Estos días he estado de vacaciones en este blog. No han sido unas vacaciones premeditadas, sino que más bien ha sido una combinación de un par de circunstancias, unas cuantas decepciones y la necesidad de un descanso de todo el absurdo al que estamos asistiendo en España.
Entre los gobernantes, los mandos intermedios y muchos periodistas a sueldo, acompañados del impresionante papelón de la justicia que parece que está de rebajas al no estimar nada merecedor de investigación en casos como el de Pepe Blanco, o incluso que entiende que lo de Matas no es prevaricación, me llevaba a una pregunta inevitable: ¿Qué queda?.
Alguna vez me han preguntado cómo es posible que sacase tantos post, y con la cadencia que los saco, y he contestado que el truco es tener trabajo adelantado. Es tener una serie de post preparados, (tampoco es tan difícil anticiparse a las declaraciones y a la mayoría de los acontecimientos económicos), y dedicar algún tiempo diario a tratar de adaptarlo a las necesidades del momento. El problema es que he llegado a un punto en este verano en el que me había quedado sin reservas y ahora estoy en fase de intentar llenar otra vez “la nevera”, para ir sacándolos después con la cadencia adecuada.
Hoy, muy cerca de mi, hemos sufrido una tremenda tragedia. A estas horas no tengo ni idea de las causas, ni de las víctimas del accidente de Santiago de Compostela. No espere nadie aquí información sobre las circunstancias del accidente; yo no la tengo, pero curiosamente hoy tampoco creo que sea lo importante, (tiempo y necesidad habrá de hacer preguntas y buscar respuestas). Pero sin embargo, sí que tengo que constatar que en medio de todo, sí que he encontrado dos cosas buenas, por supuesto con un coste terrible.
Antes preguntaba: Sí todo nos está fallando, ¿Qué nos queda?. Y esto nos lleva a otra pregunta: ¿Para qué?. ¿Por qué va cada uno de nosotros a intentar mantenerse en medio de una guerra absurda de declaraciones que ya nadie cree y en medio de las injusticias de uno y otro, mientras los tribunales pasan de todo y los periodistas hace tiempo que se han subastado?.
Pues la respuesta es la gente, la gente anónima que ha llenado los centros de transfusión de Galicia, los médicos, los policías, los vecinos del núcleo donde ha ocurrido el accidente. Se han colapsado los centros de transfusión de Santiago en momentos. Ya de madrugada, en los medios de comunicación se habla del colapso de los centros de transfusión en Vigo, (a 90 kms de Santiago) y en el de A Coruña había una cola tremenda. En minutos, el mensaje de son necesarias transfusiones, se convirtió en un “sólo los de 0- y con carnet de donante”; Bomberos que se han incorporado, enfermeras en el paro que se han presentado en los hospitales, y las fotos donde los vecinos del lugar hacían lo que podían para ayudar a las víctimas, sin darse cuenta ni tan siquiera de lo que estaban haciendo.
¿Qué nos queda?. Pues lo que nos queda es entender que esto sí que es representativo de la sociedad. En un lugar aleatorio, en medio de la fiesta de Galicia y de Santiago, resulta que los ciudadanos han usado sin dudar sus coches para llevar a heridos a los hospitales, los hosteleros han ofrecido habitaciones gratis a los familiares, los negocios y los dueños de las casas vecinas las han abierto para cualquier necesidad e incluso lamentaba que en su taller no había camas pero que podía usarse para lo que fuese, (llamativa y por supuesto absurda, sensación de culpabilidad).
No tengo ni idea del porque del accidente, pero lo importante es que no se puede dudar de la calidad de la gente de la calle. Y eso precisamente es lo que nos queda: esta gente que sí es representativa de la sociedad.
Ayer estas personas eran agentes económicos olvidados y escondidos en un número, y mañana lo volverán a ser, pero curiosamente hoy, por las razones que sean, se muestra la verdadera cara de lo que realmente importa. Estos ciudadanos son la respuesta al “Que nos queda” y son la respuesta al “Por qué”, y además son el espejo fundamental donde mirarnos.
Y estoy completamente seguro de esta respuesta, por mi convencimiento de que si el azar hubiese colocado a otros ciudadanos de otro pueblo distinto, (pongan el que les de la gana o incluso que cada cual ponga el suyo propio, ese en el que hay fiestas y dramas, compañerismos y puñaladas), el resultado hubiese sido muy similar y todo el mundo habría intentado ayudar, hubiese bajado todas las mantas de su casa, donado sangre o lo que hubiese sido necesario. En definitiva, estoy convencido que el azar ha determinado quienes son las personas que han tenido que demostrar de que está hecha la sociedad.
Hoy hay muchas personas que han estado a mucha más altura de la que se esperaba de ellas y lo triste es que hayamos tenido que asistir a esto para darnos cuenta de que la gente está ahí y está ahí para lo que sea.