Pocas ideas, pero bien arraigadas

Tenía yo un conocido al que mi mujer y yo nos referíamos con esta expresión: "Pocas ideas, pero bien arraigadas". Era el hombre poco más inteligente que una piedra, y sus pocas ideas eran también casi tan inmutables como si estuvieran grabadas en piedra: Si los socialistas eran los buenos, da igual lo que hicieran, no podías discutir con él de que algo concreto que habían hecho podía no estar bien, porque no razonaba... y no era obstinamiento político, sino falta de capacidad de razonar: Si él pensaba que el vino de Rioja era el mejor, ya daba igual todo lo demás: o era de Rioja, o no era bueno, y no intentes explicarle nada, porque del "si es Rioja es mejor" no lo sacas!! (el problema es que si le daban una copa de vino sin etiqueta, no sabía si era bueno o malo...)

Y mira por donde, después de tantos años de usar la frase "pocas ideas, pero bien arraigadas" para describir la poca capacidad de raciocinio, esta semana he sufrido un giro copernicano [1] en el uso de esta expresión. Y es que he asistido al Curso de Análisis Técnico de Llinares, y he confirmado algo que ya más o menos intuía desde hace algún tiempo: que la clave de su éxito en los mercados se basa precisamente en "pocas ideas, pero bien arraigadas". Unas pocas ideas, bien aplicadas a rajatabla, y dedicarle el trabajo necesario, es suficiente para un buen desempeño en los mercados!!

Obviamente, la diferencia está en cómo se adquirieron esas pocas ideas... mientras que en el caso de mi conocido, probablemente lo de los socialistas o el rioja se le grabó de oírselo decir a alguien parecido a él, en el caso de Llinares ha llegado a esas pocas ideas a base de probar todo lo que se le ocurría y todo lo que le decían, y comprobar por sí mismo si funcionaban o no, si eran muy fiables o poco fiables, en qué circunstancias funcionaban mejor, qué efecto podíamos esperar cuando ocurriera... y partiendo de un escepticismo inicial, ir arraigando bien las mejores ideas a base de comprobar una y mil veces que casi siempre funcionan (la certeza no existe casi nunca en los mercados [2]). Sé escéptico, my friend, y llegarás a la verdad!!

Y lo de bien arraigadas, que yo solía decir en referencia a la poca capacidad de razonar para cambiar de idea, se convierte ahora en algo positivo: Cuando has hecho muchísimo trabajo de análisis, has llegado a un convencimiento profundo de lo que funciona, y eres capaz de llevarlo a cabo con independencia de lo que piense la mayoría de la gente o de lo que haga mañana el mercado. Se trata de ser disciplinado, de hacer lo que decíamos que se debe hacer, y no de perder el control emocional e ignorar lo que sabemos que funciona. En el curso, Llinares hizo una divertida referencia al experimento de las tortugas de Richard Dennis, comentando cómo las dos semanas de entrenamiento de los traders consistían en media hora de explicarles unas sencillas reglas con las que tenían que operar [3], y el resto de las dos semanas ir detrás de ellos dándole con una buena vara al que se saltara las reglas!! Obviamente, Richard Dennis consiguió que las pocas ideas quedaran bien arraigadas, y los inexpertos traders conocidos como "las tortugas" se sacaron un 80% de rentabilidad media en un año... Es precisamente con la idea de que las ideas queden bien arraigadas que Llinares escribió su carta abierta a la pareja del inversor/a, para que nuestros cónyuges nos controlen, ya que él no puede darnos varazos!! ;-)

En resumen: Un curso provechoso, que no aprovecharé en su máximo potencial porque eso requiere trabajo, y mi profesión es otra, pero del que a buen seguro he sacado buenas lecciones para evitarme repetir cagadas importantes en un futuro. Pero si tuviera que resumirlo en una frase, diría que la clave del éxito en los mercados se basa en:
Punto 1: aplicar siempre las cosas que mejor funcionan.
Punto 2: respetar siempre el punto 1.

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