El cisne negro actual era altamente improbable, pero perfectamente previsible. Es imposible que un hecho que provoque un colapso en los mercados no pueda ser previsto por nadie.
Los ladrones a comisión de los bancos de inversión que estaban desvalijando las arcas de sus clientes sabían muy bien como terminaría la película. Las agencias de rating que empaquetaban basura y le pegaban la etiqueta de triple A también preveían el desenlace de la historia. La escoria de ejecutivos que asumían riesgos descomunales que ponían en serio peligro la supervivencia de la empresa que les pagaba millones cada año también sabían el trágico final que se avecinaba.
Estoy seguro de que la mayoría de esta gentuza, además de hacer una clara malversación de los fondos de su empresa disfrazada de estrategia comercial agresiva, operaba a la baja desde su cuenta cifrada en algún paraíso fiscal.
Otro chiste de mal gusto es la oficina federal llamada OFHEO que fue creada en 1992 por el congreso americano para supervisar a Freddie Mac y Fannie Mae. Dispone de 200 empleados y un presupuesto de 65 millones de dólares al año con una única misión: controlar las cuentas de estas dos compañías. No hace falta aclarar que todos los informes de OFHEO indicaron que todo estaba perfecto en ambas compañías hasta el día antes de quebrar.
Hasta el atentado de las torres gemelas estaba previsto de antemano, y hubo quien se enriqueció poniéndose corto de acciones de aseguradoras. Cualquier cosa, por imposible que sea de imaginar, si la saben media docena de personas ya está cotizando en los mercados, y el análisis técnico la detecta perfectamente.
Un cisne negro es totalmente imprevisible para todos los que miran el balance maquillado del año anterior de las empresas, pero no para quien está mirando la cotización de hoy en la que está todo incluido (este es uno de los tres pilares fundamentales del análisis técnico). La cotización descuenta hasta los cadáveres que hay en el refrigerador, pues como mínimo, el que los metió allí sabe cuantos son y cuando van a empezar a oler mal.
A un analista técnico que no reniegue del primer mandamiento y nunca opere contra la tendencia, es imposible que le sorprenda un crash bursátil, ni un cisne negro aunque vaya disfrazado de paloma mensajera, ni siquiera la quiebra de una empresa individual y aislada del contexto del mercado. Nunca he visto quebrar a una empresa cuyo gráfico estuviera en tendencia alcista. Eso es absolutamente imposible, porque todos los directivos tienen una cuñada en Australia que opera a través de un broker de las islas caimán y empieza a vender acciones en grandes cantidades un año antes de que quiebre. Lógicamente esas ventas empujan los precios a la baja y el gráfico entra en tendencia bajista.
A pesar de que esta vez se han solapado varias crisis graves, el hecho de que se haya avisado de todas hace casi un año en este blog indica que eran bastante previsibles.
Sobre la burbuja inmobiliaria y la espoleta retardada de las titulaciones sobre hipotecas escrito en Noviembre del 2007. También se alerta del riesgo de los fondos de inversión, incluso los monetarios. ¿Quien pagará los ladrillos rotos por la burbuja inmobiliaria?
Sobre la tendencia primaria bajista de la renta variable escrito en Enero del 2008 Cambios graves en la renta variable
Sobre el colapso inminente del carry trade con el yen. El primer aviso del peligro de está práctica se publicó en Diciembre del 2007. Cuando el gran público se lanza en masa a especular con un determinado producto, siempre acaba con consecuencias catastróficas para la inmensa mayoría. Alerta con las divisas y las hipotecas multidivisa
La única cosa que podría producir un cisne negro que fuera de verdad totalmente imprevisible es que cayera en la tierra un meteorito bastante grande que no hubiera sido detectado por ningún científico. Como se puede imaginar, lo único que resulta del todo imprevisible, es tan improbable que se le podría etiquetar de imposible.
Ojo, con todo esto no estoy diciendo que con el análisis técnico se puede predecir un crash bursátil de forma fiable. Lo que afirmo con rotundidad es que, operando a favor de la tendencia, nunca te pillará ningún crash o colapso financiero con el pie cambiado. Las burbujas son más fáciles de detectar, porque se llega al absurdo de lo absurdo, pero cuando el mercado entra en una tendencia primaria bajista, no se puede asegurar si habrá un crash o será una tendencia bajista normal y corriente.
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