En la reforma de la constitución estamos llevando a la constitución, tanto los límites de endeudamiento, como de la prioridad absoluta de pago. El argumento que nos han soltado es el de transmitir credibilidad y confianza a los mercados. En este sentido tenemos que entender que la credibilidad y la confianza, no es algo exclusivo a los mercados y que estas palabras son algo que debemos exigir en primer lugar todos y cada uno de los ciudadanos.
Pero un aspecto obvio que se está olvidando en la situación actual es lo primero que deberíamos saber cuándo asumimos un determinado compromiso. ¿A que nos estamos comprometiendo?. O dicho de otra forma, si nos piden que garanticemos un pago, primero alguien nos tendrá que decir ¿Cuánto y porqué?.
Desde luego esto está muy relacionado con el punto en el que se activaría una suspensión de pagos. El otro día exponía que la posibilidad de la suspensión de pagos y la activación del punto 135.3 era real, tan solo a partir de la justificación de la propia reforma que nos facilitaba el gobierno. Pero esta difusa amenaza, viene en realidad de varios puntos que pueden estallar en cualquier momento.
En primer lugar tenemos que recordar que la unión europea en conjunto ha aprobado que cada uno de los países tiene que aportar los fondos necesarios para la recapitalización del sistema financiero de los respectivos países. Por tanto tenemos una cuestión que no es baladí, y es que tenemos la obligación de disponer de una cantidad de dinero que ni tan siquiera sabemos cuanta es.
Esto quiere decir, que si una o varias entidades españolas bancarias, necesitan la obtención de fondos, España está obligada a aportar el importe necesario para recapitalizarlas. El principal problema es que absolutamente nadie sabe cuál es el volumen que se va a necesitar por este motivo.
Y este es el principal problema y desde luego una de las principales fuentes de inquietud para los mercados y por supuesto para los ciudadanos. En estos días estamos asistiendo a un baile de cifras entre todos los organismos implicados en este asunto, y lo único que queda claro es que las necesidades del sector financiero en su conjunto no están absolutamente nada claras, y además es imposible saberlas por dos aspectos clave.
Hoy se publican unas declaraciones del presidente de Deutsche Bank, en la que dice textualmente según el economista: "Resulta una obviedad reconocer que muchas entidades no sobrevivirían en el caso de tener que reevaluar sus carteras de deuda soberana a precios de mercado".
Para entendernos, esto significa que las entidades financieras tienen contabilizado en su balance una serie de títulos de deuda pública de distintos países, a un valor que no se corresponde con lo que podrían obtener por estos activos. ¿Cuál es el desfase de cada entidad?. Pues no se sabe porque lo dice claramente este señor; ¡saberlo implica que muchas entidades no sobrevivan!.
El problema es que sin saberlo tampoco podemos conocer ni tan siquiera de forma aproximada los desembolsos que han de conseguir los países, lo que nos lleva a la situación de que es imposible defender cualquier aspecto relativo a la credibilidad, porque en realidad estamos asumiendo unos compromisos que simplemente no están ni estimados.
La credibilidad por tanto es la misma que la de una persona que firma, sin saber lo que está firmando, con el agravante de que en este caso estamos hablando de que los países son los obligados a supervisar los sistemas financieros, y en consecuencia conocer exactamente la situación de todos y cada uno de ellos. Es completamente inconcebible que salga el presidente de uno de los grandes bancos de la zona euro, diciendo que si los bancos tuviesen que valorar sus títulos a precios de mercado, un buen número de sociedades desaparecerían y que la cosa quede así, como sería inconcebible que el presidente de una gran compañía de telefonía, saliese a decir que si estas tienen que valorar sus activos a precios de mercado, estas cerrarían.
Por descontado en el caso de las entidades financieras es bastante más grave, tanto por los compromisos cerrados, como por la financiación de los estados, de tal forma que los problemas sobre el sistema económico y el sistema financiero se multiplican.
En definitiva, las pérdidas indeterminadas de las entidades financieras pueden provocar la suspensión de pagos de los distintos países, mediante dos tipos de procesos. Tanto por la necesidad de aportar ingentes cantidades de dinero para su recapitalización, como por el hecho de que los problemas financieros limitan la cantidad de dinero disponible.
Es decir, ¡los países necesitarían mucho más dinero, en una situación en la que existiría menos dinero disponible!.
Evidentemente este sería uno de los casos que nos llevarían a una suspensión de pagos y por tanto donde entraría el punto 135.3 que fue diseñado para algo.