Vistos los resultados de las elecciones autonómicas celebradas ayer en Cataluña, uno no puede sino recordar lo acertado de la opinión que K.Marx y F.Engels expusieron en el Manifiesto Comunista acerca de las diferencias entre el mundo rural y el mundo urbano. Como es de sobra conocido, dentro del increíble panegírico que se hace en el Manifiesto a las revoluciones de todo tipo (políticas, económicas, sociales y culturales) que ha traído consigo la burguesía, sorprende la alabanza de una de ellas, una que es de tipo -digamos- que "intelectual", cual es la revolucionaria alteración de la relación de poder entre la ciudad y el campo, entre el mundo rural y el urbano que se produce con el ascenso social de la burguesía.
En efecto, Marx y Engels dicen textualmente: "La burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad, ha incrementado en alto grado la población urbana en proporción a la rural, sustrayendo así una parte considerable de la población al cretinismo de la vida rural". Más claro, agua. Para Marx y Engels, uno de los efectos de la revolución industrial y urbana es un avance intelectual (de "coeficiente de inteligencia" podríamos decir) que se plasma en la disminución del peso en la sociedad de lo que ellos definen como "la idiocia de la vida rural" (como aparece esta misma frase, en vez de usar la palabra cretinismo, en otras versiones del Manifiesto).
No sé en qué medida la noción para Marx y Engels de "cretino" o de "idiota" se corresponde con la concepción moderna, "científica", de "cretino" o de "idiota". Imagino que Marx y Engels utilizaban esas dos palabras como se suelen hoy usar popularmente, como cualquiera las usa. O sea, no como una descripción precisa de una minusvalía intelectual como una actitud ante la vida paleta, alicorta y cerrada. En el Manifiesto no se ofrece ninguna explicación del porqué de esa idiocia del mundo rural. Da la impresión de que es, para ellos, una verdad evidente por sí misma, y por todos tan conocida que no necesita justificación. ¿Hubiesen Marx y Engels aceptado una explicación en términos cuasidarwinistas por la que al emigrar los más vivos y despiertos de los entornos rurales a laas ciudades para buscarse la vida hubiese dado como resultado el mayor peso en los medios rurales de los individuos más tradicionalistas, conservadores y estáticos? Quizás sí, en cierto grado, pero sin duda hubiesen incluído factores socioeconómicos (la pequeña propiedad, el aislamiento, etc.) como explicaciones de ese "cretinismo rural".
Para Marx y Engels, en lo que siguen en ello a Hegel, los procesos revolucionarios son también espirituales e intelectuales, de modo que los procesos revolucionarios no sólo mejoran la vida material y económica de las gentes sino también sus vidas morales, espirituales e intelectuales. Y, a la inversa, los movimientos contrarevolucionarios siempre presentan características o actitudes de "reruralización", de "vuelta a la naturaleza", de recaídas en el "cretinismo" de la vida rural. No es por ello nada extraño que los partidos políticos más conservadores y derechistas (por ejemplo, el Tea Party en EE.UU., los conservadores británicos probrexit, el PNV,...) siempre tengan una base social rural y una "base" intelectual extraordinariamente pequeña que no va más allá de una asunción acrítica de unas creencias religiosas de tipo catecismo infantil.
Por supuesto, la razón de esta diferencia espiritual, moral e intelectual entre el mundo rural y el urbano es -como no podía ser menos en el enfoque marxista- "materialista". El capital es flexible y móvil, dinámico, en tanto que la "tierra" es un factor de producción estático. Las caracteríticas psicológicas y morales de capitalistas y terratenientes rurarles son, por ende, distintas. Un capitalista para tene éxito social y económico ha de ser flexible, innovador, inteligente, social, adaptable y, en consecuencia, descreído; a un rural auténtico le basta para sobrevivir en un mundo rural con ser tozudo, repetitivo, egoísta y creyente.
Todo esto lo he recordado al ver cómo el independentismo catalán ha triunfado en las zonas rurales catalanas. Sólo a rurales auténticos, como los que retrata el Manifiesto, es decir "cretinos o idiotas" en ese sentido marxista y popular, que pareciera que sólo tienen cabeza para llevar boina o barretina, pueden llegar al extremo irracional (económicante hablando) de defender posiciones políticas que ponen en riesgo la pertenencia de Cataluña a la Unión Europea y, en consecuencia, el ineficiente sistema de subsidios de los que, sin embargo, depende su repetitiva y conservadora existencia. Y, por supuesto, en su elección pro-independentista nada habrá contado los riesgos que ella pueda suponer para quienes dependen para su existencia de que el capital, el factor de producción más móvil y miedoso, no decida irse en masa de Cataluña por la inestabilidad que el proyecto independentista genera. Es ese egoísmo sociopolítico una característica de los rurales auténticos: aman mucho a su tierra, pero poco a quienes habitan en ella. En este caso, amarán mucho a Cataluña, pero nada a los catalanes, o al menos, a los que no son rurales auténticos como ellos.
Fernando Esteve Mora