Como se puede ver en mi blog, me gustan los negocios convexos, aquellos en los que el potencial no tiene fin. Sin embargo, no siempre fue así. No porque no me gustasen este tipo de negocios. Simplemente, porque mis conocimientos de inversión eran menores y estaba a otra cosa. Un ejemplo perfecto es mi primer inversión en bolsa.
La primera vez de compré acciones fue alrededor de 2010. La crisis inmobiliaria llevaba unos años pegándonos fuerte y las cotizadas del sector habían caido mucho. Mi razonamiento era sencillo. Si las empresas del sector constructor e inmobiliario habían reducido tanto su capitalización, tenían que volver a subir pronto. Estaba tan convencido de esto, que de dediqué más tiempo a analizar el broker que iba a utilizar para comprar acciones que a analizar el sector y las empresas que me interesaban.
Si tienes curiosidad, el broker que elegí fue Renta4. En ese momento no tenía apenas comisiones, aunque justo después las subió. Además, aunque yo operaba por internet, poder entregar los papeles en una oficina me parecía mucho más cómodo. No miento si digo que pasé horas y horas leyendo y analizando las tarifas de los brokers que existían en ese momento. Ojala hubiera dedicado el mismo tiempo a analizar las acciones en las que iba a invertir.
¿Y qué acciones compré? Realia. ¿Por qué Realia?
En primer lugar, tengo que decir que, aunque llevaba años siguiendo la bolsa, no sabía mucho. Posiblemente ahora sigo sin saber, pero entonces, además de desconocimiento, tenía inexperiencia.
Poco antes de empezar a invertir en bolsa había empezado a leer sobre ciclos. Me encontré un gráfico muy interesante en el que se veían cómo funcionaba cada sector en una crisis. Por ejemplo, veía que las empresas de alimentación no lo hacían mal, ya que al ser un bien de consumo básico e irrenunciable, sus beneficios no caen tanto y el dinero de los inversores va hacía ese tipo de compañías.
Por otro lado, estaban los sectores "adelantados" aquellos que caían rápidamente en una crisis pero que eran, también, los que primero subían cuando las cosas se recuperaban.
En mi cabeza tenía sentido. Estábamos en 2010 o así y, en teoría, ya había pasado lo peor de la crisis. Por si fuera poco, iba a invertir en inmobiliario, cuyas acciones habían caído todavía más de lo normal. Así que no había más que pensar. Me iba a forrar.
¿Y por qué Realia? Pues curiosamente, sus acciones habían caido menos que otras compañías del sector. Esto, aunque fuera intrascendente, no me gutaba. Sin embargo, yo encontraba una explicación. La empresa tenía muchas inversiones fuera de España lo que, para mi, era una garantía. Por ejemplo, tenía mucha inversión en Francia y había invertido también en Polonia.
El resultado de mi inversión en Realia no es importante, pues lo mollar es el proceso y, sin lugar a dudas, fue malo. Los motivos son evidentes, pero lo voy a aclarar por si acaso. Si inviertes en una empresa poseedora de inmuebles, tienes que valorarlos. Además, obviamente, tienes que estudiar su deuda, cuando serán los pagos, su balance... Invertir en base a unos gráficos sobre el comportamiento sectorial en una crisis es un sinsentido pero, por suerte, aprendí de los errores.