Lo primero que me gustaría dejar claro es que cuando alguien coge cualquier lista de datos o estadísticas, lo puede hacer de varias formas. Son las intenciones del que busca, las que van a determinar cómo se va a hacer esto.
Pensemos en cualquier reconocimiento médico al que nos vamos a someter; Podemos en primer lugar suponer que estamos ante un reconocimiento rutinario para la detección temprana de ciertas enfermedades; en este caso, nos encontraremos con la analítica en la que nos aparecen toda una serie de datos. Lo normal es que, si lo que buscamos es tratar de averiguar cómo estamos, o las amenazas para nuestra salud; nos centraremos en todos aquellos puntos en los que el resultado de la analítica se salga de los parámetros de referencia. Cuando nos dan los resultados, ¿Qué es lo que buscamos en google?. Sí tenemos 39 indicadores en rango y tres cosas fuera de rango, el 99% de las personas y en general los médicos irán disparados contra esto qué es lo que indica que algo está mal.
Pero pudiera ocurrir que tengamos determinado vicio, (con alguna típica comida insana), y que ante la aparición de un problema de colesterol, nos dediquemos a buscar la información de lo que está bien, para tratar de contrarrestar un mal resultado de colesterol. Es decir, trataremos de sacar argumentos entre los indicios que nos han salido bien, para tratar de demostrar a quien sea, (normalmente pareja), de que no hay problema para poder seguir con nuestro vicio.
Es sencillo entender que si queremos entender la situación tendremos que prestar mucha atención a lo que está mal, mientras que si queremos dar a entender que la situación es buena, lo que tendremos es que rebuscar entre lo que está bien e ignorar o minusvalorar lo que está mal.
Ahora lo que corresponde es mirar al revés; es decir; según la explicación y la información que una persona nos dé sobre los resultados de su análisis, podremos saber exactamente qué es lo que piensa esta persona, o cuáles son sus intenciones. Si nos cuentan que ha salido mal lo del colesterol y triglicéridos, probablemente esté preocupado por este punto; pero si nos cuenta que a pesar de que el colesterol “no le haya salido bien”, existen cuatrocientos mil parámetros que dicen que está bien, tendremos todos claro que es consciente de que existe un problema, y de que también se está intentando esconder, por las razones que sean, para no cambiar determinado hábito.
Pues ahora imaginemos un caso en el que pese a tener un documento en el que la mayoría de los resultados impliquen valores anormales o indicativos de un riesgo, nos encontramos con una persona que busca y rebusca entre todos los datos posibles justificaciones, algunas muy variopintas, que traten de mostrar una idea de “no está tan grave” o incluso de que “se va por el buen camino”.
Esta es la situación actual, donde todos los días se publican un buen número de datos estadísticos que nos muestran una situación en la que la inmensa mayoría de los indicadores nos llevan a concluir que la situación del país es dramática. En este entorno, los esfuerzos por ignorar o suavizar aquellos indicadores que muestran amenazas son tan evidentes como los esfuerzos por detectar aquellos parámetros que están bien o simplemente que no estén mal. En cambio toda alarma o aspecto negativo es sistemáticamente ignorado.
Ahora bien, ¿podemos afirmar que no se enteran?. Lo podríamos hacer si no se rebuscasen datos e interpretaciones positivas entre todo el maremágnum de datos; pero dado que nos encontramos de repente con aquellos textos o discursos donde se busca el “brote verde” o “aspecto esperanzador”, en medio de toda una serie de datos desastrosos, estamos sin lugar a dudas en el entorno de “sabemos perfectamente como estamos” pero no podemos o no podemos cambiar absolutamente nada.
Por tanto estamos eternamente en el juego de lanzar predicciones esperanzadoras, basadas en cualquier dato de nuestro particular análisis que aún salga bien, o que no salga mal, y luego tratar de justificar que las predicciones anteriores no se hayan cumplido porque nos hayamos encontrado con algún suceso inesperado, (cisne negro). Todo en virtud de un modelo en el que ni se nos ocurre cambiar el rumbo de las cosas.
¿Por qué?. Pues porque nos hemos encontrado con la necesidad de que los mercados financieros no caigan; y esto se hace de forma que los participantes en los mercados financieros no caigan; y la única forma de que las entidades financieras y aseguradoras cubran pérdidas es que el resto de la sociedad las cubra. Este es el grave problema; se está sacrificando la economía para salvar la economía financiera. Todo el mundo sabe que esto sacrifica la economía, y que en definitiva esto se acabará cargando también la financiera; pero nadie tiene el valor para cambiar el modelo, esperando quizás a que otro sea el cisne negro, en la reedición a nivel países de lo acaecido con la banca de inversión en 2008, en el que todas las entidades de la banca de inversión intentaron mantenerse en pie hasta que hubo el primero en caer, (necesario para salvar a las demás).