Una de las tácticas de todos los lobbys es el ruido, para tratar de presionar a la opinión pública o a los inversores, (en ocasiones enviando mensajes claramente contradictorios), para que acepte o incluso apoye determinadas pretensiones.
Sin embargo, el ruido público no es ni mucho menos la única presión, y de hecho en determinados momentos se apaga completamente. En estos momentos es mucho más difícil detectarlos, y normalmente estos momentos de silencio corresponden a un reciente éxito de las pretensiones, aunque a veces no lo sepamos. Esta situación se mantendrá hasta la próxima campaña con las siguientes reinvindicaciones, y lo más normal es que todos olvidemos el tema.
En este proceso estamos hablando de lo que está y no debería estar, por lo que es muy difícil hablar del tema. Pongamos un par de ejemplos; el primero es el de los laboratorios, que constituyen un grupo muy activo y muy poderoso. ¿Cuánto tiempo hace que no leemos ninguna noticia sobre esto?. Es cierto que aparece alguna noticia sobre el ahorro de las sanidades públicas, sobre la racionalización del gasto y similares, pero encuadradas en aspectos como las campañas electorales, pero tengamos claro que de repente hay un silencio inquietante. Las razones son más que evidentes. Una vez conseguida la desaparición de la lista de medicamentos financiados por la sanidad pública la mayoría de los medicamentos y una vez conseguida y consumada la vía libre para el aumento de precios de estos medicamentos, (negada en su día en una burda manipulación por el ministerio de economía).
Las razones para este silencio son muy evidentes. Conseguido un objetivo importante y un beneficio increíble, toca esperar la consolidación hasta la siguiente campaña.
Sin embargo hay un silencio que me preocupa cada vez más, sobre todo porque hay ahora mismo un tema que debería estar haciendo muchísimo ruido, y sin embargo apenas hay noticias al respecto. Lamentablemente tan sólo se me ocurre una explicación a este silencio entre los formadores de opinión.
En lo que va de mes, tres sociedades concesionarias de las radiales de pago de Madrid, (la R-3, R-4 y R-5), se han declarado en concurso, a la que se añade la autopista de Madrid-Toledo que se declaró en concurso en este año. Por otra parte los datos de usuarios de las vías de pago siguen desplomándose, y aún no tenemos los datos de septiembre, donde nos encontramos la subida del IVA, (que afecta por la vía de capacidad adquisitiva de particulares, de ventas de empresas y subiendo el precio del servicio), que se suma en el caso de las autopistas antiguas a la subida aprobada con nocturnidad y agosticidad de los peajes. Ante todos estos datos, las noticias han sido más bien escasas y sobre todo no han existido artículos de opinión en el sentido de “lo menos malo es rescatar aprobando…, antes que evitar los costes de una quiebra que serán comparables a la tercera guerra mundial, acompañado de un meteorito y la resurrección de Salieri juntas”.
En definitiva está claro que la situación de estas concesionarias es dramática, incluido el caso de las autopistas antiguas, (aunque estén más que amortizadas). El problema de las autopistas antiguas es que el coste para los dueños actuales es el precio por el que se compraron, (que no tiene en absoluto nada que ver con la construcción), por lo que si hace tres años un fondo pago un precio basado en unos tráficos determinados está en riesgo si no logra este tráfico, de tal forma que estamos en la misma situación.
Los damnificados por esta situación son empresas concesionarias como ACS, FERROVIAL, FCC, Abertis…, acompañados de fondos de inversión y por supuesto los bancos que financian estos pasivos de estas empresas que se acogen a la ley concursal. Obvia decir la importancia, la capacidad de presión y sobre todo los altavoces de los que disponen estas empresas, por lo que no se podría entender el silencio sobre toda esta situación.
Sobre todo porque a lo largo de este año, (y particularmente a partir de la primera quiebra), hemos tenido bastante ruido, con toda una serie de propuestas, que realmente lo que buscaban era proporcionar más ingresos, (y menos competencia) a estas sociedades para que consiguiesen incrementar sus beneficios, aunque sea todo a costa de la cartera de los de siempre, de la traída y manida competitividad, y en este caso de algo más grave que es la seguridad vial y los muertos que incluirían alguna de las medidas.
Hemos tenido propuestas (y en algún caso ya he comentado acerca de ellas) acerca de instaurar peajes “blandos”, (lo de blandos era la definición de los expertos que proponían en el sentido de “aceptad esto que no es para tanto”), de cambiar los límites de velocidad en carretera y autopista para tratar de hacer más atractiva la opción de pago e incluso propuestas de cerrar autovías y autopistas para con esto conseguir dirigirnos hacía el tramo de pago.
Si a esto le sumamos la falta de mantenimiento de las carreteras, en realidad tan sólo queda minar las alternativas para que tengamos que pasar por caja. Todas las demás alternativas para que se incrementen los ingresos de estas empresas (gestionando los nuevos peajes y haciendo cada vez más difícil evitarlos) o se reduzcan los gastos, (préstamos participativos, garantías de compensación…), han sido planteadas en el pasado, pero de alguna forma han quedado olvidadas y (curiosamente a las puertas de un nuevo plan de reformas en pocos días) no se han reproducido en bastante tiempo.
Pudiera ser que se ha entendido que cualquiera de estas medidas es una locura, y que en realidad lo que corresponde a una situación en la que unas empresas erraron en sus provisiones está en asumir pérdidas y presentar concurso de acreedores en caso de que proceda; pero tal explicación a estas alturas del partido resulta casi imposible de creer.
La opinión que tengo es que este silencio tan sólo puede suponer que alguien sabe que se ha tomado una o varias decisiones al respecto de este asunto que va a dar unos beneficios (y elevados, ya que en otro caso no se conformarían para estas entidades). El miedo es que a medida que se acerque el viernes de pasión que vamos a tener el 27, nos vamos a ir encontrando con pinceladas y pequeñas noticias para ir preparándonos después de un largo silencio.
Por tanto, la apuesta es que nos vamos a encontrar con una reforma estructural, que será vendida, como la necesidad de pagar en función del uso de las infraestructuras, que supondrá poner en valor las autovías del estado y conseguir fondos para su mantenimiento, introduciendo una gestión privada y eficiente. Explicación que se verá complementada con la aparición de numerosos comentarios en las opiniones de los distintos medios on line en la que nos recuerdan la cantidad de extranjeros que usan gratis nuestras autovías, lo cual se evitará con esta reforma.
O sea que traducido; tengo la sensación de que antes de que acabe este mes tendremos unas reformas que consisten en que nos tocará pagar por unas instalaciones que ya hemos pagado, para generar unos negocios para unas empresas que no tendrán que tomarse la molestia de contratar a nadie ni realizar inversiones ni crear absolutamente nada, (supongo que tendremos algún medio telemático o innovador para el cobro), y que supondrá que tendremos que pagar otra vez por unas instalaciones, (con el consuelo de que los extranjeros pagarán también en función del uso que hagan, y que dado que son extranjeros, será muy limitado…).
Pd. Este post estaba escrito antes del 19 de septiembre de 2012, momento en el que José Luis Feito, a la sazón representante de la patronal de las autopistas, pidiese públicamente el pago por uso del total de las vías. Pudiera ser que me equivocase entonces en la predicción, (¡ojala!), o pudiera ser que iniciará el goteo de noticias preparándonos para un golpe inasumible.