancha y no a tí. Es literalmente el mundo Barbie, y los argumentos de los diálogos son igual de instrascendentes y superficiales.
Conforme te mueves a los niveles más altos, hay un cierto clasismo basado en el dinero, muchísima avaricia, y la gente sólo piensa en dinero. Para ser franco, el mundo de las reuniones de embajadores es más cómodo que el ambiente de un banco. Como la gente trabaja en un banco, que es un edificio donde no hay pobres y sólo ven números, termina siendo difícil para la gente pensar que allá afuera hay seres humanos que sufren. Y si para el que tiene la panza llena le resulta difñcil entender al que tiene la panza vacía, resulta todavía más irónico que el diseño de los bancos haga que se aplique aquello de que "ojos que no ven, corazón que no siente". Es un planeta aparte.
Allí en el banco no ves activistas comunales, funcionarios, empresarios o gerentes que dediquen su vida a servir a otros. El clasismo hace que los pobres se vean como seres sucios (aunque no es lo mismo ser pobre que ser cochino), potencialmente peligrosos, inferiores. Es un mundo enajenado por los números, pero vacío de humanidad.
De vez en cuando se organizan actividades para "ayudar" cuando en realidad son iniciativas de recapitalización para sacar ganancia, donde se anuncia que una ínfima parte del dinero inventado por el banco se destinará a obras de caridad. No se trata de dar, se trata de lograr más ganancia.
Cuando se diseñan productos, se hace pensando en cargarse al cliente, preferiblemente con mezclas de productos donde se cobre interés sobre interés. Sólo los clientes grandes tienen condiciones preferenciales, mejores tasas, no pagan ciertas comisiones, mientras que al cliente ordinario sí le despluman sin asco.
¿Cómo puede existir semejante mundillo en medio de una realidad de gente que muchas veces se enfrenta con la muerte? Es que la mayoría de la gente no piensa en morirse, no piensa en que todo esto que olemos, vemos, sentimos, es provisional. Luego de conocer la realidad, uno entiende que la realidad Yuppie bancaria es una forma extraña de enajenación, donde se cree que nada existe más allá del corto plazo, de las siguientes 24 horas, porque mañana todo será igual. Es como si anduvieran drogados.
Si se enferma o se muere un empleado bancario, simplemente no viene a trabajar, y para los demás daría igual que anduviera de viaje, y cuando se manda el correo que avisa de su muerte, es como si dijeran que se murió la mascota del vecino, se mira el nombre a ver si era conocido y ya.
En contacto con la muerte
Hubo un tiempo donde me sentía como James Bond, porque se empezó a morir mucha gente que yo conocía y estimaba. Tu sabes que alrededor de James bond todo el mundo se muere. No era porque yo anduviera en esos absurdos juegos de agente secreto ni nada de eso, porque Bond es puro entretenimiento, un personaje teatral, y no un ser con una misión de vida dedicada al bienestar humano.
Se muere mi primo por suicidio y aparece como portada del diario más sensacionalista del país, lo cual es bastante denigrante, un espectáculo. Era como un hermano para mí cuando éramos niños. Su muerte me dejó pensando por años hasta que en mi post Por una navidad y año nuevo sin suicidios expuse todo lo aprendido. Su funeral es el más espantoso al que he ido, lleno de culpas, llantos, remordimientos, tristezas y la sensación de que no partió en paz, un ambiente pesado y enfermo, lleno de intranquilidad y desazón, lo más parecido al infierno en materia de emociones. Se mueren mis dos abuelos, pero al menos ellos ya estaban viejos y habían vivido la vida.
Un buen amigo que me invitó a su boda, un año después tendría su funeral en la misma iglesia debido a un cáncer de pancreas que le fue dejando esquelético como la gente que se muere de hambre en África. Si para mi fue duro, para su mujer fue peor, porque ella estaba embarazada y tuvo que ver agonizar y morir a mi amigo.
Una amiga y un amigo del colegio, que eran muy cercanos y especiales, tras dejar de estar en el mismo centro académico, mueren de cáncer en la cabeza. Un compañero de universidad que era parte de mi grupo de amigos se mató en un accidente de tránsito y quedó debajo de un bus al chocar de frente. Otro buen amigo que se estaba divorciando y estaba muy deprimido, manejó a exceso de velocidad, hizo una maniobra repentina e imprudente al darse cuenta de que tomó el carril incorrecto y terminó volcándose, rodando y finalmente quedó prensado en las latas retorcidas y murió. Todo esto pasó en un intervalo muy corto de pocos años. Luego tuve que ver el drama humano de gente en distintos lados a la que aprendí a salvar del suicidio, y me tocó salvar a varias personas con lo que aprendí con mi primo.
Con los problemas de salud de mi esposa que fue objeto de mala praxis, tuve un año de pesadilla también, no sólo porque no podía confiar en los médicos de Costa Rica que no saben distinguir la diferencia entre la gimnasia y la magnesia porque se graduaron de universidades privadas donde por el hecho de pagar prácticamente les regalan el título, sino porque al estar tantas veces en el hospital, uno se encontraba a personas que tenían su alma herida. Yo no se curar cuerpos heridos, pero sí había aprendido a sanar almas heridas, hundidas en la tristeza, en la depresión, en la desgracia, y les ayudaba a que se empujaran hacia un tipo de salud que se llama "salud mental". Empecé a ver que conocer la muerte me había dado una visión distinta de la vida. Ya uno no aprecia las mismas cosas de la misma manera.
Recuerdo el caso de una muy buena amiga que tenía a su madre en le hospital. La madre estaba en coma y no iba a salir de eso. Su hija no quería que se muriera, pero un día ella le dijo "mamá, usted ya se puede ir, que yo aquí me las arreglaré, vaya tranquila" y 10 minutos después murió.
El padre de mi esposa murió poco después de que nos habíamos casado. Él tenía un daño neurológico a raíz de un ataque, y esencialmente no hablaba y tenía esas típicas poses retorcidas que a la gente normal le desagrada, y mi suegra le cuidaba como si fuera su enfermera, con mucha dedicación. Yo se que antes de estar así él cuidaba a mi esposa para que no viniera un golfo a arruinarle la vida a su hija. Un día él estaba en esos días en que se la pasaba muy mal, y le dije "usted no se preocupe, que yo me haré cargo de ella", y unas pocas horas después murió.
Años atrás yo mismo tuve una neumonía muy severa y terminé en emergencias con una vía que era mi único lazo con la vida, y aunque ya estaba más cerca de la muerte que nunca, y entendí que lo que hace la diferencia es aferrarse a la vida, no dejarse llevar. En un programa de TV también un rescatista contaba que muchos pacientes esperan y sobreviven, y cuando llegan, aflojan y dejan de agarrarse a la vida, confiados en que vino la ayuda, y se mueren.
¿Y tras hablar tanto de todo esto, qué rol juega el dinero en la vida? Sabemos que es un problema no tener dinero, y por eso es que empecé a estudiar lo que he expuesto en este blog de Rankia, pero tampoco tiene sentido desperdiciar nuestras vidas enteras solamente en el videojuego del dinero, y dejar de vivir nuestras vidas. Y por eso en medio de los artículos de lo que pasa en el mundo con la economía, intercalo con posts que tiene un significado más vivencial.
Es que cuando has conocido la muerte en todas sus facetas, uno ve el dinero, y no le da tanta importancia, aunque haya atravesado momentos de escasez en mi vida. He llegado a pensar que las personas saben cuando van a morir, y que realmente la decisión de soltarse tiene mucho que ver. He visto que la gente teme mucho que le digan que se va a morir, pero cuando uno pone las cosas en perspectiva, la muerte es otra de las etapas, como cuando hay nacimientos, matrimonios y todas esas cosas que en los pueblos de antes eran tan naturales, pero no en la vida moderna donde le hacen creer a la gente que vivirán para siempre en la realidad urbana inmutable.
Quizás te preguntes cómo es que en mi post ¿Nos estamos volviendo negativos? Cómo salirse de ello hablaba de que el universo es como The Matrix, y que el universo es software, reprogramable. Es que a esa conclusión se llega al ver en la realidad otras cosas que el resto no ve, porque viven como escobas en el armario. Cuando has visto lo efímero que es todo, entiendes que al aparente solidez de las cosas es una ilusión. Cuando hablamos de los grandes banqueros, de cómo se creen dioses, me da grima y realmente siento pena por ellos, porque viven en una ilusión ludópata (Cómo ayudar a los banqueros ludópatas).
Donar tiempo
Entonces cuando hacemos la comparación y ponemos en una balanza el dinero y la muerte, terminamos viendo que el dinero es un concepto, y la muerte es real. Y el hecho de que la muerte sea real, significa que la vida es más real todavía. Tu tiempo es vida.
En mis años como activista, tras salirme de la vida de cangrejo, entendí que en la mayoría de los proyectos lo más caro suele ser el costo de contratar personas para que dediquen su tiempo a un determinado proyecto. Así, lo importante no es donar dinero para comprar tu conciencia, sino que más valioso que los centavos que pensabas ponerle a la ONG, es mejor donar tiempo que llegue directo a los necesitados. Necesitados son todos aquellos que necesitan algo que tú les puedes dar. Cada uno de nosotros tiene una habilidad distinta y podemos dar en distinta medida distintas cosas.
Lo más valioso que tienes para donar es tu tiempo, que en realidad es tu vida. Si has de donarlo, que sea en algo que tenga significado para tí. Si no tienes dinero, no importa, porque la vida, tu tiempo, vale más que el abstracto concepto del dinero. Y todo lo que hagas con amor va a salir adelante, quizás no como espèrabas, pero sí saldrá, porque así funcioona la vida.
Allí el empresario multimillonario y el más pobretón de barrio, tienen tiempo que pueden donar, y la vida no paga más al rico que al pobre. La paga es la satisfacción de la buena obra, y saber que como todo lo bueno se devuelve, algo bueno vendrá en el futuro, y que será sospresa, pues no sabes ni cómo ni cuando. Cuando donas tu tiempo, el del rico vale lo mismo, pero si haces tu labor humanitaria con amor, vale más y sus resultados perdurarán aún más. Allí no vale ser VIP o persona ordinaria.
Indignación y escasez
Sabemos que el mundo no funciona como queremos, que podría estar mucho mejor, y surge esa indignación buena que nos hace que en lugar de pensar que todo está bien mientras todo se va por al borda, veamos lo que hay que mejorar, ese espíritu de superación que a menudo no se reconoce al confundirse con indignación o insatisfacción. Que no te importe, porque eso que sientes es lo que te mueve a cambiar y mejorar el mundo, y si el propósito es puro, sus resultados lo serán también.
Cuando no se conoce la muerte, solemos pensar en escasez, en todo lo que no tenemos, en todo lo que nos falta. Pero tras conocer la muerte, vemos lo importante, vemos lo que el dinero no puede comprar, lo que no se puede vender, apreciamos lo que tenemos y entendemos que la vida es prestada, igual que el poder, a pesar de que los poderosos piensen que son sempiternos y omnipotentes, como si el agua del poder se pudiera asir con las manos, cuando en realidad se scurre entre los dedos.
Aquella joven rica en el hospital no va a dejar de estar como una anciana por varios años y tiene su salud quebrada a pesar de ser muy adinerada. ¿Y tu cómo estas? ¿Te falta algo? Cuando ves a esa joven te das cuenta de que por más pobre o parado que estés, por más enfermo de preocupación que estés, esta chica rica está peor. Ella pone en perspectiva que a la muerte no le interesa el dinero. ¿Acaso esta joven no tiene más escasez que tí? Probablemente sí.
Y si tiene más escasez, significa que tu puedes dar más al mundo que una joven que se moviliza como anciana. Y si eres un parado o una persona que vive con lo justo, siempre tendrás tiempo que sueles desperdiciar dentro del armario en tu vida de escoba, y que podrías dedicar a mejorar la vida de alguien.
Usa tu indignación como motivo para superación, como impulso de querer mejorar el mundo. Y deja de pensar en todo lo escaso, que aquello de lo que llenes tu mente será lo que obtengas en el largo plazo. Si tienes salud y tienes algo de tiempo, tienes el regalo más valioso. ¿En qué y cuando lo vas a donar? ¿Cómo lo vas a donar? Recuerda que no hay transacción económica o financiera que pueda sustituir tu tiempo. He usado tiempo para tratar de mejorar tu vida y ponerla en perspectiva.
¿Que si conozco VIPs? ¿A quién importa? ¿Y el juego del dinero? Cuando veo personas que viven pensando sólo en dinero, y recuerdo las vivencias tan cercanas a la muerte, no me queda pensar en que veo secretos que los otros no ven.
¿Qué vas a hacer?
¿Eres trader? ¿Cuánto tiempo vas a donar para mejorar la vida de otros? Sí, se que al inicio te dolerá más donar tu tiempo para obra humanitaria y gratuita que poner unos centavos en una ONG, pero es un buen ejercicio para volver a ponerse en contacto con la realidad. Si el mundo está sucio como está es porque hay demasiadas escobas guardadas. ¿A cuántas personas planeas ayudar a progresar como seres humanos en los siguientes 6 meses? Te costará pensar en dar, cuando lo que estabas era pensando en el pasado era en buscar formas de recibir del juego de la bolsa. Y es que igual sudas tú que otro más pobretón que salga del mundo de las escobas, cuando trates de movilizar la ayuda a los que ocupen. Está muy bien que seas trader, pero si no has visto esta otra faceta de ayudar a la gente afuera, te estás perdiendo algo que le ha dado significado a la vida de muchos VIPs que conozco y por eso te invito a hacerlo. Si ya lo has hecho, enbuenahora y sigue así.
Si te sientes ser humano ordinario, como mi esposa que antes se sentía que no era nada, a pesar de que un embajador le llenó su copa, tendrías que repensarlo. Ante la muerte y ante la vida, tu tiempo vale lo mismo que el tiempo de un millonario. Y las obras no se hacen con números abstractos de bolsa o economía, sino con realidades concretas, fuera del mundo de las escobas ermitañas. Sentirás que el sol te encandila cuando te salgas de tu ruta de escoba casa-trabajo-casa, y te dará miedo pensar en qué puedas encontrar en ses mundo que no conoces, pero eso es natural. Y si pensaste que había un VIP esperándote cuando finalmente te asomaras al mundo real, te equivocas. Se trata de que tu salgas a hacer la diferencia en el mundo real, no la realidad virtual eléctrica de las chupetas electrónicas y otros gadgets en los armarios de los millones que viven como escobas.
Y si sales al mundo real, cuando veas lo ridículo que significa comparar la muerte y el dinero, ya estarás en camino, porque estarás dando importancia a lo que realmente vale, el mundo real, las personas reales y sus vivencias, y cómo es que con o sin dinero, tu y yo seguimos siendo de carne y hueso, y no hay nada que yo haya hecho que tú no puedas hacer. Eso sí, antes de salir a la calle, recuerda que si has de lanzar algo bueno a la vida, primero debes vivirlo tú. Debes saber que nuestra misión de vida no es sufrir, porque sufrir es una distracción. No te distraigas sufriendo, que cuando vas en pos de tu misión de vida, dejas de sufrir y aprovechas mejor el tiempo.
La otra opción que tienes es terminar de leer esto, y volver a tu rutinaria vida de escoba que observa con impotencia lo que sucede en el mundo, y vuelvas a creer en lo que quieras creer.