En junio de 2010, tras la campaña de publicidad acerca de la bondad del ajuste de mayo de 2010 que tuvimos en unos cuantos países, (entre ellos España), estaba de plena vigencia el argumento de que Irlanda había tomado estas mismas medidas en 2008, y que sus previsiones eran muy halagüeñas.
Por tanto, aparte de los argumentos que se han mencionado, había colocado un post explicando la evolución de Irlanda desde que se habían tomado estas medidas. No dejaba de ser un poco curioso que los enfoques de los artículos de opinión se centraban en las inmejorables perspectivas del tigre celta, y todo el mundo obviaba la realidad.
Desde luego la realidad era dramática y se comprobaba perfectamente que el plan de ajuste que habían llevado a cabo en 2008, había sido un completo desastre hasta ese momento, con unos efectos muy dramáticos. Dejando aparte la realidad en estos momentos, (sobre la que nadie entraba), tampoco era mucho mejor el panorama si nos atenemos a las previsiones, que eran más cuestiones de fe, que una previsión plausible. Es decir, la esperanza de crecer que tenían en este momento, era más fruto de los deseos y necesidades que de cualquier análisis medio serio. Era muy sencillo adivinar a donde iba Irlanda y por supuesto todo el mundo se sorprendió cuando Irlanda quebró, porque sus bancos acabaron quebrando, su déficit se disparó y la población quedó sumida en la miseria.
Por tanto, y dado que Irlanda era el principal ejemplo que nos ponían tras los ajustes de mayo de 2010, para tratar de que los aceptásemos, tendremos que reconocer que Irlanda ha sido el primer ejemplo del fracaso de los planes de ajuste que se han implantado. Por descontado se habla tan poco de Irlanda como de Islandia, (¿a ver si va a ser por el parecido en los nombres?), donde han tomado otro camino con mucho mejor resultado.
Pero ahora que estamos a puertas de otro plan de ajuste en España, ya realizado en otros países como Grecia, debemos entender que ha ocurrido con Grecia tras el primer plan de ajuste que tenía como objetivo declarado que Grecia pudiese volver a los mercados. Evidentemente Grecia no ha podido volver a los mercados, ni volverá porque los resultados son similares a los de Irlanda.
Podemos atender al PIB, dado que es el sacrosanto indicador económico y comprobar que desde mayo de 2010, el PIB ha decrecido un 4,0, un 4,8 y un 8,8% respectivamente en los tres últimos trimestres de 2010, (siempre referidos al mismo trimestre anterior), mientras que ha caído un 8,1% y un 6,9% en los dos primeros de 2011., (como constan en los datos del comunicado del último pib trimestral).
A veces consideramos que estos datos no son nada más que números, pero debemos recordar que un crecimiento del 3% se considera vigoroso, (y era lo que conseguíamos en plena burbuja), por lo que se puede entender la magnitud del desastre, que también se puede ver comprobando que los datos de 2011, son muy inferiores a los de 2006, (datos más antiguos que aparecen). Es decir, la economía Griega está hoy a niveles de principios de los años 2000.
Pero si en Grecia tenemos un problema de crecimiento, los datos de la situación laboral son simplemente apabullantes; Grecia acabó el primer trimestre de 2010 con una tasa de paro del 11,7%, una tasa de paro que indica un problema grave, (aunque no comparable a la situación española); pues la tasa de paro en Grecia acaba de alcanzar el 16,6% en el segundo trimestre de 2011). Y tengamos en cuenta que estos son los datos antes del segundo ajuste.
En definitiva, la depresión económica, las tasas de paro y los recortes, han llevado a que las rentas de los trabajadores se hayan desplomado cerca del 6%, solo en el 2010, (no hay datos aún de 2011), la inversión cerca del 13%, (también de 2010 y sin datos del recrudecimiento de 2011).
Por tanto, creo que queda más o menos claro que el rescate de Grecia, y los recortes que vinieron a cuenta de este rescate en 2010, no ha servido para rescatar a los bancos, (a pesar de que era su objetivo, como explicaba en la serie “Rescate en Grecia”), tampoco ha servido para equilibrar las cuentas públicas, ni para que calmar a los especuladores, ni para conseguir que el país volviese a acceder a los mercados. Pero es que además ha propiciado una situación en la que tenemos una depresión económica, una falta de total de oportunidades de los Griegos y una situación que no puede ser calificada de otra forma que dramática.
En este sentido hemos de entender que la bajada del PIB afecta a las dos variables fundamentales que se usan para medir el riesgo de un país. Si nos damos cuenta, incluso aunque no se hubiese incrementado la deuda, (que ni tan siquiera ha sido el caso), el ratio Deuda/PIB se ha incrementado, (porque al reducirse el denominador, sube el resultado de la división). Lo mismo ocurre con el déficit. Para que nos entendamos se trata de pagar una deuda mayor con una renta menor.
Hace unos días el gobierno griego, ha anunciado que va a controlar Internet, porque le echa la culpa a internet de las protestas que se están viendo en Grecia a cuenta del segundo plan de recortes, (que es muy superior al primero), ya que ha sido usado por los manifestantes. Según el primer ministro griego, resulta que Internet está amenazando la democracia y las vidas de los ciudadanos, curiosamente porque está sirviendo para organizar la lucha de los ciudadanos griegos, contra unas medidas que han sido impuestas por el FMI y la Unión Europea, aceptadas por las “instituciones democráticas”, y que no es que supongan un sacrificio.
Porque es importante que entendamos que todo el mundo es capaz de soportar sacrificios, (como tantas veces y durante tanto tiempo se han aguantado), pero lo que no tiene sentido es que sean injustos, (porque recordemos que en Grecia se están recapitalizando bancos y buscando negocios para los inversores privados incluso oficialmente), que sean antidemocráticos, (malamente se puede definir democrático un plan impuesto por el FMI), y además que no vaya a servir absolutamente para nada, porque realmente todo el mundo está peor que hace un año, y sin la menor perspectiva de mejorar, (ni las cuentas públicas, ni las familias, ni las empresas, ni los bancos).