El 20 de diciembre del año 2012 d.c y año 5 después del estallido oficial de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, (pistoletazo oficial del pinchazo de un mercado que nadie se creía), nos encontramos con un nuevo organismo que es el SAREB, comúnmente conocido como el Banco Malo, (que ha pasado de ser una vergüenza que no se iba a crear a un gran éxito de nuestro gobierno). Más allá de los costes más obvios que dicha entidad nos va a ocasionar, nos encontramos con otro consejo de administración, (privado porque se supone que tiene mayor participación el sector privado aunque público porque la financiación y las pérdidas nos las vamos a comer), con otro responsable con miles de micrófonos en la boca para demostrar sin lugar a dudas que estamos gobernando por ineptos.
Las primeras declaraciones de Lomana, (la responsable de la entidad de marras), no tienen desperdicio; Resulta que la responsable de una entidad diseñada para traspasar los costes de un derrumbe inmobiliario a la sociedad desde la banca, lo primero que dice es que la entidad no va a destrozar el mercado inmobiliario. (repito… Responsable del banco malo en 2012 diciendo tal cosa).
Lo triste es que estas declaraciones podrían ser verdad, si asumimos que es imposible destrozar el mercado inmobiliario en España, porque hace tiempo que ni tan siquiera es una ruina de algo parecido a un mercado. Pero por muy difícil que sea, resulta que estos personajes, con una capacidad de superación a prueba de bombas, lo supera y efectivamente si que va a contribuir a cargarse el mercado inmobiliario.
La continuación de la frase está en aquello de que el banco malo no va a tirar los precios de los inmuebles; sin embargo esta frase lo que esconde es en definitiva la perversión básica de este instrumento. Se están usando los recursos de los contribuyentes para buscar la fórmula desesperada de manipular el mercado inmobiliario, lo cual viene a ser la mayor manipulación que se pueda imaginar, lo que a su vez es lo que destroza cualquier mercado. De hecho lo más curioso es que al final lo que hace el banco malo es tratar de evitar que la demanda y oferta de pisos se ajusten; lo que en definitiva es cargarse lo poco que quedaba de un mercado que se ha destrozado.
Por lo tanto, claro que el banco malo se va a cargar lo que quede del mercado inmobiliario, lo cual irónicamente convierte a Lomana en candidato al record de tonterías en discursos al entrar ya de esta forma en su primera aparición; para cargarse el mercado inmobiliario, lo primero que se hace es retirar artificialmente la inmensa mayoría de las viviendas, y ya hablando de cargarse, lo que también va a destruir, son numerosas viviendas, en un entorno en el que las personas no tienen acceso a las viviendas.
Retirar del mercado bienes, asumiendo destrucciones de recursos, (porque por mucho que la abundancia de algo sea una bendición económica, la escasez es necesaria para los negocios), y manipulando el mercado hasta el punto de convertirse en el mayor demandante de pisos para la banca (con toda la prisa) y el mayor oferente para los ciudadanos con otra estructura de poder, lo que está haciendo es cargarse otra vez aquello de diseñar políticas para evitar la especulación inmobiliaria y promover que los beneficios de la actividad urbanizadora vayan para el estado. En lugar de cumplir lo que está en la carta magna, lo que va a hacer, por objeto social y por todas las declaraciones que hemos tenido es exactamente lo contrario.
Por tanto, se ha cargado la constitución; que a su vez está por algo; y ese algo es por toda una serie de razones económicas, que son las que permiten que la sociedad desarrolle. Para entender estas razones debemos recordar que el estado se ha hecho socio de las entidades financieras para pedir dinero prestado y dejarlo en exclusiva a una entidad que no es del estado, para que un bien que, además de ser un activo financiero, es una parte importante del poder adquisitivo de los ciudadanos españoles.
Por lo tanto, lo que acaba es destrozando también el sistema económico. ¡y todo ello con una sonrisa y tras cuatrocientos mil golpes).
