Por fin los sindicatos han convocado una huelga general para el 29 de marzo; lo curioso del caso es que esta huelga estaba totalmente descontada por todo el mundo, incluido el propio Rajoy, que recordemos que fue el primero que anticipó que la reforma laboral le costaría una huelga general.
Si Mariano Rajoy contaba con esta huelga de un día, y a pesar de esto, aprobaba la reforma laboral, es fácil inferir que la citada huelga tendrá una utilidad muy limitada. Evidentemente no es inútil ya que algún coste tiene que suponer tomar decisiones que perjudican al conjunto de los ciudadanos. En definitiva, está meridianamente claro que la huelga no va a servir absolutamente para nada, y por otra parte está claro que no hacerla sería mucho peor.
Tenemos que entender que actualmente, y sobre todo tras el reformazo de la constitución, estamos completamente atados de pies y manos por el Banco Central Europeo, que tiene la llave para que nuestra deuda sea sostenible o sea insostenible. En este sentido está claro que la presión de la banca y el BCE pesan y mucho a la hora de diseñar las decisiones. Por el otro lado tenemos los intereses de los ciudadanos, y en particular de los trabajadores. Estos intereses están contando menos, porque todos los mecanismos de la supuesta democracia están fallando estrepitosamente y porque directamente no existe ninguna forma de que nos organicemos de forma eficiente.
La consecuencia es simple, y ante dos amenazas, la elección siempre va a ser por la más inmediata, que es desde luego la de la banca y la del Banco Central Europeo. Sin embargo, cada vez está más claro que las medidas impuestas están llevando a la ruina a unos cuantos países, (entre ellos España). Por esto es tan importante que se solucionen la mayor parte de los problemas de la huelga.
El primero, ya lo he dicho reiteradamente, es la actuación de los sindicalistas que están actualmente en la cúpula. Es cierto que cambiar ahora de cúpulas es un problema, pero sin embargo tener en los sindicatos a unas personas que han fallado de forma tan estrepitosa durante unos cuantos años es la peor de las situaciones. Necesitamos un freno para este coche sin control en el que estamos y el freno que tenemos está “quemado”. Por tanto, bien sea por responsabilidad, o bien sea por evitar un desastre mayor, lo primero que debería conseguirse es la renovación de los sindicatos y de sus formas de funcionamiento. En todo caso no tiene sentido discutir si el problema es de que los sindicatos han hecho las cosas bien o mal, o de quien es la culpa. Hay un problema de confianza y es un lujo que no nos podemos permitir.
El segundo es ofrecer un plan. Se está planteando otra vez una huelga en un punto en el que los trabajadores no podemos hacer demasiado más. Es cierto que la situación de una gran parte de los trabajadores es limite, por lo que las acciones de huelga y por tanto de no cobrar ese día es un problema grave. Además debemos recordar que el primer efecto de la reforma laboral es instaurar el miedo en todos los trabajadores. Por tanto, parece que se busca hacer lo que menos coste suponga. Esto es un grave error, ya que no tiene sentido un plan que se base en los costes de las acciones, sino que lo importante es el beneficio. Es decir, no tiene sentido ninguno plantearse un sacrificio de un día, (más o menos soportable), a cambio de nada. Es por esto por lo que ya hace tiempo que he defendido la huelga general indefinida, que evidentemente genera unos problemas muy superiores. Sin embargo, es importante entender que la huelga ha de servir para pedir toda una serie de medidas que recuperen el poder adquisitivo de los trabajadores, (con toda una suerte de medidas tanto en negociación, en sueldos, en precios de los bienes, en no rescatar de la forma que sea a unos cuantos oligopolios y exigiendo que se cumplan las leyes).
No hay ni un solo caso en la historia sin que exista un desarrollo, mínimamente sostenible, sin una clase media que sea la que tire de la economía. En consecuencia, lo que se ha de lograr es esto directamente con un plan creíble que incluya todo lo que sea necesario para este objetivo. Y este objetivo ha de ser irrenunciable y cualquier tipo de movilización tiene que tener como fin, (tanto en la acepción de objetivo como de delimitación temporal).
En definitiva, lo que se necesita son unos líderes, con alguna credibilidad, para que diseñen un plan que sea perfectamente conocido por todo el mundo, y que incluya organización, una estrategia y unos objetivos. Que se asuma que tendremos que hacer esfuerzos que parecerían imposibles con tal de salir de una situación en la que estamos en tal situación que cualquier esfuerzo parece titánico.
Por supuesto, hablar de huelga en estos tiempos, supone inmediatamente la descalificación barata de que la huelga solo perjudica a España y cosas similares. Esta afirmación desde luego es bastante sesgada y lleva una carga de cachondeo importante, como todas y cada una de las medidas que nos han colado en base al sacrificio por España y en aras de la responsabilidad, cuando en definitiva han hundido España porque eran en beneficio de unos determinados grupos a los que les interesa tres pimientos España y que por supuesto no se han sacrificado absolutamente nada. Sin embargo es importante que se entienda, (sobre todo por los convocantes) que las huelgas tienen una utilidad fundamental que se suele olvidar con frecuencia.
Esta utilidad recuerda mucho a la situación de las normas. Es importante que las normas y leyes sean adecuadas para proteger al sistema económico, (en lugar de para proteger determinados intereses) y la justicia es completamente necesaria para evitar la situación actual en la que cada vez se están radicalizando más las soluciones a los problemas. El mercado laboral no es ajeno a esta situación, y hemos de tener unas normas que protejan a la parte débil, para salvar el sistema. Por supuesto es importante tener canales donde se pueda conseguir esto, so pena de que la situación se convierta en algo realmente insostenible.
Por esto, también recomendaría a ciertos grupos que están a vueltas con aquello de desligitimar y tirar de titulares como “huelga contra España”, que tratasen esto de la misma forma y comprensión con la que tratan las huelgas de farmacéuticos y las amenazas de cualquier grupo de presión de los de despachos. Todo el mundo entiende que los medicamentos hay que pagarlos y que no se puede arruinar a los farmacéuticos, de la misma forma que se entiende que estos cierren sus farmacias hasta que les paguen. Pues lo mismo, de lo mismo. El trabajo hay que pagarlo con la misma seriedad que el resto de bienes y servicios de la economía, y si esto no ocurre, pues el sector de trabajadores tendrá que hacer lo mismo para evitar el desastre.