La superioridad para producir es una cosa y la superioridad para competir es otra muy distinta, aunque muchas veces se utilizan ambos términos de manera indistinta para referirse a una mejora en las empresas, tienen una diferencia fundamental y el confundirlas puede resultar peligroso para invertir, la productividad mira la empresa desde el punto de vista del coste (coste de producir una unidad de producto) la competitividad mira la empresa desde el punto de vista del beneficio (capacidad para fijar precios al proporcionar mayor utilidad al cliente). Cuando analizamos una empresa nos interesa la competitividad. Una empresa puede ser más competitiva porque es más productiva, pero esa ventaja, si la tiene a consecuencia de menores sueldos, la perderá en el momento en que un país u otra empresa con menores costes laborales empiece a producir lo mismo que ella, no es una ventaja estable y duradera, no requiere ninguna ciencia arrebatarle esa ventaja; mientras exista Asia, el Este de Europa y sobre todo África, no tiene sentido que las empresas basen su estrategia en la reducción de costes de mano de obra.
Productividad:
Podríamos definirla como la relación entre la cantidad de productos o servicios obtenidos por una empresa y los recursos utilizados para obtener esa cantidad de producción.
Para aumentar la productividad, una empresa deberá maximizar esa relación, utilizando cualquier combinación entre ambos factores.
¿Cómo consigue una empresa ser más productiva? Básicamente modificando las condiciones de los factores que conforman el denominador para conseguir mayor numerador y eso se puede conseguir de muy diversas maneras.
Los recursos utilizados para producir son básicamente Mano de Obra, Materiales y Capital, utilizando aquí el término capital en el sentido de maquinaria, instalaciones, herramientas, software o cualquier otro “instrumento” que se utilice para producir o proporcionar el servicio.
¿Cómo incidimos sobre ellos?
Sobre la Mano de Obra, la forma más fácil y simple es reducir los costes de la mano de obra, es decir una combinación de despidos de personal, reducción de sueldos y/o reducción de las cargas sociales que conforman el coste de la mano de obra, así obtendremos una mejor relación entre la cantidad de producto o servicio obtenida y los costes de mano de obra necesarios para obtenerlos; esta forma de aumentar la productividad hecha de forma generalizada, como las personas que trabajan y ganan un sueldo son las mismas que consumen, la capacidad de consumo del sistema se verá perjudicado y en consecuencia el mercado próximo de la empresa se deteriorará; es decir que una actuación en principio beneficiosa (desde el punto de vista de la productividad) nos provocará un efecto indeseable. Como los costes de mano de obra suponen alrededor del 20% de las ventas, reducir este coste en un 10% supondrá aumentar resultados en un 2% que quedará en un 1.6% después de pasar por Hacienda, mientras el mercado próximo de demanda se habrá deteriorado en un 10% y provocará una disminución de las ventas en ese mercado, además aumentará la conflictividad laboral y la desmotivación del personal, una persona que no llega a fin de mes tiene la cabeza metida en la cesta de la compra y no en la empresa, ambas cosas pueden absorber ese 2% que la empresa ha conseguido reduciendo salarios, habremos conseguido un óptimo local reduciendo salarios, pero al final nos va a perjudicar el resultado que es lo que importa.
Entonces, ¿hay alguna otra forma de optimizar la Mano de Obra para que este insumo sea más productivo? Evidentemente la hay, aunque muchos políticos, empresarios y financieros piensen y digan que “la única solución” es reducir los costes salariales a base de más despidos y menos sueldos, este insumo tiene otras soluciones y además está el resto de insumos para interactuar, tal vez con mayor influencia sobre la productividad de la empresa y menor incidencia negativa sobre los resultados.
Se puede mejorar la productividad sin disminuir sueldos, mediante la formación del personal, la mejora de la organización del trabajo, de las relaciones laborales, de las condiciones de trabajo, de la inversión en medios productivos puestos a disposición del personal (maquinaria, útiles, herramientas, etc..) , de la adecuación de la materia prima utilizada (la más barata no tiene por qué ser la que mejor se adapta al proceso productivo), de la calidad de la propia producción (menos errores suponen menos repeticiones de tareas), incluso se podría conseguir aumentando sueldos para conseguir mayor implicación del personal, la lista se podría alargar tanto cuanto queramos, pero ese no es el objetivo del artículo, el objetivo más bien es señalar que lo importante no es tanto la productividad como la competitividad, porque la productividad no es lo fundamental para determinar si una empresa es buena o mala para invertir en ella.
La empresa no se mira desde lado del coste, la empresa se mira desde el lado del beneficio y la productividad es una medida que trabaja únicamente con costes por unidad de producto, mirando la empresa desde el lado del coste podría darse el caso de obtener óptimos locales que harán que el responsable del centro de costes esté muy contento, pero los resultados de la empresa podrían no enterarse o incluso resentirse, un ejemplo es el citado anteriormente con la bajada de sueldos, otro clásico es el almacén, se puede conseguir aumentar la productividad a base de producir más cantidad de producto aumentando los costes por debajo de la proporcionalidad, pero si el producto no tiene salida, irá al almacén y sí, aumentará la productividad, pero los resultados reales de la empresa se resentirán por mucho que los resultados contables no lo reflejen por la utilización, legal pero irracional de la cuenta de almacén, la medida que nos interesa para evaluar una empresa es la competitividad, pero ¿qué es la competitividad?
Competitividad
La competitividad es la capacidad que tiene una empresa para obtener mayor rentabilidad que su competencia.
Una empresa puede tener la capacidad de colocar su producto con mejor relación ingresos/costes que la competencia aumentando sus ingresos por medio de la calidad de sus productos, la imagen de la propia empresa y/o de sus productos, la logística, el tamaño de la empresa, la tecnología de producción, los mercados para los que está capacitada para vender, la posición más o menos dominante, la mejora de la percepción de sus productos que tiene el cliente, también por la capacidad de producir a menor coste que sus competidores, la investigación y desarrollo sobre procesos productivos, productos y mercados, el diseño, etc... Aunque también puede mejorar la relación incidiendo sobre los costes (no exclusivamente de mano de obra) la gran ventaja la tiene cuando es capaz de mejorar la relación mediante el aumento de ingresos, aunque tenga que aumentar para ello los costes, lo ideal es que aumenten los ingresos dejando atrás, a cuanta más distancia mejor a los costes.
Los beneficios de una empresa son como la bolsa, si cotiza a 10.000 como ahora el Ibex, puede bajar hasta cero y perder 10.000 puntos, más no puede perder, pero subir puede subir hasta 20.000, 30.000 y así teóricamente hasta el infinito, una empresa puede reducir costes hasta el mínimo que podamos imaginar, pero de cero no pasará nunca, en cambio el crecimiento de los ingresos es teóricamente ilimitado. Una empresa obtiene los ingresos dependiendo de la cantidad de producto vendido y los precios a los que vende, pero no fija los precios sumando al coste un margen determinado de beneficios, si fuera así la productividad sería fundamental, una empresa fija los precios según la utilidad que su producto o servicio proporciona al cliente, es decir depende de la percepción del cliente y eso depende de la competitividad, si una empresa es capaz de explotar la utilidad y la percepción de sus productos, obtendrá una ventaja competitiva que le permitirá obtener mayores beneficios; detectar esa empresa debe ser nuestro objetivo de análisis para que se convierta en nuestro objetivo de inversión.
Cuando vamos a invertir en una empresa y la analizamos por fundamentales, es importante ver los estados financieros que nos dirán a través de los ratios que consideremos convenientes las proporciones entre determinadas magnitudes, también obtendremos información más o menos verídica, tanto histórica como actual, del estado de las deudas, de la composición de costes e ingresos y cualquier información que consideremos relevante, es lo que llamamos análisis cuantitativo y se basa sobre todo en información que prácticamente en su totalidad, es pública y conocida por todos; no obstante, no debemos olvidar nunca que nuestro objetivo es invertir y que la inversión es a futuro, por lo tanto, lo importante es determinar la capacidad de generar beneficios en el futuro y esos beneficios vendrán determinados a su vez por la capacidad de competir que tenga la empresa, ahora y sobre todo en el futuro, esa capacidad de competir en el futuro no es algo aleatorio, requiere antes unas condiciones y una preparación para el crecimiento, esa preparación es la que tendremos que detectar mediante el análisis cualitativo porque, es lo que puede darnos ventaja para anticiparnos a otros inversores y poder entrar en una buena empresa a buenos precios, utilizando las pistas sobre su capacidad futura. No solo hay que detectar empresas con ventajas competitivas, debemos tener nuestra propia ventaja competitiva como inversores, para anticiparnos a otros inversores.
Bueno, otro día más, como siempre esto es solo una opinión y las opiniones …….. opiniones son.
Saludos