Como en todas las fases de aceptación de cualquier noticia que no nos gusta, parece que vamos cubriendo etapas. Tras una temporada en la que las autoridades y financieros se dedicasen constantemente a negar vehemente que Grecia iba a incurrir en impago, hemos pasado a una fase en la que todo el mundo asumía que existiría impago y posteriormente al caso oficial.
Tras negar durante largo tiempo que el euro corriese peligro, resulta que se ha pasado a una situación en la que cada vez más voces dan por seguro el colapso del euro, (discutiendo tan sólo el momento). Podemos poner más casos de ejemplo, y nos daremos cuenta que hace tiempo que debemos considerar a los políticos como contrarians.
Es decir, cuando todo el mundo niega ajustes en el futuro, debemos comenzar a prepararnos para los ajustes. En el fondo es lógico que ocurra este raro fenómeno que consiste en que lo más probable que ocurra es precisamente aquello que se ha negado de todas las formas posibles y con toda la contundencia posible. La razón está en aquel dicho de “dime de que presumes y te diré de que careces”.
Sí queremos entender lo que ocurre, lo primero que debemos es olvidar todos los cuentos moralistas que nos sueltan todos los días. No son más que marketing de una película de buenos y malos para convencer a la opinión pública de algo. Esto quiere decir que ni los Piigs somos tan malos, ni los Franceses y Alemanes son tan buenos; de hecho lo curioso es que los problemas de la eurozona siempre serán mayor responsabilidad de quien haya tomado las decisiones que afecten a todos, y los periféricos no hemos tenido nunca apenas voz.
En mayo de 2010, ya coloqué un post en el que trataba de explicar las razones por las que la única salida de Grecia, (y España) pasaba por la salida del euro. En este post no hablaba de razones de tipo moral, sino que estamos hablando de un puro sentido común. Los países periféricos no tenemos posibilidad de seguir en el euro con el esquema de diseño actual y por tanto o se cambia diametralmente la arquitectura de la eurozona o simplemente el tema está en determinar el momento en el que la realidad se impone.
Y es esta la razón por la que ocurre la curiosa coincidencia de que todo lo que se niega insistentemente es lo que acaba ocurriendo. El hecho de que existan tantas negaciones de algo es el primer indicio de que precisamente esto es lo más plausible. Nadie ha tenido que salir a negar que van a subir de forma espectacularmente las pensiones, más que nada porque nadie espera que vayan a subir las pensiones; por supuesto todo el mundo tiene que salir a negar que se vayan a recortar los sueldos de los funcionarios o abaratar el coste del despido, porque todo el mundo sabe que se está buscando la forma de abaratar el coste del despido y bajar los sueldos a los funcionarios sin que haya protestas.
Todo el mundo se ha dedicado a negar la ruptura del euro, porque el euro está roto. Así de simple. Este pequeño detalle es importante para entender no el caso de Grecia, (que ya es inminente), sino lo que nos espera al resto. En aquel post de la salida del euro, ponía que no era específicamente el caso de Grecia, sino que era para el total de los países. Y por tanto debemos entender que es lo que va a pasar. Tendremos que tener en cuenta de que aunque en síntesis lo que va a ocurrir en España es lo mismo, existen diferencias; España no es Grecia, (y el tamaño en esto sí importa), y el contexto y los tiempos no son los mismos.
España es un problema muy distinto a Grecia, por que España significa un volumen de euros muy superior a lo que supone Grecia, tanto en la parte de generación de beneficios para el sector financiero como por la parte de créditos. Además resulta que España no será la primera en caer. El hecho de que Grecia caiga primero tiene efectos, ya que tanto los esfuerzos como las resistencias serán mucho mayores. Recordemos que hoy los rescates son algo rutinario, pero hubo un día que esto no era así. La primera salida del euro de un país tendrá un efecto demoledor, que no tendrá el segundo caso, (como la primera bajada de rating a un país tiene un efecto muy superior a las siguientes).
Pero el tamaño es importante. A nosotros nos han rescatado en 2010, ¡dos veces!, la primera en mayo y la segunda en noviembre. A nosotros nos han rescatado este verano comprando nuestra deuda. En todos y cada uno de los casos se han hecho intervenciones para salvar al sector financiero y en todos y cada uno de los casos hemos tenido que asumir un coste. Pero en ningún momento se ha usado la palabra rescate. De hecho, se sigue repitiendo de forma machacante que los problemas que tenemos son derivados de un contagio, (¡por que todo el mundo entiende que realmente tenemos la misma enfermedad!).
No se ha parado de decir que España había tomado las medidas adecuadas, que no estamos en la misma situación y que no llegaremos a este punto. Y evidentemente cuando todos los días tiene que salir alguien a colar el mensaje, sólo puede ser por una razón.
Esto es importante, (y en esto, aunque no se crea, estoy siendo positivo), entender que no se va a abrir un proceso de dos años en los que a trancas o barrancas la realidad se va descubriendo mientras el país se deteriora. Hemos asistido a una retransmisión en directo de la caída de Grecia, pero esta retransmisión no se va a dar en el caso de España ni en el de Italia, por la sencilla razón de que el proceso de caída lo tenemos muy avanzado. Pero por supuesto, se ha ido ocultando. Grecia nos ha servido a todos de cortina de humo, en un proceso que se repite de forma encadenada. Los problemas griegos tapan los nuestros, mientras que los nuestros y los griegos tapan los alemanes, en una cadena en la que los problemas de la eurozona acaban tapando los de Estados Unidos.