La situación política en el Congreso de los Diputados es apasionante. Un examen estratégico de la misma desde la Teoría de Juegos puede, quizás, añadir alguna luz a lo que puede ocurrir o, al menos, ser un relato veraniego para pasar el rato. Si bien un examen adecuado requeriría del uso de métodos de la Teoría de Juegos que quedan fuera de estas páginas (juegos bayesianos, juegos cooperativos, valor de Shapley,…) sólo con algunas herramientas muy elementales se pueden alcanzar algún resultado ilustrativo.
Lo primero es lo primero, y en Teoría de Juegos es un análisis de las opciones estratégicas de los "jugadores". La dirección del PSOE tiene realmente sólo dos opciones: u ofrecer un gobierno de coalición pero con muchas menos concesiones a Podemos de las que les acaba de ofrecer y Podemos ha rechazado, o bien ofrecer un gobierno “a la portuguesa”, es decir, un gobierno del PSOE en solitario con algún tipo de pacto programático que suponga el compromiso de apoyo externo de Podemos a las propuestas legislativas del PSOE que cumplan ese pacto.
Hay una tercera opción para el PSOE, y es no ofrecer nada y buscar el apoyo y/o abstención de PP y de Ciudadanos, pero no parece una opción viable ni sensata pues ello, caso de que estos la aceptasen cosa improbabilísima, le supondría al gobierno del PSOE el pasar a ser un rehén de la derecha en una legislatura problemática y con seguridad corta que se traduciría en su posterior hundimiento electoral, como muy tarde en 2013, por traidor a sus electores. Y es imaginable una inimaginable cuarta opción. No ofrecer nada a nadie e ir a nuevas elecciones a “cuerpo gentil”. Tampoco parece ser la apropiada que, de salida, el PSOE elija pues aparecería como responsable de algo, las nuevas elecciones, que nadie quiere o, mejor, nadie dice querer, aunque está claro que sería la opción preferida por el PP, pues habiendo tocado suelo sólo puede crecer en unas nuevas elecciones y recuperar así parte o todos el espacio electoral que perdió a consecuencia de la factura que le pasó la sistémica corrupción de su anterior aparato de organización. No es por tanto razonable pensar que el PSOE de salida se decante por una nueva convocatoria electoral que, aunque puede beneficiarle en número de escaños no le garantiza la mayoría absoluta y sólo puede beneficiar con seguridad a su eterno rival.
En suma, que las dos opciones de comportamiento de las que más se habla estos días: el PSOE mendigando la ayuda de PP y C's o las nuevas elecciones, resisten un análisis elemental. El que se hable tanto de ellas parece ser más bien una cortina de humo, una maniobra de distracción y desinformación para ocultar las dos únicas propuestas estratégicas reales para el PSOE.
La dirección de Podemos tiene, a su vez, dos opciones: o bien aceptar alguna de las propuestas del PSOE, o bien rechazarlas, lo que supondría ir a la convocatoria de nuevas elecciones. Ahora bien, a Podemos no le interesa nada ir a nuevas elecciones, pero su dirección no puede desdecirse de sus posiciones tan agriamente expresadas acerca de la desconfianza acerca de Pedro Sánches. Ello se traduce en que la interacción entre ambas direcciones se puede representar mediante la siguiente matriz de pagos:
Dirección del PSOE
"Coalición" "Portuguesa"
Aceptar (1,3) (2,4)
Dirección de
PODEMOS
Rechazar (4,1) (3,2)
donde la primera cifra dentro de cada paréntesis expresa el orden de preferencias de esa interacción para Podemos, y la segunda para el PSOE, y donde para cada jugador, un 1 representa el peor resultado para él, un 4 el mejor , y los números 3 y 3 representan resultados intermedios. Por ejemplo, el par ordenado (4,1) que corresponde a la interacción en que Podemos rechaza una propuesta de gobierno de coalición del PSOE (con menos competencias o con restricciones a los miembros que pudieran ocupar las carteras) es la opción MEJOR para la dirección de Podemos (por eso se le asigna un 4) pues manifiesta así su consistencia con sus posiciones previas y la PEOR para el PSOE (por eso se le asigna un 1). La interacción Aceptar-Portuguesa que corresponde a la situación en que el PSOE le ofrece un gobierno “a la portuguesa” a la dirección de Podemos, y esta lo acepta, tiene asignado el par (2,4) que significa que esto sería lo más deseado por el PSOE (un 4, la cifra más alta) aunque sólo sería la tercera opción (un 2, por debajo del 4 y el 3) para la dirección de Podemos.
Dada la anterior matriz de pagos, el resultado estaría “cantado” de salida: nos vamos a nuevas elecciones, pues ambos jugadores tendrían una estrategia dominante, es decir, cada jugador tendría un curso de acción preferido independientemente de lo que decidiese el otro. Concretamente, el PSOE prefiere ofrecer un gobierno a la portuguesa haga lo que haga la dirección de Podemos, luego su estrategia dominante es “Portuguesa); y a la dirección de Podemos le interesa rechazar cualquier propuesta del PSOE que no mejore la que se le hizo en el proceso de negociación previa, y dado que esto no puede suceder, a la dirección de Podemos le interesa rechazar todas las propuestas del PSOE con lo que el resultado del juego es (3,2): el PSOE ofrece gobierno a la portuguesa, la dirección de Podemos lo rechaza y vamos a nuevas elecciones.
Pero hay en este análisis algo “raro”, y se refiere no tanto al orden de preferencias del PSOE, sino al del jugador "Podemos". Y es que se sabe que en caso de repetición de elecciones, Podemos perderá con certeza -al menos- un tercio de los escaños, o sea, que en caso de nuevas elecciones, de los 42 diputados actuales 14 o 15 -o quizás bastantes más- no volverán a cobrar el sueldo de diputado que, por cierto, es mayor que el de presidente del Gobierno y deberán volver a sus "curros" en la "vida civil" que, para algunos, son precarios y de muy baja calidad. Una alternativa nada envidiable. Y sucede, además, que la probabilidad de perder el escaño no es la misma para todos. Está claro que los señores de Iglesias-Montero, Echenique, Mayoral, Belarra, Grazón y algunos otros, seguirán seguro en su puesto, lo que supone que la probabilidad para otros (la mayoría) de perder la prebenda crece por ello sensiblemente.
Dicho de otra manera. Está claro que las preferencias expresadas en la anterior matriz de pagos corresponden a los de aquellos que tienen el escaño asegurado en caso de repetición de elecciones, lo que hemos llamado la "dirección" de Podemos, y que por eso se pueden permitir rechazar cualquier propuesta del PSOE de menor contenido que la que acaban de rechazar hace unos días. No sólo pueden permitirse rechazarlas, sino que están obligados a ello de algún modo ya que, dada la absurda publicidad de la negociación que se llevó adelante, sus posiciones son conocidas, lo que por consistencia les obliga a no desdecirse.
Para estos diputados de "Podemos" que ven las nuevas elecciones con aprehensión justificada, la matriz de pagos sería pues muy diferente a la de la dirección del partido:
PSOE
Coalición Portuguesa
Aceptar (4,3) (3,4)
"Podemos"
Rechazar (1,1) (2,2)
Para ellos, la estrategia dominante es siempre aceptar cualquiera de las dos propuestas posibles que les ofrezca el PSOE, por lo que en este caso, el resultado estratégico del juego sería que el PSOE ofreciese un gobierno a la portuguesa y "Podemos" lo aceptase.
Pero, claro está, para que esto sucediese sería necesario que Podemos se "rompiese", es decir, que en la coalición de Podemos con las confluencias e Izquierda Unida se cuestionase el liderazgo de los señores Iglesias-Montero y del resto de su dirección. Los recientes movimientos en Izquierda Unida apuntan en esta dirección, pero dado el férreo control de la dirección de Podemos sobre el partido no parece previsible que las cosas vayan más lejos que la pérdida para Podemos de los 6 diputados de Izquierda Unida.
La otra alternativa pasaría porque Pablo Iglesias renunciase a su escaño como hizo Pedro Sánchez cuando no quiso aceptar que el PSOE "apoyase" absteniéndose la investidura de Rajoy, o sea, cuando decidió ser consistente con su famosa divisa "No es no".Tal cosa es posible pero improbable, por lo que la solución de nuevas elecciones se impone hoy como más factible.
Pero, estamos en verano. Permitámonos entonces algo de política-ficción. Supongamos que "aparece", así como surgiendo de la nada, quizás con poquito de ayuda del PSOE, un nuevo partido. LLamémoslo "Nuevo Podemos". Sería el de Iñigo Errejón y estaría formado por los muchos ex-"podemitas" que Iglesias ha ido echando a lo largo de su "triunfal" camino. Sería un partido a la izquierda del PSOE pero que, de salida, podría entenderse con él (recuérdese que el propio Pedro Sánchez ha dicho que no vería con malos ojos que Manuela Carmena estuviese en su gobierno) y, lo que es hoy por hoy importante, podría actuar como receptáculo de los diputados díscolos de Podemos.
Para superar a los 153 diputados de la derecha en una nueva investidura (quitando a los 2 de Coalición Canaria que sólo vetan un gobierno de coalición con Podemos, por lo que es previsible que se abstuvieran ante un gobierno a la portuguesa con el “Nuevo Podemos” de Errejón), el PSOE necesita 31 votos positivos adicionales que sólo podrían provenir de "Nuevo Pôdemos". Dando por supuestos los votos de Compromís y del Partido Regionalista de Cantabria, así como los 6 de Izquierda Unida, la cuestión para el PSOE pasa a ser si hay o no 22 díscolos entre los diputados de a pie de Podemos que NO estén dispuestos a inmolarse POR su líder, que no CON su lider (pues éste y su mujer seguro que repetirían como diputados), en una nuevas elecciones. Nadie lo sabe pero me da que sí pues sería lo más racional individual o egoístamente hablando. Y todos somos muy egoístas cuando del mantenimiento del nivel económico al que nos hemos acostumbrado se trata.
FERNANDO ESTEVE MORA