Esta semana hemos tenido más de lo mismo. A veces pienso que es muy aburrido escribir siempre lo mismo, y también entiendo que lo sea leerlo. Pero sin embargo, lo realmente triste es que los que nos dirigen siguen empeñados en lo mismo una y otra vez, incluso cuando llega un momento en el que es casi imposible defender que se está haciendo lo correcto.
La semana comenzó con una declaración en toda regla del presidente del Banco Central Alemán, en el que dice sin ningún tipo de problemas que no es un banco central cualquiera y que por tanto es el que manda, se ponga o no se ponga un Banco Central Europeo. En definitiva, estamos en una unión monetaria que ha sido definida por Juncker, (y creo que en una de las pocas declaraciones acertadas de responsables comunitarios de los últimos años), como un sistema en el que la Unión Europea funciona como una filial alemana.
Estas declaraciones se han manifestado en el enésimo cambio de criterio de un Draghi que comenzaba la semana pasada diciendo que los países han de apañarse, no siendo función del BCE tratar de solucionar los problemas de los países, hasta que el jueves sí, y hoy nos encontramos que la función del BCE es hacer lo que le interese a Alemania, y si esto pasa por chantajear al resto de los países, pues es lo que tenemos.
Porque de chantaje es lo que se trata cuando se toman unas decisiones para presionar a unos determinados países para que estos hagan lo que le interesa a Alemania. Para ello, deberíamos tener unos conceptos claros, y quitar un poco la literatura para entender lo que está ocurriendo.
El famoso rescate, no es desde luego un rescate, ya que en realidad lo que se busca es mejorar la posición de la banca alemana, en todos los países, a costa de hundir los países rescatados. No hay ni un solo país rescatado, que haya mejorado algo; por lo que están muy claras las razones por las que se presiona para que aceptemos rescates, lo que sería absurdo si fuesen rescates. Una unión Europea, no es una unión Europea, si resulta que siempre se hace lo que interese a una determinada nación, y por supuesto, el hecho de que al final esta nación sea la que haya conseguido estar en una mejor situación que el resto no tiene nada que ver con moralinas ni con capacidades. No puede ser de otra forma.
Y las presiones para que todos hagamos lo que a este país interesa es un chantaje.
Teniendo estas cosas claras, lo que no puede entenderse tampoco es que exista una democracia, (con sus muchas cosas mejorables), y que luego resulta que nos chantajee una entidad que defiende unos intereses determinados y completamente ajenos a los de la mayoría de la población que acaba siendo golpeada una y otra vez es completamente inasumible.
Ante un chantaje, la única alternativa que le queda a un gobierno que defienda los intereses de sus ciudadanos es siempre no ceder. Sobre todo cuando llevamos unos cuantos años de chantajes recurrentes que no van a parar hasta que se diga no. Pero es que además en este caso, no es absolutamente defendible ya que aceptar el chantaje significa quedar en una situación de mayor debilidad y por supuesto unas pérdidas que difícilmente se podrán asumir.
Nos dicen que el euro es irreversible, pero desde luego es fácil entender que el euro es materialmente imposible en todo este esquema de ortodoxias y pensamientos que nos están llevando invariablemente a un desastre. Es completamente de locos, entender que se tomen con total naturalidad, unas medidas logran beneficiar a la banca alemana, mientras el gobierno alemán consigue financiarse gratis aunque esto tenga un precio salvaje para los demás países; y nadie se haya atrevido aún a cuestionar la arquitectura y el poder de la unión europea y del BCE, una institución que ha demostrado ya con el tiempo que tiene muchísimos fallos.
En estas condiciones, lo que está claro es que el euro no es irreversible, sino que es imposible, y la duda está en cuando romperá y quién será el primero. Y mientras quememos las naves y entreguémonos bajos discursos de patriotismo.