¡Cómo se les nota a los empresarios que están mintiendo cuando proclaman con meliflua voz de sacristán que sus comportamientos no están guiados por el lucro particular sino por el bien común! Es lo que pensé cuando ví ayer a los responsables del Mobile World Congress (MBC) de Barcelona poner carita de buenos ciudadanos y decir que en la decisión de suspenderlo no habían jugado nada nada las consideraciones económicas sino sólo su preocupación por la salud pública ante el riesgo sanitario que el famoso coronavirus chino supone.
Nada les importó así en su decisión que ni los datos de contagios en España (dos guiris que cogieron el virus fuera de nuestras fronteras), ni la pequeña mortalidad del virus de marras (comparada por ejemplo con el de la gripe), ni la radical y repetida proclamación por parte del Ministerio de Sanidad de que no se iba a declarar ningún tipo de alerta sanitaria porque no había ningún motivo para ello. Ni siquiera las declaraciones tranquilizadoras de la Organización Mundial de la Salud les han llevado a los gerentes de la empresa GSMA, la organizadora y propietaria del MBC, a alterar su "difícil y responsable" decisión de suspenderlo preocupados como dicen estarlo antes de cualquier otra consideración por la salud de los asistentes al congreso y de los ciudadanos de Barcelona.
Increíble. Nos toman a todos por estúpidos. Porque detrás de la mala y barata careta carnavalesca de buenos ciudadanos que se pusieron ayer cuando caricontecidos salieron a la palestra a informar de la suspensión y que tan penosamente les "sentaba", se traslucía la sempiterna cara guiñolesca del Tío Gilito, del capitalista por antonomasia, siempre detrás del dinero. Y es que nunca, nunca, se ha de creer a ningún capitalista y/o empresario cuando con llorosos ojos se reclame del bien común. Y eso no lo ha dicho un comunista como Karl Marx, sino el santo patrón de los economistas liberales, el mayor y mejor defensor de la economía capitalista que ha habido, el gran Premio Nobel de Economía Milton Friedman para quién la responsabilidad social de los capitalistas y empresarios se circunscribe sólo y exclusivamente a la búsqueda del máximo beneficio posible.
Para Friedman esta proposición era una consecuencia lógica de la Conjetura de la Mano Invisible expuesta por Adam Smith en 1776, la idea de que en un mercado la persecución por cada participante en el mismo de su propio y egoísta interés se reconvierte mágicamente en la mejor satisfacción del interés de todos, del interés común. Y, a la inversa, en una economía de mercado, la consecución del bien público exige que cada uno de sus miembros persiga siempre e incansablemente su propio y egoista interés.
Por consiguiente, para Adam Smith, Milton Friedman y demás economistas liberales, "haciendo" dinero es como los capitalistas y empresarios son moral y socialmente buenos. La implicación obvia es que dedicando sus esfuerzos a "otras" cosas, como la directa persecución del bien común, no son moral y socialmente buenos. Un capitalista o un empresario es un buen capitalista y empresario cuando no es lo que se entiende usualmente por una "buena persona". El comportarse así, como una "buena persona" es -para un capitalista o un empresario- un comportamiento inmoral y socialmente perjudicial para la sociedad. La ética de los capitalistas y empresarios se asemeja por ello, en opinión de Friedman y demás, a las éticas particulares o especiales de algunos profesionales, como, por ejemplo, los abogados. Al igual que es enteramente ético y moral que el abogado defensor de una asesino y violador de niños haga todo lo posible por conseguir la absolución de su cliente, aunque sepa que es culpable y reincidirá, un capitalista y empresario es personalmente ético y socialmente responsable si hace todo lo legalmente posible para sacar dinero. Tengo para mí que estas enseñanzas y recomendaciones de los economistas liberales encuentran entre capitalistas y empresarios el mejor y más abonado de los terrenos, o, más bien, que de salida, por naturaleza, los capitalistas y empresarios ya vienen enseñados. Y más conforme más éxito alacanzan en los mercados.
Pero ¿cómo? -se me dirá- Lo que dices carece de sentido porque quien va a tener que afrontar los costes de la cancelación del MBC va a ser la empresa organizadora a tenor de que las empresas aseguradoras no van a reconocer que la suspensión ha sido debida a una "fuerza mayor" como sería el caso de que las autoridades sanitarias hubiesen declarado una situación de alerta sanitaria por epidemia. Por mucho que repitan que ha sido una suspensión por "fuerza mayor" sus proclamas carecen de cualquier validez jurídica en cualquier tribunal ya sea nacional o internacional (y aquí, por cierto, la tremenda importancia de las decisiones presentes y futuras de la OMS, ¡Menos mal que su sede no está en Nueva York, por cierto!).
Pero no hay problema. Los responsables de GSMA no son nada tontos como capitalistas y empresarios y saben bien que -gracias a los independentistas catalanes y a colaboradores objetivos de los mismos como la sin par política, la mononeuronal doña Isabel Diez Ayuso- de este lío de la suspensión no sólo no van a pagar ni un euro sino que, además, van a sacar una muy buena tajada, a costa seguramente -eso sí- del erario público español.
Veamos. El Mobile es una apuesta estratégica para Barcelona y Cataluña. El contrato de permanencia en ella acababa en 2023, y hay que renovarlo. Esta renovación lleva un tiempo poniéndose en cuestión a tenor no sólo de todo lo que puede ofrecer a GSMA la sede alternativa rival, Dubai, sino de las inseguridades que las algaradas callejeras independentistas suponen y también la posible falta de apoyo institucional desde el estado pudieran tener. La señora Ayuso (¿cu-cú?) habría contribuido objetivamente a esa debilidad negociadora de la candidatura barcelonesa ofreciendo a Madrid como sede alternativa, aun siendo tal cosa poco o nada creíble y menos frente a la real alternativa de Dubai.
Pues bien, resulta evidente que para GSMA la mejor y más beneficiosa alternativa es esta, Dubai. Pero para convertirla en realidad era obligado "cargarse" a Barcelona. Tras la remisión de la fiebre independentista y sus furias callejeras a consecuencia de la aperturas de vías de negociación entre el estado y los "indepes", la estrategia de GSMA contra la continuidad de Barcelona como sede del MBC estaba en riesgo. Y aquí la fiebre del coronavirus le ha venido a GSMA como agua de mayo para reactualizarla. La suspensión y los costes de la misma es la peor de las noticias para Barcelona y para el gobierno español. GSMA lo único que ha hecho ha sido obligar a subir la puja para que Barcelona siga siendo sede del MBC. O Barcelona, y detrás de ella, obviamente, el Estado español paga la factura y más, mucho más, o "se verán obligados" a llevar el Mobile -ya el año que viene, el 2021- a Dubai que es previsible que estará sin duda encantado de pagar eso y los costes de cancelación del contrato de GSMA con Barcelona por quedarse con él. Por cierto. recuérdese a este respecto que la Exposición Universal empieza este año en octubre y acaba en abril de 2021, y ¡qué casualidad! se celebra en Dubai. Y, por supuesto, si al final el Mobile sigue en Barcelona, esto no nos saldrá gratis. Ni mucho menos. Será porque la -llamémosla- "apuesta" española por el Mobile supera a la de Dubai.
P.D. Como carezco de información, no me puedo meter en el asunto del "proceso" o mecanismo que ha llevado a la cancelación. O sea, nada puedo decir acerca de la "causa formal" de la suspensión del Mobile, la que da cuenta del cómo se ha producido, salvo decir que es sospechosa. El goteo de grandes empresas norteamericanas que lo fueron abandonando (y que han asistido sin embargo al congreso similar que se está llevando a cabo en Amsterdam) da mucho que pensar. Sin duda es un ejemplo de "guerra económica" de libro en donde los intereses estratégicos de los países se solapan o usan de los intereses de las empresas para sus fines.