Nota previa: En 2009 usaba algunos ejemplos para ilustrar cómo se manipulan los estudios e informes para gusto del que lo paga, a costa de minar toda la credibilidad en el sistema y de engañar a la sociedad. Continuamos exactamente igual.
Este post es una reedición de otro publicado con el mismo nombre el 8 de septiembre de 2009. Se han corregido algunos fallos de redacción. Sin embargo, los datos, el análisis y las conclusiones se han de entender como referidos a 2009. Como se puede constatar, hoy sigue plenamente vigente.
Estudios, Informes y Cuentos Similares
Todos teníamos en mente que los estudios, análisis e informes nos servían para conocer mejor la realidad. Esta afirmación no ha dejado de ser realidad del todo, sin embargo, lo que no nos había facilitado nadie es el manual de instrucciones de estos documentos.
Es comprensible que muchos hayamos cometido (y unos cuantos aún cometan) el error de creer que de la lectura de un estudio concreto podemos comprender el aspecto de la realidad a tratar.
Este error nos ha llevado a confiar, en no pocas ocasiones, en la literalidad de lo que el autor propone. No nos paramos a pensar en los detalles accesorios que son los que realmente facilitan la información valida. Pero, y en descargo de la sociedad, debemos recordar que en numerosas ocasiones sólo tenemos acceso al título.
En fin, ¿Qué información debemos saber sobre un estudio? ¿Qué informaciones proporciona el estudio? Pues está claro que lo primero que debemos saber es quién lo patrocina (puede parecer una tontería, pero a lo mejor es importante entender que es la European Bedding Association la que nos dice que cambiamos los colchones muy tarde; través de un estudio que no hemos visto más que en reportajes y en diálogos de series de televisión).
Cuando hay alguna administración por el medio, podemos detectar también sin lugar a dudas el grado de relación entre el sector y el gobierno de turno. Esto se ve muy bien en un estudio que ha aparecido en varios artículos de prensa (por ejemplo). En este estudio no podemos identificar quién lo ha pagado, pero no es difícil sacar conclusiones acerca de las relaciones entre las autoridades de tráfico y el pagador del informe (¡se admiten apuestas!). En este caso es importante analizar muy detenidamente el artículo y detectar algunas cosas curiosas y no quedarse sólo con el título que nos dice que el limitador de velocidad de los coches es muy útil para evitar muertes.
Siempre que leamos un estudio, que podríamos definir como tendencioso, debemos tener en cuenta posibles incoherencias; por ejemplo:¿Un limitador de velocidad tiene sentido en una carretera general? Si pongo el límite a 100, ¿me avisará cuando tenga que ir a 50?; puedo optar por ponerlo a 50 pero el coche se volverá loco pitando cuando salga del pueblo y me ponga a 90.
Resulta que llegaríamos a la conclusión de que el limitador de velocidad lo podemos usar en ciudades (siempre el mismo limite) o en autopistas. Claro que las autopistas son las vías de menor siniestralidad; y los accidentes con víctimas en ciudad representan una parte algo más representativa, pero con una escasa incidencia de la velocidad y sí por atropellos.
Aún teniendo en cuenta estos matices, el estudio trata de demostrar que el limitador de velocidad evitaría más de la mitad de las muertes de tráfico. Sin embargo, el estudio obvia los siguientes matices
El 81% de las víctimas se producen en carreteras donde el limitador estaría apagado.
En 2004, de un total de 83.000 accidentes con víctimas de algún tipo, el exceso de velocidad sobre los límites de velocidad marcados sólo estaba presente (ni tan siquiera se identificaba como culpable) en 2.303 casos.
Aquí tenemos una pequeña trampa de las calificadas como letra pequeña a la hora de redactar el informe. Para el informe en cuestión se usa el concepto velocidad inadecuada en lugar del concepto “velocidad superior al límite”, que además desaparece de las estadísticas de la DGT en 2005; Debemos de tener en cuenta que el término "velocidad inadecuada" engloba el de "velocidad superior al límite" (Velocidad inadecuada a las condiciones de la vía puede ser tanto velocidad inferior al límite pero inadecuada, como superior al límite).
El limitador de velocidad no avisará cuando la velocidad sea inadecuada sino cuando el vehículo supere el límite marcado en el propio vehículo. Y por cierto, al respecto de la velocidad inadecuada, alguien debería explicar la razón de que la mayoría de las muertes sean por velocidad inadecuada dentro de los límites de velocidad (y ya relacionarlo con los puntos negros sería de nota). Es decir, la mayoría de los accidentes atribuidos a la velocidad hasta 2004 (último año con esta información disponible) no supondrían multa por exceso de velocidad.
No parece que el estudio sea demasiado exacto (entendida exactitud como la aproximación a la realidad), pero puede que nos haya convencido de la bondad de que el coche tenga limitador de velocidad.
En mi caso particular el limitador de velocidad venía gratis. Pero de haberme creído el informe y en caso de que no viniese gratis, habría pagado lo que sea por la mayor tontería del mundo, ya que actualmente lo tengo fijado para que me avise al máximo de velocidad del coche (aleatoriamente). Para las autopistas ya tengo el control de velocidad de crucero (que según el estudio mejora aún más la seguridad, aunque en mi opinión, simple y llanamente, es lo suficiente cómodo como para compensar el riesgo de no llevar los pies en los pedales).
Los objetivos reales del estudio los debemos de tener claros, pero aun así es interesante conocer otros aspectos para analizar qué es lo que nos quieren transmitir (aparte de los obvios). En el estudio anterior no es difícil adivinar que uno de los objetivos es vender los cacharritos. Pero también tenemos que acordarnos de la DGT que ha de ganar algo con esto estudio. Supongo que se me permitirá sospechar que a la DGT le viene muy bien como coartada para las multas de radar. Lo cual en última instancia viene muy bien para criminalizar la conducta del conductor (aunque un muerto por velocidad inadecuada lo sea porque iba a una velocidad inferior a la limitada por la señal y, por tanto, legalmente; y a pesar de que en numerosos puntos esto significa una curva mal peraltada y peor señalizada).
Por supuesto, el objetivo último es el título. Es importante que sea rotundo, claro y transmita.
Hoy he visto un estudio muy simpático titulado: “¿Está cara la vivienda? La caída de tipos la abarata a niveles pre-boom, según M&G”. El simpático analista de la casa de valores nos riega con la rotunda afirmación de que la vivienda está barata porque el impacto del precio, calculado con una hipoteca al precio del tir de los bonos a 10 años, no fue tan bajo en relación al PIB per cápita desde antes de la burbuja.
Por supuesto, no faltan gráficos, una fórmula y, desde luego, muchos y muchos porcentajes. Parece difícilmente de desmentir y, por supuesto, casi inatacable, salvo para aquellos que paguemos la hipoteca a un banco, con su euribor, en lugar de los tir de los bonos a 10 años, y con un sueldo en lugar de con un PIB per cápita. Por supuesto, todo el mundo sabe que no hay más condiciones referidas a la compra de una vivienda a tener en cuenta.
En fin, hace tiempo que buscaba estudios para informarme; hubo una época donde la verdad es que hasta me los creía (¡Buf!). Hoy propondría que si queremos conocer la verdad sobre algo, o queremos predecir la evolución, cambiemos el enfoque a la hora de leer el estudio; dediquémonos a analizar la información y sacar conclusiones, en lugar de buscar aquel dato que nos interesa para sacar un publireportaje que demostraría (por ejemplo) que hoy el mercado laboral alemán es más flexible que el español aunque, sin que los dos hayan sufrido cambios, ayer fuese el alemán mucho más rígido.
¡No sé! A lo mejor se acertaba, se ganaba credibilidad y los estudios servirían para algo; llega un momento en que sólo se los creen aquellos a los que les interesa creerlos, y a esos ya no los hay que convencerlos de nada.