Un vídeo interesante sobre las herramientas que usan los mercenarios de los amos del mundo para someter a la cabaña lanar. Aunque muchas de las cosas que dice son conocidas, tiene detalles interesantes.
Los últimos 10 minutos son prescindibles. Con toda su buena intención, propone el amor universal y la armonía, pero esos conceptos le son ajenos a la inmensa mayoría.
Absténganse súbditos sumisos con la élite, pues puede herir su sensiblería. No recomendable para gente amamantada con el “pensamiento políticamente correcto”.
The Calling - por Max Igan from ellosViven on Vimeo.
Como el vídeo también habla del flúor, me ha venido a la cabeza el siguiente cuento:
El cuento del dentista y el flúor
HABÍA UNA VEZ un dentista. Se llamaba Lester. Durante muchos años, lo mismo que todos los otros dentistas que conocía, Lester estaba convencido de que el flúor en el agua potable era bueno para todos. Al igual que los otros dentistas, Lester había aprendido en la escuela de los dentistas que el flúor mitigaba la caries de los dientes. Lester creía que el flúor era sólo flúor.
Entonces, un día tropezó con un químico y empezaron a hablar del tema de la fluorización del agua potable. El químico le preguntó acerca del tipo de fluoruro que se utilizaba para la fluorización del agua potable. Lester le contestó:
-Nosotros simplemente nos limitamos a ajustar el nivel de flúor en el agua, añadiendo una parte por millón de sólo flúor.
-No existe ninguna sustancia que sea solamente flúor-, le contestó.
Lester se rascó la cabeza:
-Pero es que ellos me dijeron que la sustancia que se adicionaba al agua era sólo flúor.
El químico se echó a reír con ganas:
-El flúor es el elemento químico existente más electronegativo que existe y nunca se encuentra aislado en la naturaleza, por lo que existen muchos tipos de fluoruro. Así, por ejemplo, el fluoruro cálcico se encuentra en el agua natural. También existen otros tipos de fluoruro distintos como el fluoruro de plomo, el fluoruro de aluminio, etc. Si añades flúor al agua, tiene que ser bajo forma de un compuesto y es por esto que te he preguntado por el tipo de fluoruro que añadíais.
Lester se sintió mareado. No había caído en esto.
Al día siguiente, Lester se fue a la biblioteca para examinar libros de química y se enteró de que el fluoruro cálcico se encuentra naturalmente en el agua. También descubrió que el fluoruro cálcico es prácticamente insoluble en el agua y que no puede ser fácilmente absorbido por el cuerpo. Su amigo, el químico, tenía mucha razón, ya que existía un gran número de compuestos de fluoruro distintos.
Ahora, intrigado, Lester buscó algunos estudios científicos acerca de la fluorización. Leyó que, en las pruebas de laboratorio, los científicos utilizaban agua purificada y fluoruro sódico de alta pureza y calidad para realizar sus investigaciones y también descubrió que el fluoruro sódico es absorbido por el cuerpo mucho más fácilmente que el fluoruro cálcico. Su amigo tenía razón y el dentista se preguntó cómo era posible que alguien pudiera decir que el fluoruro cálcico era lo mismo que el fluoruro sódico.
Al día siguiente Lester telefoneó a la Compañía de Aguas para preguntarles si estaban añadiendo fluoruro cálcico o fluoruro sódico al agua potable. El director del departamento del agua potable le explicó que ellos estaban añadiendo al agua un producto conocido como fluoruro de sílice y que lo compraban como un producto de muy baja calidad, debido a que les resultaría demasiado caro utilizar uno de más pureza y calidad, y que, de todos modos, el departamento de Sanidad no pagaría por un fluoruro cálcico de alta pureza, por considerar que el flúor es siempre flúor, sin importarles de dónde provenía. En esta situación, Lester se sintió completamente desconcertado.
-¿Dónde conseguís estos fluoruros de sílice?-, acabó por preguntar. El director del departamento de agua potable le explicó que el fluoruro de sílice, también conocido como ácido hexafluosilícico, constituye un subproducto tóxico de desecho procedente de los condensadores de gases contaminantes en la producción de abonos fosfatados.
El dentista quedó horrorizado:
-¡Debéis estar locos para poner esta sustancia en el agua de beber!
El director de dicho departamento le dio la razón, puesto que el ácido hexafluosilícico también contenía otras sustancias tóxicas, como arsénico, berilio, mercurio, plomo… Le comunicó que él no bebía el agua de la ciudad debido a los muchos contaminantes que estaban presentes en el producto utilizado para la fluorización y que causan problemas en la salud: “Por ejemplo, el arsénico causa cánceres de próstata, vejiga, riñón, piel y pulmón, y no existe un umbral de seguridad para el arsénico”.
Lester quedó aterrado y preguntó al director por qué no paraban de fluorizar el agua con este líquido contaminante, asombrándose de que alguien fuera capaz de añadir un conocido agente cancerígeno al agua potable. El director le contestó que él se limitaba a hacer su trabajo.
Después de una noche de insomnio, Lester reconsideró el dilema de la fluorización mientras se enjabonaba en la ducha. “Dicen que se limitan a ajustar tan sólo el nivel del flúor natural en el agua en relación al fluoruro cálcico, pero que utilizan un fluoruro sódico de alta calidad y agua muy pura para los experimentos con ratas en el laboratorio. ¡Pero ellos están añadiendo un líquido contaminado de la condensación de gases en el agua que yo bebo!”. No tenía sentido.
Realizó una llamada a la asociación de dentistas, explicando lo que había aprendido, pero su interlocutor le contestó fríamente:
“Si valoras tu licencia para poder trabajar como odontólogo, ni se te ocurra mencionar este tema otra vez”. Lester se quedó anonadado.
Había trabajado duro y estaba muy orgulloso de toda su experiencia profesional, y de sus dos coches de coleccionista; no podría soportar su pérdida. Y también pensó en su mujer y su familia, y cuánto echaría de menos su lujoso hogar con sus cuatro cuartos de baño, su jacuzzi, las escuelas privadas y sus vacaciones en el extranjero…
Al cabo de poco tiempo, tomó la decisión de no beber más agua del grifo. A partir de entonces, en casa comprarían agua embotellada. De todos modos, no se sintió muy feliz cuando entró a la sala de visitas para recibir y saludar al primer paciente del día.
Unos meses más tarde fue a visitarse a su colega, también médico, para su revisión médica anual y se enteró de que tenía un cáncer de próstata. Recordó las palabras del director del departamento del agua potable: “El arsénico causa cáncer de próstata”. La mayor parte de los contaminantes del agua de la red pública son absorbidos a través de la piel, cuando uno se ducha, o a través de las ropas lavadas con este agua.
Pobre Lester.
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