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                                               FERNANDO ESTEVE MORA  

 
...Pleased to meet you
Hope you guessed my name, oh yeah
But what's confusing you
Is just the nature of my game

Just as every cop is a criminal
And all the sinners saints
As heads is tails
Just call me Lucifer
'Cause I'm in need of some restraint

So if you meet me
Have some courtesy
Have some sympathy, and some taste
Use all your well-learned politesse
Or I'll lay your soul to waste ...
                             Mick Jagger & Keith Richards (Beggars Banquet, 1968)


A día de hoy, ya todos sabemos  quién es el Diablo. Si Mick Jagger y Keith Richards, "los" Rolling Stones,  se pusiesen a reescribir su Sympathy for the Devil cambiarían sin duda el tercer verso de la cuarta estrofa del tema, aquel en que al diablo le llaman por el tradicional y genérico Lucifer. Ahora le pondrían nombre y apellido: Putin, Vladimir Putin. Ese es el diablo hoy,  quien dirige las tropas infernales en nuestro tiempo, o sea, las tropas rusas.

Al menos es esa es la opinión unánime  entre la élites  y los medios de comunicación occidentales. La implicación es que si "alguien" pudiera acabar con el diablo que se ha encarnado bajo la forma de Putin, pues ...perfecto: .muerto el perro, se acabó la rabia. Como ya he señalado alguna que otra vez en este blog, en mi opinión es esta una "opinión" infantiloide, pues suscribe la muy infantil "teoría" (pues es la que suelen tener los niños chicos) de que detrás de todo, detrás de todos los acontecimientos históricos siempre hay alguien con nombre y apellidos,  uno o dos  individuos que, como si el resto del mundo fuesen marionetas,  nos mueven a todos y son los responsables de todo lo que pasa, son quienes crean, organizan y gestionan los acontecimientos generales guiados solamente por sus "prontos" , sus deseos y emociones.

No me detendré en refutar esta "Teoría" de la Historia. Sólo señalaré que cabe dudar seriamente de si la mera desaparición física de Putin alteraría lo más mínimo la política interior y exterior rusa. Por un lado,  porque él mismo y sus políticas gozan de un reconocido apoyo entre sus compatriotas, que todavía recuerdan el increíble desastre económico y vital que supuso  para el pueblo ruso la corrupta  privatización de los activos del estado soviético hacia las manos de una pandilla de oligarcas,  asociada a la transición del socialismo al capitalismo en Rusia auspiciada por las naciones occidentales, y singularmente los Estados Unidos, así como la recuperación que la economía y la autoestima rusa ha experimentado con Putin. Pero, por otro lado, parece haber ciertas constantes en el mundo ruso que sugieren que, si no fuera Putin, sería otro semejante quien dirigiría Rusia con políticas muy parecidas a las suyas.

En efecto, se dice que Rusia parece no tener arreglo, que no logra desprenderse de una historia autoritaria y opresiva hacia el interior y agresiva hacia el exterior. O sea, que la democracia, el liberalismo, el bienestar, la tolerancia y el pacifismo parecen serle ajenos a la Rusia profunda, al margen de los deseos de unas minorías ilustradas siempre derrotadas por la mayoría conservadora y autoritaria.

De acuerdo. Aceptemos que Rusia está afectada por una suerte de maldición que la condena a estar alejada política, sentimental y vitalmente de nosotros los occidentales. Pero la pregunta es entonces si es explicable o entendible esta desventurada historia de Rusia, o dicho de una manera más literaria, ¿se puede tener -algo- de simpatía por el Diablo?. Quizás algunas cifras sirvan para poner esta cuestión en contexto y ayudar a resolverla.

PAIS  POBLACIÓN  SUPERFICIE    DENSIDAD    PIB per capita    PIBpc PPP
           (millones)      (miles Km2)    (hab./Km2)        ($)                      ($)
Rusia       145,5               17.100             9                  10312              30013
EE.UU       332,2                 9.832            34                 58527              76027
UE             447                    4.237           109                36714              53201
China     1412,4                 9.600            147                10450              21364
Ucrania      41                        603              68                  4125              12944

(aunque las cifras del PIB per capita son como siempre cuestionables (he utilizado las del FMI) son útiles como referencia para las comparaciones. Las cifras del PIB per capita PPP -purchasing power parity- son aún más cuestionables, pero también ofrecen una perspectiva para unas comparaciones más certeras)
     
Pues bien, es obvio que Rusia es el país con la extensión territorial mayor del mundo, lo cual implica que es el país (potencialmente) más rico en recursos físicos y naturales. Pero, de esa riqueza territorial, le saca relativamente poco rendimiento en términos de PIB per capita. Explicar esa escasa  "rentabilidad" relativa de la economía y de la sociedad rusa sería una tarea ímproba en la que habría que tener en consideración infinidad de circunstancias históricas, culturales, climatológicas, militares y demográficas, que -además- interaccionan entre si.  Una historia -la de Rusia- violenta y desafortunada, que no la han facilitado unas condiciones climáticas extremadas y una escasísima población relativa (obsérvese su densidad de tan sólo 9 habitantes por kilómetro cuadrado, bien alejada de las densidades de países limítrofes como los EE.UU, China, la UE y Ucrania) que no favorece ni la división del trabajo ni las economías de escala. En suma, que Rusia es un país potencialmente rico (y más aún con el cambio climático) pero pobre relativamente en términos de renta per capita a causa de, además de por multitud  de otros factores culturales y organizativos,  su escasa población.

¿Es de extrañar que, correspondiente y paradójicamente, Rusia,  se vea siempre a sí misma como se suelen ver los ricos rodeados de pobres, como una nación que siempre ha de estar "a la defensiva", siempre necesitada de defender sus (potenciales) riquezas frente a la inevitable codicia de las demás naciones ricas en habitantes pero pobres en territorio . Es decir, que la combinación de su riqueza en extensión terrestre con su escasa población podría ser un factor explicativo de la habitual actitud recelosa y agresiva de Rusia respecto a sus vecinos.

La tradicional desconfianza de Rusia hacia China vendría así explicada por esa "hambre" de China por el agua y demás tierras de su vecino del Norte. De igual manera, Rusia ha sido objeto de invasiones históricas por parte del mundo occidental. Gustavo Adolfo de Suecia, Napoleón y Hitler trataron de invadir Rusia. Fueron derrotados con pérdidas enormes que los rusos recuerdan cotidianamente. Quizás, por ello, es entendible que Rusia, para compensar su debilidad demográfica haya sido siempre una nación militarista, con el efecto retardatario que tal política  implica para el crecimiento económico y el bienestar de su población (a "más cañones, menos mantequilla"). También lo anterior ayuda a comprender la necesidad estratégica de Rusia de tener un anillo de "estados colchón" ("buffer states") neutrales que la rodeen y pongan tierra de por medio entre ella y los que ella ve como enemigos deseosos de hacerse con sus riquezas.  ¿Explica esto que la integración en la OTAN de Polonia, Chequia y Eslovaquia, los países Bálticos y Ucrania haya sido  vista desde la perspectiva rusa como una "amenaza" estratégica que busca preparar el camino para repetir lo que ya Napoleón y Hitler intentaron antes?

Desde "fuera" es fácil calificar ese recelo y desconfianza rusas hacia todos los países que la rodean como  paranoia, como delirio. Ahora bien, hay un dicho que dice que lo malo de los paranoicos es que acaban teniendo razón. Ya no hay razones ideológicas, pero Rusia sigue estando rodeada por toda una alianza de países enemigos (la OTAN), club al que se le negó el acceso. Hay que recordar, además, que los EE.UU. disponen de 85 bases militares fuera de sus fronteras en tanto que Rusia sólo tiene una (en Siria) y, a propósito de paranoias,  habría que recordar la paranoia que afectó a los EE.UU cuando la Rusia de entonces (o sea, la Unión Soviética) se planteó poner una base en Cuba. Y, ciertamente, la actual crisis y guerra económica de todo Occidente contra Rusia, desde la perspectiva rusa, valida su paranoia, demuestra que el recelo frente a Occidente no son una alucinación, un delirio, justifica en suma su desconfianza respecto a un Occidente prepotente y autocomplaciente en su propia virtud cuyo objetivo declarado es aislar para luego balcanizar Rusia, desmembrarla.

Esta desconfianza y recelo existencial  de Rusia hacia los países que la rodean, probable consecuencia en último término de su debilidad demográfica, puede explicar también las tendencias autoritarias que sus formas de estado siempre han manifestado. Da igual que Rusia haya sido un imperio, un estado socialista soviético o un estado "democrático" capitalista ahora. El caso es que siempre su destino lo ha dirigido más o menos autoritariamente  una cúpula de individuos (la aristocracia zarista,  la nomenklatura del Partido Comunista, el entorno de Putin) poco propensa a asumir responsabilidades ante el pueblo ruso por sus decisiones..

Pero, si bien se mira, esto es de alguna manera "natural" por esperable en una sociedad que se ve a sí misma asediada, atacada por todos los frentes. Desde la remota Antigüedad Clásica, sabemos que lo que hoy llamamos "democracia liberal" respetuosa de los derechos de las minorías suele ser un "lujo" institucional del que las sociedades se pueden permitir disfrutar en situaciones pacíficas, pero no o no al mismo nivel cuando han de afrontar una amenaza existencial. Ha sido históricamente habitual el que  cuando una sociedad se ha enfrentado a una amenaza exterior, cuando una sociedad  ha visto en riesgo su supervivencia, casi siempre en todo tiempo y lugar, ha cambiado su estructura institucional hacia el autoritarismo (llegando incluso a aceptar el convertirse en dictaduras), tratando así de reforzarse institucionalmente frente a la amenaza exterior mediante el recurso a la unión interna, reprimiendo por tanto los debates internos y las divisiones intestinas.

Pues bien, el que nunca Rusia haya gozado de una democracia liberal de tipo occidental, el que -como sucede ahora mismo- sea una democracia iliberal , aunque mucho más democrática que la mayor parte de países asiáticos y africanos y mucho más que países como Arabia Saudita, China, Filipinas o Indonesia, países con los que Occidente no tiene el menor reparo moral en relacionarse política y económicamente, puede ser una consecuencia de esa sensación colectiva, paranoica o no, pero real a fin de cuentas de vivirse a sí misma  sempiternamente acosada por todos sus vecinos.

Y para concluir. Entender es explicar. Y quizás lo anterior sirva en alguna medida para contribuir a la explicación de la invasión rusa de Ucrania. Pero en nuestra lengua (y no sólo en ella), entender también significa muchas veces justificar.  Entender el porqué del comportamiento de Rusia, explicarlo -como se ha pretendido hacer aquí-  es una cosa. Entenderlo, en el sentido de justificarlo como un comportamiento  "justo" o moralmente aceptable es sin duda  harina de otro costal que queda fuera de las pretensiones de este blog. Y es que una cosa es tener "simpatía por el diablo" y entender "the nature of his game" , o sea, de qué va su juego, coa que tanto parece confundir hoy día a tantos, otra diferente es -sin embargo- llegar a tenerle empatía

Pero, como muy bien apuntan Jagger y Richards, esos reconocidos expertos en asuntos demoníacos (¿no son, a fin de cuentas, sus satánicas majestades?), tener cierta simpatía por el diablo, ser cortés con él, entender el porqué de su juego, es fundamental pues puede ser  la mejor política para enfrentarse o tratar con él ya que, como  él mismo sabe y es consciente de ello, reconoce que tiene "need of some restraint", o eso dicen Jager yg Richards.Y en todo caso pasa, además, que la alternativa a la cortesía y los buenos modales con él es muy mala: la de acabar con nuestras "souls to waste", con nuestras almas en un vertedero nuclear
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