Está siendo muy debatida estos días la reciente sentencia de un Tribunal italiano por la que se condena a seis sismólogos y un responsable de los servicios de Protección Civil. no por ser incapaces de predecit el terremoto que sufrió esa zona de Italia en 2009 y que causó 309 víctimas mortales lo que sería un completo disparate pues nadie puede predecir la fecha y la intensidad de tales acontecimientos con una mínima precisión dado el estado actual de los conocimientos científicos, sino por hacer caso omiso de las pruebas empíricas existentes ante sus ojos que apuntaban claramente a un aumento en la posibilidad de que se diera ese terremoto, lo que se tradujo en la consiguiente no emisión de una alerta por parte de las autoridades civiles de la zona a los ciudadanos y un retraso en la toma de decisiones para reducir los riesgos. Esta sentencia como era de esperar ha traído cola ya que muchos se la han querido tonar como una afrenta o una atentado contra la Ciencia bajo la capa de una condena a unos científicos, pero como un comentarista en Scientific American(http://blogs.scientificamerican.com/guest-blog/2012/10/22/the-laquila-verdict-a-judgment-not-against-science-but-against-a-failure-of-science-communication/) ha puesto de relieve nada de eso hay. Lo que el Tribunal italiano ha estimado delictivo y merecedor de reprobación y castigo no es la Sismología como Ciencia ni a los sismólogos como científicos, sino a los sismólogos cuando ejercen un papel de asesores de quienes toman las decisiones políticas, y es que el Tribunal italiano ha estimado como probado que esos sismólogos-asesores fueron incapaces de usar de la Sismología adecuadamente y señalar el aumento de los riesgos de un terremoto de la magnitud del que se produjo. En suma, que lo que nunca fue materia de juicio fue la capacidad de los sismólogos para predecir los terremotos, resulta claro de la simple lectura de la acusación que formalmente se les hizo: fueron acusados de dar "una información inexacta, incompleta y contradictoria" acerca de los pequeños temblores previos al gran terremoto del 6 de Abril, información que hubiera sido clave para tomar una decisión acerca del riesgo que se corría.
Viene este curioso caso judicial muy bien al caso al respecto de los datos de la EPA del tercer trimestre de este año recién publicada. Sin paliativos, esos resultados son malos. Son una absoluta catátrofe, un auténtico terremoto social y económico, solo que a diferencia de los terremotos naturales, este sí que había sido predicho por una parte de la profesión económica cuando el Gobierno de la nación hizo en marzo una reforma laboral siguiendo los consejos de un muy determinado y conocido conjunto de economistas académicos agrupados en un "think-tank" financiado por las mayores empresas de este país de claro cariz antikeynesiano y antisindical. Es decir, que el terremoto que describel la EPA es en buena medida provocado por los consejos de los economistas asesores del Gobierno. Por supuesto, ante el desastre que los datos de la EPA muestran a las claras, ante la absoluta ineficacia de la reforma laboral a la hora de afrontar el problema del desempleo en este país, como siempre estos reputados economistas están respondiendo con las habituales maniobras de distracción y ocultación que tan conocidas son ya las que tan acostumbrados nos tienen. Ya se sabe. Las mismas de siempre: " Que no se les hizo caso en la totalidad total de sus consejos. Que falta la pieza clave en la reforma: el contrato único. Que hay que tener paciencia, que ya se verá cuando en ese mañana gloriosos en que se salga de la crisis la cantidad de empleo que gracias a la reforma se crea". ¿Merece la pena dedicar más tiempo a estas excusas de mal pagador?.... Hoy, al menos, no.
La cuestión que hoy creo que sí es relevante, es la de si ya va siendo hora de remedar a ese Tribunal de Justicia italiano y empeza el camino que conduzca a hacer que los asesores económicos empiecen de una vez a responsabilizarse de sus (malos) consejos al igual que lo han tenido que hacer los sismólogos italianos. Porque no parece defendible que en tanto que los políticos -que no tienen porqué saber demasiada Economía- son responsables políticamente de sus decisiones en las elecciones, sus economistas consejeros/asesores pretendidademente técnicos nunca lo sean, y salgan impunes caso de que de sus consejos se deriven consecuencias desastrosas, a la vez que se benefician del prestigio y otras prebendas que su cercanía al Poder supone. La respuesta, para mí, está clara. Ya basta de la impunidad de esos "grandes" economistas que nunca jamás se hacen responsables de los efectos de sus consejos en la vida económica de las gentes. Ya basta de que esa impunidad permita, además, que sobreviva en nuestras facultades y centros de formación e investigación en Economía un modelo, el llamado Neoclásico, que cada vez más parece una auténtica Economía Zombie, un "saber" económico que ya no está vivo científicamente hablando, pero que tampoco está muerto, en la medida que su trasmisión y conocimiento sirven como sistema de adscripción y clasificación en ese auténtico mandarinato que hoy caracteriza a la sedicente "Academia de los economistas".