Desde Pensamientos Neoliberales hacen una reflexión sobre el trabajo y la competitividad: "quiero que reconozcan mi derecho a partirme el lomo trabajando. En España no se permite a los comercios abrir todos los días, no se permite trabajar más de x horas semanales, no se permite trabajar si el local no cumple las condiciones tal y cual, en definitiva, y si por los sindicatos fuera, un día hasta nos prohiben trabajar".
También Martin Varsawsky hace sus reflexiones al respecto, desde el punto de vista del emprendedor: si un empleado quisiera firmar por voluntad propia un papel que diga algo así como “declaro que se perfectamente que voy a trabajar en un start up, que no tenemos dinero para alquilar una oficina ahora y que no tengo problemas en trabajar en un garaje, con lo cual renuncio a mi derecho de tener una ventana cerca”, un inspector de trabajo igual podría cerrar la empresa. Y si ese empleado dijera “se que esto es un start up y tiene mucho riesgo, pero me fascina la posibilidad de llegar a crear la red WiFi más grande del mundo y quiero trabajar aquí y si fracasamos no hace falta indemnizarme” esto también sería ilegal. El resultado es que no existiendo un sistema de regulación especial para los start ups, muchos simplemente no nacen.
Ya sabéis que el mercado laboral está muy chungo, y salvo que queráis que os ajusten el salario a la baja, la alternativa es ajustar la productividad al alza; conviene aplicar cosas como lo de la carta que Carlos Slim le escribió a sus empleados para enfrentar la crisis, y trabajar lo mejor que se pueda; mejor ponerse las pilas que paro y quejas. También veo que el tema es delicado, no es bueno que se rebajen los derechos de los trabajadores... pero sí que se puedan flexibilizar de algún modo para que, sin perjudicar al trabajador, el emprendedor pueda tener un entorno razonablemente favorable. Si no, ¿cómo vamos a salir de la crisis?
Y otra recomendación: Dalamar nos traía un interesantísimo Psicología: El secreto del auto-control, donde habla de la importancia de la fuerza de voluntad, por encima de otros factores como la inteligencia, a la hora de conseguir el éxito. Esto es aplicable tanto al trabajo como a cualquier otra faceta de la vida...
Aunque quizá nos falte fuerza de voluntad y motivación porque vivimos demasiado bien... En OIKONOMÍA, un nuevo blog de Rankia muy bueno para los que les guste pensar, hacían una curiosa reflexión sobre fisioeconomía: la gente que habita en los países tropicales no desea el crecimiento económico con la fuerza con la que sí lo hace la gente de los países templados, dicho con otras palabras la gente que vive allí se toma la vida con tranquilidad, y no necesita de tanto crecimiento. Y la razón última de esta actitud diferencial estaría en que la necesidad de mantener el equilibrio homeostático (una temperatura corporal en torno a los 36,5º) hace que los seres humanos que habitan en diferentes latitudes tengan sustanciales diferencias a nivel bioquímico que se traducen en distintos comportamientos económicos. Este es el punto de partida de Philip Parker en su libro Physioeconomics. The Basis for Long-Run Economic Growth (2000) donde defiende lo que él llama como Fisioeconomía, la incorporación al análisis económico de las restricciones que las necesidad de adaptación fisiológica pone a los comportamientos humanos.
Para la Fisioeconomía, las motivaciones psicológicas que están detrás de los comportamientos individuales están guiadas en último término por mecanismos fisiológicos corporales que buscan siempre la regulación homeostática. Dicho con otras palabras, el cuerpo tiene sus exigencias, y esas exigencias (vía tasas metabólicas, hormonas, neurotransmisores, etc., que Parker estudia largo y tendido) se plasman en motivaciones psicológicas (preferencias) que actúan como un marco para los comportamientos económicos. Así, en los países tropicales, el equilibrio homeostático se consigue con niveles mínimos de aportación calórica y mínimos niveles de esfuerzo para vestirse y proveerse de alojamiento. En los países fríos, por el contrario, la homeostasis requiere niveles más elevados de consumo de alimentos así como mayores niveles de esfuerzo para garantizarse vestido y alojamiento calientes. En consecuencia, la demanda de desarrollo económico es mucho mayor en climas templados que en los cálidos debido, en último término, a estas necesidades fisiológicas.
Y esto lleva a un corolario lógico: el aire acondicionado como inversión. Interesante idea, a veces el pensamiento lateral lleva a cosas así... aunque tampoco conviene tomarlo como una verdad contrastada, ojo!!
Pero lo peor del tema laboral que he leído hasta ahora es la explotación de trabajadores extranjeros sin papeles no por desalmados empresarios capitalistas, sino por desalmados trabajadores extranjeros con papeles. Les alquilan los papeles, cobrándoles por el derecho a trabajar, y luego hacen con ellos lo que quieren... no pueden hacer nada y toca callar: a fin de cuentas es un ilegal. Me quedo con su frase: ¡Cuidado! Que el camino a los infiernos está empedrado con buenas intenciones.
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