En estos días estamos a vueltas con la presentación de los presupuestos generales del estado y con los rituales típicos de todo este acontecimiento; es decir; por un lado el gobierno ofreciendo todas las ventajas de unas previsiones de gastos que son muy sociales, que apoyan la recuperación y que son sostenibles, mientras que la oposición habla de que no son creíbles, que nunca se cumplen, que son antisociales y que van a suponer mayores problemas. Es decir, los discursos que tenemos por sistema.
En realidad, las discusiones sobre si son buenos presupuestos o no, o la de si son para la recuperación o para consolidar los problemas son todas por definición absurdas desde dos puntos de vista que espero que sean muy fáciles de entender.
El primer punto de vista es que no existe un análisis real de los presupuestos, sino que existen numerosos análisis de parte que al final nos dan conclusiones de parte. Es decir; la oposición va a coger la información en las cuentas y va a buscar lo que no gusta; el gobierno va a hacer lo mismo pero para vender lo mejor; las empresas de infraestructura van a decir que se reduce la inversión… En fin, lo que tenemos es todo un conjunto de análisis de datos rebuscados para apoyar una idea previa y no un análisis sobre si los presupuestos son buenos y malos, pregunta que por este primer punto ni tan siquiera importa.
El segundo punto de vista es tratar de entender que los presupuestos no pueden ser buenos o malos. Lo que no parece entenderse es que los presupuestos no son más que un conjunto de números, que además salen de una combinación entre la situación y las decisiones tomadas. En definitiva, son un resultado y no algo que va a provocar absolutamente nada.
Pongamos un ejemplo; la partida de gastos asociados a la deuda, no es más que una estimación, (que como tal ha de tomarse), de los gastos asociados a la deuda, que dependerán de la situación y de las decisiones que se tomen. Evidentemente el hecho de que se asuma una determinada deuda, genera una serie de efectos, pero el mero hecho de poner esto en un documento, (que es confeccionar los presupuestos), no tiene la mínima transcendencia.
De la misma forma, no tiene nada que ver el hecho de que aparezca un determinado número en las prestaciones de desempleo, pensiones o en el gasto de personal o incluso en las inversiones. Todos estos números no son otra cosa que las consecuencias de situaciones y de otras decisiones como subir las pensiones un 0,25%, lo que afectará al número, pero también a los pensionistas, y a los supermercados donde estos compran...
Evidentemente no quiere decir que los pge no sean útiles, ni necesarios. Por supuesto que lo son. Son un instrumento en el que se refleja una parte de lo que está ocurriendo en el país, y una parte importante, aunque debemos tener en cuenta que una gran parte de los problemas del país y de las medidas tomadas no tienen un reflejo claro en dicho documento. Por ejemplo, la traída y manida reforma laboral, el hecho de que se bajen los sueldos de forma generalizada a trabajadores de empresas privadas, el deterioro de los sistemas de defensa de los consumidores, la especulación en bienes básicos, el hecho de que se limiten los rendimientos de los depósitos y tantas otras cosas que plantean un buen número de causas a esta situación no salen por ningún lado.