Para analizar el futuro del euro, tenemos que tener en cuenta que en definitiva el tipo de cambio entre dos monedas, refleja la valoración de las economías de los dos países. En estos temas, ocurre un proceso común a todos los procedimientos financieros. Al final los mercados financieros, reflejan la situación de la economía, aunque en todos y cada uno de los momentos exista la posibilidad de alterar esta relación. Dicho de otra forma, que todo el mundo pueda entender, las valoraciones financieras están sujetas a manipulación y(o) error. De la misma forma que podemos mantener los mercados financieros aislados de lo que pasa en la economía, hasta que súbitamente se derrumban para ajustarse, deducimos que podemos mantener los tipos de cambio ajenos a la valoración de las distintas economías, durante un tiempo mediante la intervención de los bancos centrales y políticas monetarias. Sin embargo, al final los ajustes son dramáticos.
Es muy sencillo entender gráficamente la importancia de los tipos de cambio y desde luego los procesos de ajuste. En síntesis podemos entender que los tipos de cambio son el nexo de unión entre las distintas economías. Y los podemos entender como el mecanismo que une varias partes móviles. Gráficamente, podemos representar dos economías como dos grandes bloques unidos por los tipos de cambio.
Si las dos economías son iguales, el tipo de cambio no sufre ninguna tensión, ya que si la economía del país A sube o baja al mismo ritmo que la economía del país B, la unión no se modifica.
El problema está cuando una de las economías sube y la otra no lo hace. En este sentido es fácil entender que pueden existir situaciones distintas, y desde luego los efectos son distintos en virtud de la flexibilidad de los tipos de cambio.
En este sentido los tipos de cambio fijos, lo que propician es un clarísimo efecto arrastre; ya que al quedar ancladas las dos economías por un valor fijo, en el caso de que la economía A suba, arrastrará a la economía B; (y desde luego todas las combinaciones posibles).
En este sentido encontramos la gran ventaja de los tipos de cambio fijos, que al final lo que logran es contribuir a la convergencia de las economías de los países, ya que tiran los unos de los otros.
Por supuesto el grave problema de los tipos de cambio fijo es que a la vez que tiran, arrastran, es fácil entender que si el país A cae, lo cierto es que acaba arrastrando al país B.
Por otra parte la existencia de tipos de cambio flexibles implica que los países no queden anclados. Podemos imaginar una situación en la que los países estén unidos por una barra que a su vez encaja en raíles en la gráfica anterior. De esta forma si un país sube, su moneda sube y el tipo de cambio fluctúa libremente. En este caso, perdemos desde luego la ventaja de arrastre entre países, a cambio de aislar las perturbaciones en cada país para el resto. Dicho de otra forma, si el país A, cae, su moneda cae, en consecuencia el país B no se ve afectado.
La situación intermedia es la que se da habitualmente que se basa en tipos de cambio variables, (pero dentro de un rango de variación). En el gráfico sería colocar el tipo de cambio a lo largo de varios raíles. En tal sentido que se permita una fluctuación dentro de unos limites determinados. En este sentido el hecho de que un día nos encontremos con una noticia que hable de la devaluación de la moneda, es simplemente el que pasemos de un rail a otro.
Por tanto es fácil entender que los tipos de cambio pueden funcionar como lo haría un amortiguador de un coche. Es un ejemplo muy gráfico porque nos ayuda a entender muy bien como es la situación.
Todo el mundo entiende que cuanto más duros son los amortiguadores, (menos flexibilidad), mayor estabilidad tendrá el coche, salvo que pasemos por baches en cuyo caso puede llegar a ser completamente ingobernable.
Desde luego, los amortiguadores unen el coche con la carretera, y si nos encontramos con una carretera perfecta, lisa, como el coche y sin curvas, bien podríamos incluso circular sin ellos y unirlos con una barra. Pero desde luego como nos metamos con un formula uno por una carretera bacheada, el coche se destrozará.
En este sentido, los tipos de cambio funcionan exactamente igual uniendo economías, y en este sentido cuanto menores sean las diferencias entre las economías y menores sean las turbulencias, más fácilmente podemos aguantar tipos de cambios fijos. Si las economías son distintas, o existen numerosos baches, necesitamos la flexibilidad, o el coche tan estable que hemos construido acabará con los bajos destrozados y los amortiguadores completamente rotos.
Por tanto, los tipos de cambio fijos, tienen sentido cuando las economías, son parecidas, y esto significa que tienen en general las mismas condiciones.
Entiéndase que este post no pretende ser apropiado para describir el proceso de ajuste de las monedas, sino tratar de mostrar una analogía muy usada para delimitar las diferencias entre los tipos de cambios fijos y tipos de cambio flexibles.
Si lo queremos ver en términos económicos, el resumen tampoco es demasiado complicado. Cuando una economía crece respecto a otra, la moneda se revaloriza, de tal forma que si el tipo de cambio es flexible, la economía que mejora pierde competitividad por este fenómeno. Si nos damos cuenta, esto significa que cuando una economía mejora, con tipos de cambios flexibles, nos encontramos que las importaciones son más baratas y las exportaciones más caras. Y este fenómeno es lo que implica una pérdida de competitividad de la economía que mejora y en definitiva un ajuste de las dos economías.
En todo caso, los sistemas de tipos de cambio flexibles, han sido un esquema fundamental de la salida de la crisis de los años 30, a través de los acuerdos de Bretton Woods, en los que (entre otros aspectos), se han establecido mecanismos multilaterales de fijación de los tipos de cambio, para tratar de evitar los defectos previos de un sistema de tipos de cambio fijos y basados en el patrón oro, que fueron otros de los elementos que llevaron a la crisis de los años 30.
Como tantas y tantas lecciones aprendidas tras los años 30 de los años pasados, con el tiempo esta lección se ha vuelto a olvidar de tal forma que hoy cualquiera que defienda el uso de tipos de cambios flexibles para estabilizar el sistema, puede ser calificado de hereje, aunque curiosamente, lo primero que ha hecho Estados Unidos es devaluar su moneda lo máximo posible.