Uno de los argumentos para no cambiar la ley hipotecaria es cuando menos curioso. Seguro que escucharán con frecuencia oír aquello de que las grandes ventajas que da la normativa a las entidades financieras provocaron que muchos ciudadanos pudiesen adquirir sus viviendas. Es decir, tras la ley hipotecaría se pudieron conceder préstamos de todo tipo y sin entrada y a personas que en otra normativa no hubiesen podido acceder a la vivienda.
Esto puede ser cierto; sin embargo tengo que decir que me extraña que este argumento se use para mantener la ley hipotecaria, por las mismas personas que explican de la misma forma la irresponsabilidad de las personas atrapadas en una burbuja inmobiliaria. ¿O no se está hablando de que las causas de la burbuja inmobiliaria eran aquellas de “vivir por encima de las posibilidades?. En este sentido algunas personas deberían aclararse un poco porque no parece muy coherente criticar el exceso de endeudamiento y defender una determinada norma porque ha permitido este exceso de endeudamiento.
Y esto nos lleva a otro punto que normalmente no se considera. Se está hablando del problema de la ley hipotecaria sobre los casos más dramáticos. Es decir, estamos hablando de los efectos que esta normativa provoca en aquellos casos en los que una familia pierde uno o dos pisos y puede quedar aún con una deuda; sin embargo, lo realmente grave es que enfocando el problema sobre la casuística más extrema, es difícil enfocar la realidad del problema. Estamos como siempre mirando la punta del iceberg.
Además de los efectos más dramáticos, tenemos que tener en cuenta que todo el diseño del mercado inmobiliario, lo que ha hecho es provocar una burbuja inmobiliaria, (¿o no?). Y esta burbuja ha tenido unos efectos que son devastadores, pero no tan sólo en el caso de unas personas que han acabado completamente destrozadas, sino que (y sobre todo) en el caso de millones de personas que si bien pueden pagar los créditos para los inmuebles han pagado unos importes muchos mayores para comprar una vivienda.
Nos dicen ahora, para rechazar cualquier tipo de modificación, que esta norma ha permitido acceder a la vivienda a toda una serie de personas que no la podía comprar, olvidando que es una absoluta tontería a menos que alguien sea capaz de justificar de alguna forma que las burbujas son buenas para el que paga las facturas. ¿Cómo se puede entender que cualquier norma que ha sido parte en una burbuja inmobiliaria es buena para el acceso a la vivienda?. No tiene sentido alguno.
Si la ley hipotecaria hubiese sido más equilibrada, es posible (y de hecho probable), que los préstamos hubiesen sido más caros y quizás menos, pero de acuerdo al mismo razonamiento, los precios de los pisos hubiesen sido mucho menores, y desde luego las tasaciones mucho más realistas. En definitiva, y dado que el coste total del acceso a la vivienda viene derivado de las condiciones financieras y del coste de la vivienda, ni de lejos se podría decir que este sistema ha permitido a nadie acceder a la vivienda, ya que el esfuerzo para la compra de viviendas no ha parado de crecer en medio de una burbuja.
Es más, curiosamente nos hemos encontrado discutiendo la existencia de casos extremos en medio de la conveniencia de cambiar la ley hipotecaria, lo cual es un grave error de entrada. Es decir, es muy sencillo defender que no se ha de cambiar la ley hipotecaria por la existencia de algunas situaciones dramáticas que bien se podrían solucionar desde una óptica de políticas de corte asistencial, y lo es porque esto es cierto. Pero, mientras discutimos sobre estos extremos, nos olvidamos el problema básico del mercado hipotecario, que según unas cuantas personas ha funcionado bien, pero que no debemos olvidar que pieza fundamental de una situación terrible.
Todo lo relacionado con el procedimiento hipotecario ha de ser revisado por la sencilla razón de que ha llevado a una asignación de recursos desastrosa, ha llevado a que aquellos que están pagando por tener un techo, (bien sea en alquiler, bien sea en propiedad), están asumiendo una serie de costes extras que vienen de una burbuja, y ha llevado a una parálisis total de la economía. Y lo ha llevado porque las decisiones son asimétricas, la información es asimétrica y por supuesto que gracias a la normativa se han desequilibrado los riesgos y beneficios de tal forma que los segundos siempre estarían de una parte mientras los primeros estarían siempre de la otra.
En definitiva, mientras discutimos sobre unos cuantos casos dramáticos, olvidamos que la economía se ha venido abajo por varias cosas, entre las que sobresale una burbuja inmobiliaria. Y no sé yo si el argumento para no cambiar las normas sea aquel que nos dice que no se hubiesen podido producir determinadas cosas que nos han llevado al desastre. De hecho me parece el argumento perfecto para defender el cambio.