Tres de los más antiguos lectores de este blog me han afeado el que me dedique a criticar las políticas seguidas frente a la crisis sanitaria por el coronavirus sin atreverme a, si no dar, al menos sugerir una o unas políticas alternativas.
Tienen razón. Es fácil criticar sin "mojarse" ofreciendo propuestas que permitan su comparación con las criticadas. Y, ciertamente, mis críticas al "modelo chino" de gestión de la crisis (confinamiento total, cierre regional, hibernación económica, estado policial total,...), que es el que mundialmente se ha impuesto con diferentes niveles de "pureza" o intensidad (el de nuestro país, no es el "chino" al 100%, pero sí me atrevería a decir que es el "modelo chino" al 80-85%), se quedan cojas pues en ausencia de alternativas devienen en poco más que quejas. Y es que, como se ha demostrado últimamente, "mucho placer saca de quejarse quien se queja"
Vaya de salida que estimo que el "modelo chino" es o puede ser, si se aplica con la suficiente perseverancia como se ha hecho en WuHan, eficaz o muy eficaz, es decir, consigue controlar la difusión del virus e incluso puede llegar a acabar con la epidemia. Hay que acentuar, no obstante, que como muestran los monstruosos datos de mortalidad de países como España o Italia, esa eficacia a lo que parece no es tan alta como se ha demostrado en China. Pero, como se hace repetida mención en este blog, es fundamental distinguir siempre entre eficacia técnica y eficiencia económica. La eficacia mide la efectividad de una determinada técnica a la hora de conseguir un objetivo, SIN TENER EN CUENTA LOS COSTES DE SU INSTRUMENTACIÓN. La eficiencia es algo mucho más sutil y difícil de evaluar, pues exige cualificar la eficacia de una técnica o una política por los costes en que se incurre por llevarla adelante, y puede suceder, por ejemplo, que la política más eficaz sea sin embargo menos eficiente que otra.
La diferencia entre eficacia y eficiencia marca la divisoria entre ingenieros, médicos, arquitectos, físicos, científicos, etc., y los economistas. Harto estoy de comprobar cómo los "expertos", los "técnicos" son incapaces en sus recomendaciones de entender que sus propuestas, siempre tan eficaces todas ellas, no son eficientes y se mosquean cuando, con buen criterio, no se les hace caso. ¿Soy yo el único, acaso, que cada vez detesta más y más a esos supuestos "expertos" de las "ciencias blandas", o sea, de las "ciencias" que no cumplen los estándares científicos de las "ciencias duras", como lo son la Física, la Química, la Biología, la Medicina, la Geología, etc. Sí, me refiero a toda esa "parada de charlatanes" que hablan por no callar: psicólogos, sociólogos, economistas, nutricionistas,etc. cuya prepotencia es la mejor señal de su vacuidad?
Ahora mismo hay "técnicos" o "expertos" que están proponiendo unas normas de higiene y distanciamiento social que no me atrevo a dudar que rondan el auténtico delirio. ¡Miedo me da que lleguen como asesores de políticos en el poder! Con lo cobardes que son estos para pensar independientemente. En fin, son todos los técnicos gentes muy, pero que muy inteligentes pero que no parecen entender lo que la sabiduría popular siempre ha entendido: que lo mejor puede ser enemigo de lo bueno. Que una recomendación técnicamente impecable por ser muy eficaz puede no merecer la pena por ser muy ineficiente. ¿Otro ejemplo? Veamos. Estos días una y otra vez se oyen una vez más las habituales quejas de los científicos españoles respecto a los escasos recursos que España dedica a la investigación. Concretamente, se saca pecho de las líneas de investigación tendentes a encontrar una vacuna contra el Covid-19, y se exige dotarles de recursos. El gobierno ha respondido a esta petición y ha destinado 30 millones de euros a ello. Tampoco puede hace más. Hay otras necesidades. No es una pequeña cifra, pero sí es una minucia comparada con las ingentes cantidades que están estos días dedicando las grandes farmacéuticas y los grandes estados a lo mismo. El resultado está cantado: aparecerá, seguro, una vacuna. Y, ¿dónde? Pues está claro, donde más se invierte: en Estados Unidos o en China. Y nuestros 30 millones...pues eso. No se habrán tirado a la basura, pero casi. Pues gracias a ellos algo habrán aprendido nuestros científicos, algo que que les servirá para facilitar su huida a los centros de investigación públicos o privados de otros países de los que volverán, ya de mayores, cuando ya no les "valgan" (recuérdese que España es tan solidaria con los países más ricos que lleva decenios no exportando capital humano, sino regalándoselo, pues no de otra forma puede denominarse a la emigración de sus mejores técnicos y científicos que tanto ha costado formar)
Pero volvamos al asunto. Puestos a diseñar, aunque sólo sea a vuela pluma un modelo de actuación frente a esta epidemia alternativo al chino, y dado que mis conocimientos sobre Epidemiología son escasos, me he visto obligado a recurrir a un auténtico clásico en la Epidemiología, que me ha dado la clave para ello. Se trata de un "modelo" quizás menos eficaz que el chino, pero seguro que más eficiente. Es el modelo que aparece expuesto ya en un viejo libro, viejísimo; concretamente en el Libro del Éxodo en la Biblia. Puestos a ponerle un nombre, no se por cuál decantarme, si por llamarlo "modelo judío" para situarlo al mismo nivel que el "modelo chino" , o llamarlo mejor "modelo bíblico".
Para quienes ya no hayan estudiado "Historia Sagrada" (o mejor, no hayan visto la película Los Diez Mandamientos esta Semana Sde anta pasada), podré en antecedentes cómo surge. En un tiempo muy, muy lejano, y por razones que no vienen al caso, el pueblo judío vivía en Egipto, y se sentía mal tratado por el estado faraónico. Por razones que tampoco vienen al caso, el dirigente del pueblo judío, un tal Moisés, pidió al Faraón que les dejase irse a unas tierras que -eso decía- les habían sido prometidas por su dios, un tal Jehová, por la sencilla razón de que era su "pueblo elegido". El Faraón se negó a permitirles su salida pues, a lo que parece, eran buenos y cualificados trabajadores y no quería sufrir una "crisis de oferta" al perder su fuerza de trabajo. Pues bien, el tal Jehová, un dios con muy malas pulgas, se lo tomó a mal y para convencer al Faraón le mandó una serie de advertencias, a cada cual peor, para doblegar su voluntad. No lo consiguió hasta la última, la séptima, que consistió en una epidemia, no se sabe de qué patógeno. Tal cual, así como se lee. Sí, como se lee en Éxodo, 11, 4-7:
"Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto.
y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.
Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás lo habrá.
Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas".
Es decir, que Jehová manda una epidemia mortal (con una tasa de letalidad del 100%) que no afecta a TODA la población sino sólo a un segmento de ella: a los primogénitos de todas las familias, incluidas las "familias" de las "bestias". El problema que tenía tanto Jehová como sus queridos israelitas era el que este diseñase un plan o política sanitaria para evitar que la epidemia se extendiese también a la población judía, a los hijos primogénitos de Israel. Y así lo hace. Convertido Jehová en Comité Unipersonal de Emergencias Epidemiológicas o algo así, establece la política sanitaria que aparece en Exodo,12, 7-12,13 y en Exodo, 12, 23, base de lo que he llamado, "modelo bíblico" o "judío". Esta política consiste en obligar a las familias israelitas que en un determinado día habrán de sacrificar un cordero:
"Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer"
"Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto , así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová."
Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto"
"Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua.
Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga a las puertas de su casa hasta la mañana
Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes , pasará Jehová aquella puerta , y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir".
Clara como el agua la diferencia entre este "modelo bíblico" con el "modelo chino" . El modelo judío de control de la epidemia se usa para las epidemias cuyos posibles afectados NO SON TODA LA POBLACIÓN sino sólo una parte de la misma, de modo que el problema es señalizar a quiénes hay que proteger del "heridor" (¡qué denominación más poética!) e instrumentar un sistema para protegerlos. En el caso de Moisés, los afectados potenciales son todos los primogénitos. Serían aquellos que, en principio, habría de proteger, y lo que ocurre es que Jehová, el vengativo, es el que manda al " heridor" por lo que su problema es diseñar un sistema que proteja sólo a la parte de la población que le interesa: a lo suyos, a los primogénitos de su elegido pueblo. Y para ello, les hace identificarse por las manchas de sangre que han de poner en sus puertas, y les exige, además, su "confinamiento" ("que no salgan a la puerta de sus casas, o sea, a la calle", establece Jehová en su singular Estado de Alarma expresamente). Por contra, el modelo chino se basa en el confinamiento de TODA la población, tengan o no descendencia, tengan o no primogénitos..
Pues bien, ¿qué ocurre con la epidemia por coronavirus? Pues, por lo que ya sabemos casi desde el principio, la epidemia, aunque puede contagiar a toda la población, afecta diferencialmente de modo muy negativo a (parte) de un segmento de la población. O sea, que es en cierto sentido como la plaga que manda Jehová. Sólo que no son los jóvenes primogénitos quienes están en riesgo de muerte sino que lo son (parte de) los mayores de 70 años con patologías previas (y -podría decirse adicionalmente- viven en residencias de ancianos). Son ellos los que tienen una PROBABILIDAD (no se sabe su valor, quizás un 5%) de que el moderno "heridor", el Covid-19, se cebe en ellos. Esto no significa que no haya afectados y muertos entre la población de edades más bajas, pero se trata de cifras ESTADÍSTICAMENTE muchísimo menos relevantes.
En consecuencia, si se siguiese el "modelo bíblico" de lucha contra la epìdemia, ello exigiría identificar y proteger a la población de riesgo. Para lo cual no sería hoy necesario que matasen corderos o gorrinos y manchasen sus puertas con sangre. En efecto, en el caso de España, esa identificación sería facilísima pues el sistema nacional de salud ya dispone de toda esa información. Sabe quiénes son las personas de riesgo y cuál es su nivel de riesgo por sus patologías previas, sabe además dónde viven. pues bien, son ellos a quienes se debe proteger de los heridores, que en nuestro caso no son Jehová y sus ángeles de la muerte, sino el resto de la población que PUEDE contagiarles.
Se trata de una población, la de riesgo, perfectamente identificada también por los servicios sociales de los ayuntamientos y comunidades autónomas porque, en buena parte, vive o sola o en residencias de ancianos (esas "casas de la muerte" en que las Comunidades Autónomas de nuestro país las han dejado convertirse). Se trata de la población que hay que proteger del resto, y la Biblia nos dice cómo: separándola . Lo cual puede hacerse, además, de modo fácil pues los signos de la edad son fácilmente identificables, de modo que es fácil detectar cuando un "viejo" se encuentra en un entorno de "jóvenes".
Políticas adecuadas, pues, serían todas aquellas que impidan a las personas mayores de 70 años (y a las mayores de 60 con problemas pulmonares previos) encontrarse con el resto, ya sea aislándolas, o bien estableciendo medidas radicales de protección caso de que haya contacto. Es decir, estas personas aunque estuviesen no contagiadas no podrían estar en ningún espacio público o privado en el que pudiesen "tropezarse" con personas de menor edad o, si lo hacen, han de estar "protegidas2 e sus potenciales contagiadores. O sea, nada de asistencia a iglesias, juntas de vecinos o asociaciones de cualquier tipo, bares y restaurantes, museos, espectáculos de todo tipo, lugares de trabajo (aquellos que lo hicieran pese a su edad), puertos, aeropuertos, vehículos de transporte colectivo. Por supuesto, habría que facilitar el que estas personas cubriesen sus necesidades cotidianas, y si bien podrían recibir asistencia domiciliaria por parte de los sistemas de protección social como ya ocurre, podrían permitírseles salir a mercados y supermercados y utilizar el transporte público siempre que usasen EPI's que les aislasen del resto en estos lugares.
Por otro lado, todas aquellas personas de menor edad incluyendo niños, que tuviesen que tener contacto con las personas de riesgo (repartidores de comida rápida o de correos o de amazon) deberían ser obligadas a hacerlo de forma adecuada de modo que no pudiesen contagiarlas. De igual medida deberían hacerlo sus familiares. Pudiera incluso establecerse para incentivar el comportamiento deseado, que quienes no cumpliesen estas medidas de protección contra los contagios (aunque fuesen los familiares) fuesen susceptibles de alguna responsabilidad legal caso de que, como consecuencia de su comportamiento. hubiese contagio (llegando incluso a la acusación de delito de homicidio imprudente, caso de que el contagio que han propiciado acabase en muerte. Y esto dicho con las oportunas reservas pues no tengo ni idea de Derecho). Podría facilitarse, por otro lado, y gracias al Imserso sabemos que eso no es problemático, que las personas mayores que viven con familiares, pudiesen irse a vivir a hoteles mientras dure la epidemia. Por supuesto, estas medidas podrían modularse en función de factores como la geografía (no veo qué ventajas epidemiológicas hay en impedir a las gentes de pueblos sin casos de coronavirus que salgan y se den una vuelta por campos o playas con lo saludable que es, y más en zonas donde el problema es el distanciamiento social es una penosa realidad impuesta por el llamado vaciamiento demográfico)
La ventaja de este "modelo judio", que para mí es más eficiente que el chino, es que su afectación de la actividad económica habría sido, si no mínima. sí perfectamente asumible, pues el resto de la población, o sea los económicamente activos hubiera seguido con su vida normal. O sea, no habría habido ninguna crisis económica. Y ello sin contar con otras ventajas: los niños habrían podido seguir jugar y relacionarse y asistiedo al colegio. Las universidades habrían seguido abiertas, así como los espacios de ocio. La vida libre, no la vida policialmente controlada, habría seguido.
Cierto. No olvido que la epidemia se difundiría con este modelo entre esta población de menores de 70 años hasta que el 60-70% estuviera contagiada. Por lo que sabemos un 75-85% de ese 60-70% serán asintomáticos o sufrirán síntomas leves. Para el resto la enfermedad será dura y hasta grave, y algunas personas de ese grupo morirían. Probablemente serían cada vez menos, conforme los tratamientos con antivirales alcancen mayor efectividad, pero muertos "jóvenes" los habría con total seguridad. No hay soluciones perfectas. Habría que elegir. Los ciudadanos tendrían que elegir...como elegímos seguir con nuestros coches auqneue haya muertos todos los años en carretera. Pero, me resulta sorprendente ya que se canta sin cesar que vivimos en un estado democrático de derecho, que una decisión tan importante para nuestra salud y nuestras libertades, como es la referida la modelo a seguir para afrontar esta pandemia no haya sido consultada a los ciudadanos y no haya visos de que vaya a ser consultada nunca.
Pero como el modelo chino se ha impuesto en los países todo el mundo, sin la menor duda presionados por los medios de comunicación o de formación de masas, todo lo anterior es tan ficción como el mismo relato bíblico. Sea tomado, sin embargo, por lo que es: un ejemplo de eso que predica siempre la Economía, que siempre hay alternativas. Que siempre hay que elegir, y que toda decisión tiene costes de oportunidad.
FERNANDO ESTEVE MORA