"Sé que a lo mejor no suena muy patriota pero la bolsa española no ha hecho nada más que empezar a poner en precio la que se nos viene encima. Además no creo que uno tenga más o menos amor por su patria por decir que la cosa económica va mal. Cómo dirían en Logroño no hay que confundir el culo con las “témporas”. El que niega la realidad o es un iluso o un mentiroso. En el caso de la clase política me inclino por lo segundo. Y espero sinceramente que nos estén mintiendo, la alternativa es demasiado horrible. Habría que analizar más en detalle las razones que están detrás del bajo coste político que tiene la mentira en España. Es un claro síntoma de falta de madurez democrática. Lo bueno es –espero- que, como la cultura financiera, sólo puede ir a mejor. En ese sentido, esta bien que Pizarro haya decidido lanzarse a la arena política -¡que valiente!-. Es un gesto que en cierta medida dignifica la clase política- lo que tal y como están las cosas no le viene nada mal- pero eso es harina de otro costal.
A lo que iba. La que se nos viene encima es gorda. A estas alturas no creo que haya nadie que tenga dudas de que el inmobiliario está cayendo en barrena. A mi lo que me ha sorprendido es la velocidad con la que se está produciendo. Uno tenía la impresión que a diferencia de la bolsa, las correcciones en ese sector eran más paulatinas. Sin embargo, de verano a esta parte, no es que se esté vendiendo menos, es que no se vende nada. Y es precisamente el peso del inmobiliario en la economía española lo que va a hacer que nuestro aterrizaje sea más movidito que el de nuestros colegas europeos. En nuestro caso las consecuencias no se van a limitar al terreno económico. El peso que tiene el inmobiliario en el empleo es mucho mayor que su ponderación en el PIB. Es probable que se traduzca en problemas sociales y de seguridad ciudadana.
Además, dos de los factores que los últimos años habían favorecido el mejor comportamiento relativo de la economía española se han vuelto en su contra. Por un lado, los buenos tiempos de tipos de interés reales negativos –que tanta culpa tienen de los excesos que se han cometido- han tocado a su fin. Y lo que es peor, por ahora no tiene pinta que el BCE nos vaya a echar una mano bajando los tipos. ¡Por nuestro bien que no los suban! Y el problema es que tampoco podemos devaluar la peseta como hemos hecho en otras ocasiones –las famosas devaluaciones competitivas de las que hemos sido grandes aficionados-. Por lo que el ajuste pasa por una depreciación de los activos reales.
En segundo lugar, las empresas españolas se han beneficiado de la recuperación que han sufrido las economías emergentes –principalmente las latinoamericanas y más en concreto Méjico y Brasil- por la necesaria diversificación geográfica que han acometido en los últimos años. Estas economías se van a ver afectadas por la ralentización del consumo americano que ya es un hecho. Así que de igual forma que les ha favorecido el tener presencia en estos países en época de vacas gordas, la más que previsible desaceleración de estos mercados les va a perjudicar. No, tampoco creo en el “decoupling”.
Así las cosas, entiendo que el señor Solbes se encuentre los bares llenos. Es un remedio muy antiguo: beber para olvidar."
José Ramón Iturriaga, socio de Abante Asesores