El 3 de enero de 2009, Expansión publica un artículo analizando la situación del “liberalizado” sector eléctrico. El caso es que de 25,6 millones de clientes que tienen las eléctricas, sólo se han pasado al mercado libre 2,95 millones de ellos, y la gran mayoría de los que tenían que pasar por tener potencias contratadas a 10 kw.
El mismo artículo se hace eco de los esfuerzos del gobierno por convencer a la sociedad de los beneficios de la liberalización eléctrica, (para los consumidores, claro), de tal forma que no parece entender nadie porque demonios los consumidores no entendemos que debemos pasar al mercado libre.
En este y otros mercados nos encontramos con una paradoja en la que parece no caer absolutamente nadie. Resulta que los procesos de liberalización mejoran la competencia, abaratan precios y mejoran la calidad de los productos o servicios. Esto lo tenemos todos claro. Lo que no parece tan claro es el hecho de que resulta que los clientes, (que serían los que pagarían menos por mejores bienes y disfrutarían de las guerras de los proveedores), no quieren ni oír hablar de las sucesivas liberalizaciones que hemos tenido. Por otra parte las empresas, (que son las que van a cobrar menos precios por mejores servicios y además tendrán que pelearse con sus competidores), se apuntan todas a las liberalizaciones.
En medio tenemos un gobierno socialista, (obrero y español, para más señas), abanderando las liberaciones que las empresas tanto piden, mientras lo califican de comunista.
A todo esto, los agentes del sector financiero, (que entre las funciones de las que presumen está la de la valoración de los productos en los mercados financieros, tradicionalmente los más eficientes, según todos los datos). De tal forma que los del talento acaban metidos en burbujas irracionales.
Pues teniendo en cuenta este panorama, resulta que es de extrañar que se ponga en duda el comportamiento racional de los agentes económicos, porque por alguna razón todo el mundo está pidiendo lo que no le interesa de acuerdo a sus circunstancias e ideales. Es entonces cuando aparecen las teorías de las miopías, de las percepciones asimétricas y demás para explicar que todo el mundo se está comportando de forma irracional.
Pero ¿estamos actuando todos de forma irracional?.
A lo mejor tenemos que darle alguna vuelta a estas aparentes contradicciones. En la web del ministerio de industria se habla del mercado liberalizado eléctrico afirmando que las ventajas para el consumidor son “La principal característica de los procesos de la liberalización de los mercados es que introducen competencia. Mayor competencia es sinónimo de precios competitivos (ajustados a los costes) e incremento de las calidades del servicio (ofertas personalizadas y adaptadas a las necesidades de cada consumidor). Así ha pasado en otros sectores económicos, y así pasará, previsiblemente, en el sector eléctrico español, cuyo proceso liberalizador necesitará todavía que pase un tiempo para que manifieste todas sus ventajas”.
Y eso es cierto, aunque el consumidor ya está un poco acostumbrado a estos discursos; no en vano es el que hemos tenido cuando nos ha tocado el proceso liberalizador de las gasolinas, el de telefónica o incluso este de las eléctricas y alguna más. Desde luego es curioso observar lo que ha pasado en estos ejemplos. Por supuesto, en este caso tenemos que las empresas han incrementado de forma espectacular sus facturaciones e ingresos, a la vez que los consumidores, han pagado precios cada vez más elevados por unos servicios que no siempre se han ajustado a la calidad previa.
En este sentido, hubiese agradecido que en la web el ministerio de industria nos dijese cuales son los sectores en los que se ha incrementado la competencia, en los que se han reducido los precios y en los que la calidad se ha incrementado.
Claro que si tenemos un poco de memoria cuando el mercado de gasolina o el del pan, no estaban liberalizados, cada vez que los precios subían céntimos, (¡de pesetas!) en el litro de gasolina o alguna pesetita el precio de la barra de pan, era el estado el culpable. Cada vez que sube la electricidad, tenemos el engorro de la CNE teniendo que informar sobre los motivos que toquen para subir las tarifas. Desde luego es una locura esto de tener que aprobar en B.O.E. un déficit tarifario, (denominado en todos lados como reconocido por ley), Por tanto, es normal que un gobierno apruebe una norma que permite que las empresas pongan el precio libremente. Por poner la ventaja claramente: La ventaja para el gobierno es que simplemente ya no asume la culpa de la subida de precios.
Al final resulta que ahora ya nadie echa la culpa del precio de la gasolina a los gobiernos, (aunque entre impuestos y que en los mercados de petróleo, estén financiando la especulación que influye tanto en el precio). De vez en cuando además se mete una sanción de competencia y arreglado el tema.
Entonces empezamos a comprender que al gobierno le interesa esto de la liberalización, porque debemos acordarnos que tanto este como los anteriores, más allá de siglas, viven de marketing. (En el mercado de las gasolinas, liberalizado hace tiempo, nos encontramos con que la única medida liberalizadora fue del PP que obligó a poner los carteles visibles desde las carreteras con los precios).
En los mercados los precios se fijan en base a las condiciones de los mercados, y desde luego, los gobiernos están en el origen de fijarlas. Sin embargo, la fijación de precios es una decisión que normalmente hace bastante más ruido que el proceso sutil de establecer las reglas de juego entre ofertantes y consumidores. O sea, que es muy fácil cargarse el sistema de reclamaciones, permitir los acuerdos entre productores, poner cuotas, establecer sistemas de subvenciones, precios o rentas mínimas a productores, permitir que los servicios de atención al público sean ordenadores en un eterno bucle, (algunos humanos y otros directamente programas informáticos). Todas estas tácticas, (de las que en España andamos sobrados como ya puse en su día), son desde luego sutiles y no suelen tener el impacto de una subida de precios que es un resultado, encuadrado en un momento y lugar y por tanto noticia.
Por tanto, el gobierno parece que no estaría actuando de forma tan irracional.
Al respecto de los consumidores y empresas, defendiendo cada uno la opción que en teoría menos les interesa, pues lo que tenemos que entender es que realmente en los procesos liberalizadores en España, nos encontramos con un objetivo claro y diáfano. Permitir a las empresas fijar las tarifas sin traba alguna. En el post de “liberalizar en castellano”, ya he tratado de exponer en su día que en España tenemos una definición muy sui generis de lo que son o deben ser los procesos liberalizadores. En este sentido es normal que en estos procesos, las empresas incrementen de forma espectacular sus ingresos, conteniendo sus gastos, (por que el incremento de facturación es principalmente vía precios), de tal forma que los beneficios se incrementan y logramos convertir las empresas liberalizadas en “campeones nacionales”, mientras recibimos broncas de europa a cuenta de las situaciones de nuestros mercados.
Si entendemos esto, en lugar de la inmensa publicidad y análisis de los procesos liberalizadores, que es cierta pero referida a los procesos liberalizadores y no a lo que se plantea en España. Mientras no encontremos un nombre a esta situación española, pues tendremos el pequeño lío y no entenderemos que al final resulta que tanto los consumidores como las empresas, están actuando de forma coherente.
Respecto a los de las burbujas y los comportamientos irracionales en los mercados financieros, pues parece claro que si creemos que en el mercado del petróleo (por poner un ejemplo), o en el de las energías (por poner otro más polémico), se están gestando burbujas, lo lógico podría parecer que los inversores y las personas escapásemos de estos mercados para no quedar atrapados.
Claro que si pensamos un poco, las economías domésticas, (vulgo familias), se ven forzadas a consumir estos bienes, por lo que queramos o no, veamos la burbuja o no, estamos condenados a estar en ellas.
Respecto a los inversores, pues las burbujas generan grandes rentabilidades mientras se gestan, de tal forma que este año han arreglado el desaguisado del año pasado; por supuesto cuando estallan, dejan víctimas, pero sin embargo, la realidad es que todos los gobiernos y bancos centrales reaccionan rápidamente para evitar las perdidas del sector financiero y volver a sanear “el sistema” y recuperar la “economía”, (confundiendo economía con finanzas). En este sentido la verdad es que la situación de las burbujas es claramente rentable para los inversores. Dicho de otra forma, es curioso definir como irracional a aquellas entidades que se lanzan como locas en mercados en los que o ganan rentabilidades impresionantes o la sociedad pierde cantidades impresionantes para rescatar a las entidades.
No parece por tanto que sean demasiado irracionales.
En conclusión, podemos entender que todo el mundo se comporta de forma irracional, porque toma decisiones contrarias a lo que la combinación de discursos y teorías nos hacen pensar. Pero realmente al final todo el mundo toma decisiones coherentes con la combinación de realidad y como debería decidirse de acuerdo a la realidad.
El problema está por tanto en la distancia entre discursos y realidad. ¿Por que son tan distintos?. Una pregunta interesante. ¿no?.