Siguiendo con este hilo que se empieza a eternizar, nos encontramos con la situación en la que los bancos centrales pierden efectividad debido a que la caída del crédito supone la caída del multiplicador de forma que la cantidad de dinero en la economía, comienza a caer a pesar de que se inyecte dinero de forma masiva. De hecho las inyecciones masivas, lo único que logran es frenar ligeramente la caída monetaria.
Pero otro de los indicativos de que los bancos centrales pierden el control sobre el resultado final de la cantidad de dinero está en la aparición de un concepto acuñado en la experiencia de Japón, que es el famoso término de bancos zombis, nombre muy gráfico que nos indica una existencia de bancos que no pueden prestar dinero y que son mantenidos artificialmente por el resto de la economía.
Esta es una de las analogías más afortunadas que explican el mundo financiero y realmente la explicación técnica a la situación generada tampoco es demasiado complicada. Cuando un sistema financiero no financia, lo que nos encontramos es ante la misma situación que cuando las carnicerías no venden carne.
Por supuesto, si los compradores no pueden comprar carne, está claro que los clientes se están sacrificando, pero sin embargo, también nos encontramos con que las carnicerías pasan a ser algo que decora pero que pierde toda su utilidad.
La gran diferencia entre una carnicería que no vende y un banco que no presta, está en que mientras la carnicería tendrá que cerrar y el carnicero, socios y acreedores de esta, tendrán que apañarse, mientras que a los bancos, parece ser que existe alguna ley que nos obliga a salvarlos a toda costa, incluso aunque no tengamos un plan ni tan siquiera medianamente elaborado.
El sistema financiero, sin embargo es distinto, ya que es depositario de los ahorros de la sociedad y por supuesto es el que paga las pensiones en todos aquellos lugares donde nos encontramos con un sistema de capitalización privada o con los fondos soberanos invertidos en mercados financieros.
Es esta doble vertiente del sistema financiero la que realmente nos está ocasionando tantos problemas y es en esta situación la que provoca que los bancos centrales pierdan el poder sobre la cantidad de dinero en la economía.
Las entidades financieras pueden prestar dinero dedicándose a financiar a las empresas que intenten desarrollar una actividad y a las economías domésticas, (familias), o bien pueden invertir en determinados activos financieros de forma que mediante las técnicas de trading, pueden conseguir rendimientos sin asumir su función de financiación.
Mediante la primera de las opciones, se crea dinero en la economía y se logra que circule, mientras que mediante la segunda de las opciones, simplemente se especula con las distintas posiciones en los mercados para tratar de captar los recursos derivados de especulaciones en distintos mercados.
Si nos centramos en la primera de las opciones, que no es otra que financiar a la sociedad; debemos concluir que es la que da el nombre, el sentido y es la que es usada como instrumento de política monetaria. Una conclusión que debemos tener clara es una conclusión muy evidente del sistema de creación de dinero; recordemos que la cantidad de dinero en la economía es igual al multiplicador monetario multiplicado por la base monetaria.
El hecho de que el multiplicador monetario se reduzca, implica necesariamente la reducción de la cantidad de dinero en circulación y desde luego la brecha entre la base monetaria y la oferta monetaria.
La primera conclusión es clara; los beneficios derivados del préstamo tienen que caer sin remisión, debido a que en resumen, los beneficios son los márgenes de los préstamos por el importe de préstamos concedidos. Por tanto la banca comercial, en una situación de caída de la actividad de financiación, sufre por el lado de los préstamos concedidos, (en la situación de que la carnicería no vende carne). Por supuesto, esto puede ser compensado de alguna forma incrementando los márgenes, (ganando más a cada euro), pero dicha situación solo puede ser mantenida mientras se sostengan a las entidades, y no es sostenible, ya que la subida de los tipos que aplican a las operaciones, implica que se profundizará en la caída del multiplicador, de forma que se entra en un círculo vicioso, en el que el multiplicador cada vez es menor.
Para entender lo que significa esto, debemos tener en cuenta que un multiplicador 1 significaría que la base monetaria es exactamente igual a la oferta monetaria, y sería una situación en la que el sistema financiero no existiría en su faceta de creación de dinero. Es decir, significaría que ningún banco presta dinero. O lo que es lo mismo, significaría que el sistema financiero dejaría de existir.
¿Qué esquemas se han de aplicar para parar este proceso?. Pues es simple, se trata de parar este proceso que implica que tanto las entidades como la economía en su conjunto se va irremisiblemente al desastre. Y en este sentido es en el que surge en su día la ley Glass-Steagall, que establecía la separación de la banca de negocios y la banca comercial. Los fundamentos de una ley que duró tanto tiempo son más que evidentes, por mucho que ahora nos olvidemos. El primer motivo o consecuencia de esta separación es que la banca no puede salvar sus cuentas eligiendo entre dos alternativas que son la de actuar como un sistema financiero y a la vez como inversor.
Esta distinción obliga a posicionarse a cada entidad, de forma que incrementa la presión por las soluciones. Uno de los problemas que tenemos para la reactivación del crédito es que las entidades no necesitan reactivarlo para generar sus beneficios, al sustituir esta actividad por la de trading. Sin embargo, el efecto secundario de esta táctica es la desaparición del sistema financiero como tal y los bancos zombis, en el sentido de que no van a tratar de tomar ninguna decisión que contribuya a la normalización del sistema financiero. La obligación de la separación de las entidades, implica que aquellas entidades que se encuentren en el sistema financiero, tienen que desconectarse del sistema financiero para acoplarse a la economía real.
Otro de las razones que justifican esta ley, es la asimetría entre los intereses y medidas, si analizamos el ámbito al que se dirigen. Esto es sencillísimo, si pensamos en las dos partes de las entidades; Pensemos en las peticiones que nos encontramos y comprobamos que son completamente incompatibles. Si una entidad vive de los préstamos a los clientes o a las empresas, tendrá claro que si se acuerda una bajada de sueldos, una liberalización de mercado de trabajo, (que conducirá a una bajada de sueldos), o bien una caída de las pensiones, (o simplemente que esto se proponga), una subida de impuestos a las personas, la laxitud en defensa de los consumidores, o una bajada de precios generalizada en la economía, supone un mayor problema para el pago de préstamos, y por supuesto una reducción generalizada de la capacidad de endeudamiento, lo cual les lleva a no pocos problemas.
En cambio, las mismas medidas proporcionan un efecto totalmente contrario en los mercados financieros, ya que todas ellas, acompañadas de políticas de oferta, implican un incremento en el valor de los activos financieros, (que es lo que interesa en este caso).
La separación de las dos actividades de la banca, genera la aparición de dos lobby con intereses contrapuestos, ya que por un lado unas entidades actúan como financiadoras y las otras como inversoras.
La unión, (o derogación de esta ley), lo que implica es que lejos de tener a dos grupos con intereses contrapuestos que luchan por un equilibrio, (necesario para la economía), lo que se consigue es exactamente lo contrario y una de las actividades va perdiendo poco a poco importancia, porque las entidades eligen cual de las actividades han de sacrificar. Desde la propuesta de decisiones, a la presión para las normas, a las peticiones de medidas a tomar para solucionar la situación, se ven afectadas por esta situación; además del detalle de que se consigue mucha más munición para la especulación de forma que se favorecen implícitamente a la banca de inversión, frente a las actividades financieras.
Por supuesto, el problema es que en este caso convive un deterioro de la economía, (derivado tanto de las medidas propuestas, como de las condiciones de financiación), con una mejora de los mercados financieros, de forma que llega un momento en que los mercados financieros están en una situación irreal, que se llama burbuja y de la que sólo se puede salir mediante burbujas sucesivas que se tienen que encadenar.
Por supuesto, con todos los apoyos se puede mantener durante un tiempo, un sistema financiero que no financia, y que a su vez mantiene unos beneficios, que no proceden de la creación de actividad económica, sino que se detraen de esta. Sin embargo, lo que no parece entender nadie es que las burbujas nunca se pueden mantener y solo hay una duda; ¿Cuándo estallan?.