El partido político Ciudadanos propone, en su búsqueda del empleo de calidad, un complemento salarial a los sueldos más bajos para completar los ingresos de los trabajadores. La idea suena bien, salvo por alguna cosa. Este post va sobre los matices que tendría esta propuesta.
No sé muy bien como redactar los fallitos, así que voy a tirar por lo simple: es perversa, absurda, engañosa, tramposa, de incompetentes, nociva y parece sacada de una tragicomedia barata. Salvo estos pequeños detalles, no le veo mayor problema.
Voy a empezar con la parte más amable de la crítica: la situación cómica. Con mucha frecuencia se ha criticado (y con especial virulencia desde Cataluña) el famoso PER (que ahora no se llama así) que se ha implantado en Andalucía. El PER consiste en que el Estado subvencione a los trabajadores del campo andaluz que no consiguen unos ingresos mínimos para subsistir con sus sueldos. Se ha dicho de todo (y muy poco bueno) acerca de esta medida. Pues tenemos a un partido nacido en Cataluña (con una vocación supuestamente liberal y con un líder que iba a Andalucía a “enseñar a pescar en lugar de repartir pescados”) proponiendo al PSOE la implantación de un PER exagerado a nivel nacional y para todos los sectores económicos.
Para rematarlo, podemos verlo desde otra óptica; un partido que afirma basarse en el modelo social de los países escandinavos (con un marcado carácter social) propone una medida supuestamente social que viene de Estados Unidos.
Esa es la parte cómica. La parte trágica sería todo lo demás. Para que se vea de manera clara, propongo que se analice la propuesta como se haría con cualquier otro subsidio. ¿Qué se subvenciona? ¿Con qué requisitos? ¿Qué es lo que se fomenta?
Un análisis simplista (que es el que se hará) nos lleva a concluir que se da una subvención a aquellos trabajadores con menores ingresos para que subsistan. Dado que los trabajadores con menores ingresos son los trabajadores con menor valoración económica (es obligado decirlo aunque sea una redundancia y una perogrullada), tenemos el argumentario perfecto para todos los opinadores en el futuro: estamos subvencionando a vagos. Aquí vamos encontrando indicios de perversidad: Hoy hablamos en términos de justicia social, de razones económicas y de buen rollismo institucional para hacer una proposición que después se venderá como un regalito discrecional a una serie de personas que acabarán siendo consideradas casi como parásitos. Creo que es fácil anticipar esto la primera vez que se lleva a cabo, pero no estamos ante algo innovador, es algo que ya se ha hecho y siempre acaba igual.
Otro punto importante es la conducta a subvencionar. Nadie tiene la menor dificultad en entender que subvencionando las inversiones de empresas estamos intentando promover las inversiones. Pues aquí estamos subvencionando que las personas tengan un empleo muy poco remunerado. El absurdo llega a este nivel: estamos otorgando subvenciones para que las personas acepten empleos con sueldos y condiciones extremadamente bajas en un país en el que las personas ya aceptan empleos con unos sueldos y condiciones extremadamente bajas (de hecho somos líderes precisamente en esto) para conseguir "supuestamente" empleo de calidad. ¿No es perverso incentivar a personas para que acepten empleos de remuneración baja?
A principios del siglo XIX, David Ricardo enunciaba la ley de hierro de los salarios. Según esta ley, los salarios tenderían siempre a reducirse hasta los límites necesarios para subsistir y reproducirse. Esta medida permitiría incluso ir más allá. Para explicarlo mejor, podemos pensar en algunas situaciones. Imaginemos que hoy en día se rechazan trabajos porque no compensa ir a trabajar por ese sueldo. ¿Aceptará una persona un trabajo de media jornada por 350 € que le obligue a recorrer en coche 30 quilómetros todos los días? ¿Y si el trabajo es a media jornada en los papeles, pero luego tiene otra media jornada adicional que serían horas extras no remuneradas? Hay millones de trabajos que no permiten la subsistencia e incluso buena parte de ellos ni tan siquiera cubren los costes derivados de ir a trabajar. En esto estaremos todos de acuerdo, supongo.
Pues esto se soluciona si el Estado pone 200 € más al mes. Es más, tenemos un poderoso incentivo para que las empresas se llenen de trabajadores cobrando una miseria, pues para los trabajadores tener ese contrato sería requisito para acceder a cobrar el complemento del Estado. En definitiva, se trataría de generalizar un modelo como el andaluz que había criticado en su día: subvencionamos a la empresa y al trabajador. Luego olvidamos criticar la subvención a la empresa (siguiendo con el ejemplo que había puesto en aquel post: ¿Cuántos han criticado las subvenciones a la Casa de Alba?) y criticamos la subvención a los trabajadores (los vagos, ineficientes y demás lindezas que no paramos de escuchar) cuando el verdadero beneficiado sería otra vez la empresa que cuenta con trabajadores a un coste mucho más reducido que se completa con impuestos.
¿Esta medida sería sostenible para las finanzas públicas? Pues dado que los parados no van a pagar impuestos, dado que tampoco parece que se pida que suban los impuestos a las empresas y dado que los trabajadores que cobran poco van a cobrar impuestos, me cuesta encontrar a los paganinis de toda esta historia.
Y ya que estamos, ¿qué ocurriría con la productividad? Es de suponer que las empresas harían más uso de contratos precarios de baja remuneración que ahora (entiendo que ni una sola empresa que hoy contrata por un sueldo muy bajo dejaría de hacerlo con las ventajas ofrecidas y muchas se apuntarían); y es de suponer que la demanda de puestos de trabajo de sueldos bajos se incrementaría también mucho más (por el incentivo de acceder a la renta complementaria), de la misma forma que los trabajadores andaluces buscan con ahínco peonadas. Todo ello nos lleva a que los sueldos pagados por las empresas bajarían. Si los costes de contratar bajan, todo nos conduce a entender que se usará intensivamente el factor trabajo, lo cual supondría que la productividad se desplomaría aún más.
Si unimos una productividad que se desploma a unos salarios bajos, ¿qué creemos que se producirá?; ¿cuál sería la estructura económica resultante?
Y todo lo anterior viene propuesto por un partido político especialmente comprometido con la Constitución española. Curioso que la Constitución nos diga “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia”.
Frente a estos aspectos, me gustaría recordar un post de 2009 en el que proponía una alternativa: Ofrecer a las empresas subvenciones directas y a fondo perdido por el importe que se comprometan a subir el sueldo a sus trabajadores. Es decir, si una empresa sube el sueldo a sus trabajadores se le concede una subvención equivalente a la subida de tres años de los sueldos. La empresa gana inicialmente los fondos para aguantar y los devuelve a los trabajadores, consiguiendo clientes para el mañana. Los trabajadores mejoran y a través de sus impuestos acabarán devolviendo las ayudas; y los bancos cobrarán…
En su momento me dijeron de todo, en particular que era muy caro y que era posible el fraude. Hoy propuestas similares serían más difíciles porque nos hemos gastado una burrada de dinero en soluciones que no iban a ningún lado y vemos propuestas que suponen más dinero para enterrar más el futuro, por no hablar de las posibilidades de fraude.
Si se quiere buscar que el empleo sea de calidad o la productividad crezca o simplemente cumplir la tan adorada Constitución hay fórmulas. Si se quiere seguir haciendo desvergonzadas… pues también se puede.