Ahora que se acercan las elecciones quería compartir una breve reflexión sobre la relación entre aumento de la desigualdad patrimonial y política monetaria.
Los datos muestran cómo en las últimas décadas la desigualdad de la riqueza ha aumentado de manera notable en el mundo. En Estados Unidos la desigualdad ha aumentado hasta llegar al punto actual, en el que el 10 % más rico de la población acumula el 70 % de la riqueza y su evolución sigue un patrón similar en la mayoría de economías occidentales. Por ejemplo en España, entre 2002 y 2014 el patrimonio medio del 10 % más rico de la población aumentó un 53 % hasta 1.295.600 € mientras que el del 25 % más pobre perdió un 108 % hasta los -1,300 €, una situación gravísima en la que la cuarta parte de la población tiene un patrimonio negativo (el valor de sus deudas supera al de sus activos).
Estos datos son obtenidos de la Encuesta Financiera de las Familias del BDE de 2016, lo cual invita a pensar que la desigualdad patrimonial es aún más pronunciada por al menos dos motivos: En primer lugar, las estadísticas no incluyen el patrimonio oculto en paraísos fiscales y en segundo lugar, se realiza con datos de 2014, momento en el que el Banco Central Europeo inició su programa de compra de activos que beneficia de forma desproporcionada a los propietarios de activos de inversión.
A primera vista, es fácil llegar a la conclusión de que este aumento de la desigualdad es un resultado natural de la economía capitalista, una consecuencia del libre mercado. Sin embargo, la afirmación de que el sistema actual es de libre mercado carece de rigor ya que el principal activo de la economía, el dinero, es gestionado por los bancos centrales. En las siguiente líneas analizamos el aumento de la desigualdad desde una óptica monetaria, desvelando como gran parte de ella puede encontrar su explicación en las políticas expansivas de los bancos centrales.
En la actualidad, los bancos centrales producen inflación mediante la inyección de nuevo dinero en el sector financiero favoreciendo a los propietarios de productos de inversión. En España, el 10 % más rico de la población es propietaria de cerca del 85 % de las acciones, por lo que no debería ser una sorpresa que a medida que los bancos centrales implementan políticas inflacionarias, la desigualdad de la riqueza se acentúa. En otros países como Estados Unidos, en los que el 10 % más rico de la población es propietaria del 90 % de las acciones y el 50 % de la población no tiene ni un solo dólar invertido en acciones se observa la misma dinámica. El porcentaje de la riqueza en propiedad del 1% más rico de aumenta de manera notable mientras que la riqueza en manos del 90 % más pobre de la sociedad cae de manera dramática.
Es importante resaltar que este aumento de la desigualdad no es un resultado necesario de una economía capitalista, sino la consecuencia de un tipo de política monetaria destinada a empujar al alza valor de los activos financieros, concentrados en los segmentos más pudientes de la población, que perjudica de facto a las clases trabajadoras al reducir el valor del ahorro, salarios y pensiones y dificultando el acceso a la vivienda. El siguiente gráfico muestra la fuerte correlación entre las intervenciones de los Bancos Centrales y la apreciación del mercado de acciones Estadounidense.
Cada nueva unidad monetaria que los Bancos Centrales crean para intervenir en la economía financiera, favorece a la élite de la población que es propietaria de la mayor parte del mercado de los activos de inversión y diluye el valor real de salarios, pensiones, ahorros y aumenta el precio de bienes básicos como la energía, la vivienda y la comida, contribuyendo al aumento de la desigualdad. Es de suma importancia que quienes se preocupan por el aumento de la desigualdad entiendan que el origen de la misma se encuentra en los despachos de los bancos centrales.