Una de las mayores tonterías que se han colado en todos los discursos está en aquel razonamiento que nos dice que “Dado que no podemos devaluar la moneda, debemos devaluar la economía”. Es una auténtica burrada por unos cuantos motivos, en particular me gustaría recordar un post del pasado (en el que MAFO se apuntaba a las modas de las devaluaciones competitivas), que ahora viene a cuento en el que explicaba esta y otras cosas:
“Un aspecto básico de las devaluaciones (pido perdón por las repeticiones), es que las devaluaciones son un instrumento para eliminar los efectos secundarios que a corto plazo provocan políticas de demanda en un entorno en el que caen las rentas”.
Pero claro, resulta que ahora nos encontramos con lo que comentaba que iba a pasar cuando los problemas llegasen (otra vez) a las grandes empresas. Es sencillo entender que el plan este de la devaluación competitiva es un absurdo que no ha funcionado jamás; pero lo realmente grave es la grave incongruencia que se nos plantea ahora todos y cada uno de los días y que es simple:
Por un lado se nos dice que debemos mejorar la competitividad, (en particular en base a las bajadas de sueldos). Esto significa que las empresas podrán reducir los precios de los productos que cobran. De hecho, ¿no es esta la base de la famosa devaluación?. Sí las empresas suben los precios, pues resulta que el esfuerzo de los trabajadores no habría sido más que para conseguir incrementar los márgenes desbaratando todo el argumentario de la traída devaluación interna o devaluación competitiva.
Pues estando de acuerdo en que nos venden que el plan es bajar sueldos, para bajar los precios, ¿a cuento de que nos encontramos con todos los miedos y todas las actuaciones dedicadas a evitar esta bajada de precios cuando se produce?. Claro que a partir de este momento, ya no se llama devaluación competitiva sino que estamos hablando de una bajada de precios que da mucho miedo porque se llama deflación.
Es entonces cuando de repente se aplauden todas las medidas tomadas para que los precios suban, mientras se explica que esto es bueno para la economía, mientras todo el mundo trata de buscar explicaciones exotéricas para el fenómeno de la deflación, mientras se pide que sigan las reformas necesarias para que los precios bajen y sigamos con la retórica de la devaluación competitiva.
La situación, en realidad se ha de limitar a entender que la deflación es lo más normal del mundo cuando se han tomado una cantidad abrumadora de decisiones deflacionarias, y es tan sencillo de entender que si alguno pretendía que bajasen los precios, no se puede asustar ahora de la bajada de precios; y si ahora cae de bruces con la realidad y le asusta la bajada de precios, supongo que todo lo que tendrá que proponer es revertir todas y cada una de aquellas medidas que lo han provocado.
A menos que lo que se estuviese buscando fuese una redistribución de la renta, asumiendo que las empresas cobran precios y pagan sueldos, mientras que los ciudadanos pagamos precios y cobramos sueldos; Por tanto, si se busca subir los precios y bajar los sueldos, lo que se busca no es otra cosa que una distribución de la renta. Claro que luego sorprenderse de que no se vende, o de la distribución de la renta o de que la economía se derrumbe es muy patético.