El Banco de Inglaterra ha aprobado la concesión de 100.000 millones a las entidades financieras británicas para que concedan créditos a las pymes y familias, y mejoren las condiciones hipotecarias. Los tipos a los que se conceden son en torno al 0,25%, y publicidad no hay demasiada. Si nos damos cuenta, esta medida que es de hoy, la podíamos decir para unos cuantos países en unos cuantos momentos del tiempo, y por supuesto en ningún sitio han servido para estimular la concesión de nuevos créditos. Es obvio que esta medida no ha funcionado porque directamente lo de estímulos económicos no ha sido otra cosa que un eufemismo bonito para justificar el atraco a la sociedad para estimular a los mercados financieros.
La realidad es que ya he expuesto en muchas ocasiones que el comodín de la reactivación del crédito es algo que siempre se dice pero que nunca se va a cumplir por la sencilla razón de que cada una de estas medidas están empeorando las condiciones de las personas, por tanto de las pymes y grandes empresas que viven de vender a estos, por lo que volvemos a dar otra vuelta de tuerca, porque los mercados financieros no pueden caer y antes tenemos que derrumbarlo todo.
También contrasta la diferencia entre lo que es un rescate a la banca y lo que no lo es. Como ya he expuesto también en su día hay una serie de entidades a las que se les da dinero muy barato y sin condiciones reales, y otras a las que se les da a tipos prohibitivos y con unas condiciones extremas que significan la autodestrucción. Luego sólo queda decir que unas han sido bien gestionadas y otras mal y ya tenemos la opinión creada.
Pero por mucha opinión que se cree, por muchos comentarios y por muchas mentiras y engaños que suelten los formadores de opinión en todos y cada uno de los puntos donde tengan oportunidad, la realidad es que la situación seguirá degenerando mientras no se cambien los parámetros, el enfoque y sobre todo las medidas.
Para entender esto, me voy a otra noticia del día, que es la del obispo de San Sebastián pidiendo que la gente done la paga extra para atender a los pobres, (antes pedían la voluntad o tiempo, pero parece que ahora que la gente solo tiene estas cosas, supongo que pasarán a pedir otra cosa). No pasaría de la anécdota, si no fuese porque no es la primera persona que tiene esta idea. En diversos foros, (escondido tras el ataque a las CCAA), también nos encontramos de vez en cuando la necesidad y las propuestas de un sacrificio puntual para salir de esta situación.
Desde luego la paga extra de los trabajadores del sector privado (el que la tenga) está en riesgo porque tras la retirada de la de los del sector público la veda está abierta. Sin embargo más allá de valores y de que las personas estén en condiciones o no de renunciar a esta parte del sueldo, la realidad es que pocas medidas pueden ser peores. Por supuesto, es un error importante la retirada de las de los funcionarios, pero esto puede acabar de completar una situación en la que la extrema debilidad hace que cualquier golpe, (y este no es ligero), puede ser mortal de necesidad.
Las formas pueden ser varias, desde la retirada empresa por empresa, de tal forma que unos trabajadores quedarían afectados y otros no, hasta el sistema de Portugal donde nos hemos encontrado con un impuesto extraordinario equivalente a la paga extra de los trabajadores. Evidentemente es distinto el impacto y es distinto el robo a los trabajadores.
¿Cómo se cree alguien que se va a estimular la economía reduciendo los ingresos de todas las personas?. ¿Cómo va a circular de esta forma ni la economía ni el crédito?. Esto va así de sencillo; Si con medidas de este estilo no llegan 100 a los trabajadores, resulta que tendremos un impacto de 100 en un colectivo que está asumiendo subidas de dos dígitos cada poco en todos los bienes básicos y que ya está en un entorno definido claramente por el “no hay dinero”.
Y si, ya sé que me dirán que debemos acostumbrarnos a no consumir, pero si la gente no consume, ¿para qué van a producir las empresas?. ¿Cómo van a pagar sus créditos, sus inversiones?, ¿para qué van a invertir?.
El obispo de San Sebastián y todos los formadores de opinión quizás no deberían saber que la definición de economía es un sistema organizado por el que se producen bienes para su consumo a partir de recursos escasos. Si no se consume no hay posibilidad de ningún tipo de movimiento económico, como no sea producir bienes para luego destruirlos para que no bajen de precio, lo cual puede ser considerado un deporte olímpico y hasta puede generar plusvalías para unos cuantos pero es un desastre considerable.
Pero aparte de la renta disponible, todo el mundo entiende que en la decisión de consumir, nos encontramos con otro matiz. Es decir, las personas consumen en función de su renta disponible, pero a su vez toman decisiones basadas en la confianza. Es lo curioso de las dos noticias que nos encontramos. Por un lado todo el mundo entiende que estos 100.000 millones tendrán algún coste para la sociedad de alguna forma, (bien pagando la diferencia de tipos sobre estos costes o bien pagando más caros bienes básicos fruto de especulación), pero además tan sólo el hecho de que la posibilidad de bajadas de sueldos, de empeoramiento de las condiciones laborales o de la pérdida de la sanidad o la educación, (por ejemplo), llevan a una situación en la que todo el mundo adopta economías de guerra, contribuyendo incluso a que la situación empeore más.
Por tanto, estas ideas, estas tonterías y toda esta situación están generando más problemas que los que son evidentes y contribuyen a empeorar drásticamente la situación, generando pobreza y miseria, sin que sirvan absolutamente para nada.
Por estas razónes, y teniendo en cuenta que estamos en una situación de colapso total, y que las medidas que han tomado empeoran la situación, es por la que necesitamos un nuevo “new deal”, (y que valga la redundancia).