En ocasiones, (lamentablemente muchas), los encargados de tomar decisiones se equivocan. Y en este escenario siempre nos encontramos con un proceso muy sencillo, (y que estoy seguro que todo el mundo conoce). Tomamos una decisión equivocada, por tanto nos encontramos con unos efectos indeseados (y normalmente perjudiciales), de forma que llegaremos a un escenario que es distinto tanto del inicial, (tenemos los efectos perversos), como del que esperábamos. En este punto, pues todos tenemos que asumir las consecuencias de las decisiones y rectificar, pero teniendo en cuenta que estamos en la nueva situación.
Sin embargo, los organismos económicos, (y desde luego), muchos medios de presión, no se han enterado de todo este proceso. Para empezar, resulta que se niegan los errores hasta lo indecible, de tal forma que mal se puede rectificar una decisión errónea sin tener en cuenta el error. Pero es que además de esto, y probablemente por los intereses de tapar los errores pasados, lo curioso es que también se niega el escenario.
Un ejemplo típico de este proceso que nos lleva al desastre es la actuación de los bancos centrales. Todo el mundo parece entender que la política de tipos bajos durante tanto tiempo para sacar al sistema financiero de la situación en la que se metió tras las punto.com y el 11-S, nos llevaron a la situación actual. Está claro que no se debieron llevar los tipos a niveles tan bajos. Pero el caso es que se hizo, y resulta que no hay ni una sola autocrítica. Pues esta política de tipos bajos, ha generado unos efectos, (que por cierto ya he justificado que eran buscados), que se traducen en burbujas y endeudamiento.
Pero una vez tomada la decisión de mantener los tipos bajos durante tanto tiempo, lo que toca era rectificar la situación y no las decisiones. No es todo tan sencillo como subir los tipos, en una situación en la que no se puede, (como se ha demostrado), sino que hay que arreglar los efectos que ha provocado la decisión mala y luego rectificarla. Como no se ha hecho así, la realidad es que al final se ha tomado una nueva decisión desastrosa que acumula sobre lo anterior.
Este esquema se puede trasladar a un buen número de problemas que hemos encontrado o nos encontrado recientemente. Por ejemplo, el precio de la vivienda era un problema cuando subía, y curiosamente es un problema cuando baja.
En esta línea tenemos que entender también los procesos de liberalización, que nos podemos encontrar. Durante muchos años, en España, el tema del libre mercado es casi un chiste y de esta forma, nos encontramos con muchísimos sectores en los que la existencia de cuotas, acuerdos de exclusividad, concesiones y similares han provocado precios elevados en muchos servicios, que a su vez han generado tanto ingentes beneficios como costes para los consumidores. Está claro que si estamos en un sistema de libre mercado, todos aquellos elementos que limitan la competencia, (y han sido muchos), generan graves problemas, por lo que realmente se han de considerar como un error.
Cuando hablamos de taxistas, de farmacias, de loterías, de energías, (particularmente las renovables), de tabaco, de concesionarios de automóviles, de estaciones de servicio o de unos cuantos sectores adicionales, al final tenemos que durante años han existido protecciones del mercado, que han provocado que todas aquellas personas que quisiesen entrar a competir en el mercado tendrían que pagar una “licencia”, “concesión” o similares.
Cuando un taxista en el pasado ha vendido una licencia lo que ha hecho es obtener un beneficio de una protección en el mercado. Este beneficio, que no tiene nada que ver con el libre mercado, supone un coste para los taxistas que posteriormente hayan cobrado la licencia para ejercer.
En Grecia, la Unión Europea, está obligando a liberalizar determinados servicios, y es algo que en España también se va a producir. Por otra parte, en el fondo debemos entender que no tiene ningún sentido el hecho de que se hable de liberalizaciones masivas, y resulta que lo único que se liberaliza en definitiva son los trabajadores. En todos estos sectores donde algunas personas o empresas han pagado o están pagando cantidades, en ocasiones muy elevadas, por acceder a los mercados. Esto implica un coste para el servicio que es inasumible, pero a su vez el hecho de un cambio normativo que de alguna forma altere esta situación, llevará a un número increíble de personas a la ruina.
Pero si nos damos cuenta en definitiva estamos ante una situación en la que hemos cometido errores en el pasado, y que se pretenden rectificar sin tener en cuenta las situaciones generadas. Es cierto que no podemos mantener una burbuja inmobiliaria, que no podemos mantener determinados negocios cautivos, y que no podemos seguir sin rectificar toda la lista de errores de todos estos años. Pero no podemos olvidarnos de que en la situación en la que estamos no podemos permitirnos eliminar los errores cometidos sin más, sino que tenemos que tener en cuenta los efectos que se causan.
En definitiva, en el pasado se ha acuñado el término desinflación, que no es más que otra expresión de este proceso, (la inflación ha sido un error resultado de toda una serie de decisiones y medidas erróneas), pero en realidad la desinflación no es otra cosa más que la bajada de precios. ¡el hecho de que sean precios que no debieron subir, no es más que un problema añadido!.
Se puede pensar sin problemas en la situación de un taxista que esté pagando el crédito para pagar la licencia para ejercer, en un entorno en el que la renta disponible de los ciudadanos se desploma y que en este momento además se bajan los precios por la entrada de competencia. La ecuación es simplemente un desastre.