FERNANDO ESTEVE MORA
¿Qué es un ejército? Sin duda, muchas cosas dependiendo del punto de viste desde que se mire el asunto. Así que ...¡acotemos! ¿Qué es un ejército desde un punto de vista económico? Pues entonces, la cosa es muy pero que muy simple. Un ejército no es sino una suerte de EMPRESA en la medida que, como cualquier otra empresa productiva convencional, es una combinación de "factores de producción": la "fuerza de trabajo"o "mano de obra", aquí diríamos "carne de cañón", o sea, soldados o trabajadores de "cuello azul", o mejor " de cuello caqui", que dirigidos por una serie de managers, ejecutivos, directivos, ejecutivos, que en un ejército se denominan "mandos" u "oficiales", "trabajan" usando una serie de otros factores de producción, aquí mejor, "de destrucción", que incluyen "bienes de capital" o "armas" y "materias primas " o "municiones" para "echar" de un territorio -destruyéndola si pueden- a otra combinación rival de ""carne de cañón", "medios de destrucción" y "materias primas" o municiones, o sea, a otra empresa/ejército.
En suma, que mirándolos como un economista, los ejércitos son EMPRESAS que "compiten" con otras por quedarse con una suerte de mercado que en su caso es un territorio. Hay que resaltar aquí que, en su normal comportamiento competitivo, TODAS las empresas normales o convencionales son -a la inversa- también ejércitos y, en esa medida, son por ello organizaciones destructivas como lo son todos los ejércitos pues cada una pretende "echar" a las otras del mercado o mejor, de lo que considera "su" mercado. O sea, que en la normal competencia económica interempresarial cada empresa pretende vencer a las otras y acabar con ellas convirtiéndose en el monopolio de un mercado. Es por esto por lo que Schumpeter tildó de destructiva a la competencia interempresarial en la que toda empresa trata de convertirse en la única empresa en un mercado, aunque a la vez, señalara que esa persecución por acabar con las demás empresas tenía sin embargo na dimensión productiva, pues para acabar con las demás, el camino habitual pasa para una empresa por hacerse más eficiente y productiva que las otras o innovar generando nuevos productos. Destrucción creativa es lo que caracteriza por lo general a la competencia económica, Y es ese aspecto creativo lo que no aparece en la competencia militar. Frente a la competencia económica, la militar es singularmente violenta o destructiva en la medida que, a diferencia de la normal competencia económica, en la que las empresas que pierden en ella sufren una desvalorización de su capital y de su mano de obra (que va al desempleo), en la competencia militar, el destrozo es incomparablemente mayor: no sólo se desvaloriza el capital físico sino que se destruye físicamente y, no sólo los empleados de las empresas que pierden en esa competencia pierden sus salarios sino que, también, desaparecen físicamente, o sea, mueren o resultan heridos en esa competencia. Adicionalmente se tiene que también la empresa/ejército que gana la competencia sufre en sus "carnes" la victoria que logra. La victoria tampoco sale gratis
Desde este punto de vista, España está claro que está en guerra con Rusia, pues en la "competencia" militar por (parte) del territorio Ucraniano, desde un punto de vista económico están compitiendo dos empresas: la rusa en que un sólo país -Rusia- pone la fuerza de trabajo, el capital, las municiones y materias primas y la financiación, y una "otra" que es multinacional en que un conglomerado de países pone los factores de producción o de destrucción. Así, Ucrania pone la mano de obra, la "carne de cañón", en tanto que los países de la OTAN -y entre ellos España-, ponen los "bienes de capital" (las armas), la tecnología, las "materias primas" o municiones, y hasta la dirección táctica y estratégica (la información e inteligencia). Dicho de otra manera, y en términos simplistas, los trabajadores y capitalistas de la empresa rusa que está "compitiendo" en Ucrania son todos rusos, en tanto que, en el otro lado, en la multinacional "empresa" rival, los trabajadores son en su mayoría ucranianos, en tanto que los capitalistas -los que ponen el resto de los factores de "producción"/destrucción- son los gobiernos de otros países. Menos mal por cierto que -de momento- en el Kremlin todavía no se tiene esta particular perspectiva de la guerra como competencia empresarial, pues si la tuviese podrían tratar de "competir" no sólo atacando a los soldados/trabajadores ucranianos sino también a los capitalistas de la empresa rival, capitalistas entre los que el gobierno de España nos ha incluido.
La pregunta, entonces, pasa a ser la de cuál de esas dos empresas rivales tiene más probabilidades de ganar en la competencia militar en la que están insertas, o lo que es en el fondo lo mismo, la de qué porcentaje de lo que está en disputa, o sea, el territorio de Ucrania, se puede "llevar" cada una, pues una solución de tipo monopólico, en el que una de las empresas se queda con todo el "mercado", o sea, con toda Ucrania no parece factible ni deseable para ninguna de ellas. Y es que no creo que ni siquiera el gobierno ucraniano, fuera de la propaganda, estime de modo realista que una victoria total sobre Rusia que se traduzca en la ocupación de Crimea y el Donbass prorruso sea una solución a largo plazo, pues caso de que así sucediese, el gobierno ucraniano tendría garantizada una situación permanente de inestabilidad política, con terrorismo y hasta guerra civil en esas zonas, como ya venía sucediendo por cierto en el Donbass desde 2014.
En consecuencia, desde una perspectiva económica, la actual guerra, la actual competencia militar en Ucrania, es económicamente hablando IDIOTA. Se están matando allí unos a otros, se están destrozando mutuamente una incontable cantidad de recursos valiosos... y ¿por qué? Pues por una franja de unos cuantos kilómetros de anchura que separa las zonas claramente prorusas de las proucranianas. O sea, un absurdo total para un economista pues vale mucho más lo que conjuntamente están destrozándose que lo que puede cada parte ganar en su particular mejor de los casos como resultado de esa competencia militar.
Cierto, los "fieles" creyentes en el Derecho Internacional, los adalides de la Ética y de la Moral "Natural", todas esas buenas gentes considerarían "cualquier" solución económica, o sea, negociada de reparto del "recurso" en disputa, o sea, el territorio de Ucrania como algo inadmisible pues, cueste lo que cueste, (y seguro que les va o nos va a costar mucho) Rusia debe perder... porque "eso" es lo correcto. Pero como dijo Abba P. Lerner, un economista, hace muchos años cualquier solución económica negociada es la resolución de un irresoluble problema político.
Y ésa, bien mirado, es la grandeza de la Economía. Que como su preocupación es no derrochar o despilfarrar valiosos recursos escasos, incluyendo entre ellos las vidas de los seres humanos, cualquier solución negociada por inmoral o ilegal o ilegítima que pueda parecer es aconsejable (o sea, es eficiente) si gracias a ella se acaba con ese ineconómico dispendio, despilfarro o derroche que es una guerra, o sea, si la cifra de muertos y heridos gracias a ella no crece. Por ello no aguanto ni a "políticos", ni a "moralistas" ni a expertos en "derecho internacional", que de salida se esconden en muy elevados Principios para oponerse a las soluciones económicas, a las soluciones negociadas, pues su real profesión es la de ser sepultureros.
A los economistas, no obstante, no nos extraña que las formas idiotas de proceder en una competencia se den en algunas muy estudiadas circunstancias. Así, por ejemplo, en caso de duopolio, o sea, de competencia entre dos empresas, no es nada extraño asistir a estupideces como lo son las "guerras de precios" en las que cada empresa rebaja sus precios, aún por debajo de sus costes medios, para "echar" a la empresa rival, es decir, que cada empresa buscando maximizar beneficios acaba por contra experimentando pérdidas. La guerra de precios puede incluso seguir en el tiempo o bien hasta que ambas empresas, exhaustas, se ven obligadas a parar y subir precios hasta restaurar sus balances, o bien, hasta que una de ellas, la que tenga menos recursos financieros para soportar las pérdidas tira la toalla, abandona la competencia.
Fue Frederick Lanchester, un meteorólogo a quien el infierno de la Primera Guerra Mundial reconvirtió en polemólogo, quien se planteó de modo formal, o sea, matemático, de qué dependía la probabilidad de victoria en una competencia militar del tipo "guerra de desgaste", como lo fue la 1ª guerra mundial, y ahora lo es la actual guerra en Ucrania. Una guerra en que dos ejércitos se enfrentan despiadadamente buscando destrozarse mutuamente de modo que acaba ganando quien acaba con el último soldado del enemigo. Su estudio incluye lo que se conocen como "Leyes de Lanchester" de la guerra, leyes que se explican en todas las academias militares del mundo y leyes que periodistas, políticos y moralistas parecen desconocer.
Una de ellas, la que se conoce como "ley de potencias" es particularmente útil en la actual sitación. La enunciaré aquí sin demostrarla pues hacerlo requiere de ciertos conocimientos matemáticos. Dice lo siguiente:
"Supongamos dos ejércitos, el R y el U, cada uno de los cuales actúa sobre el otro de modo continuo. LLamemos A la capacidad militar (soldados + armas + municiones) del ejército R y llamemos B a la capacidad militar (soldados + armas + municiones) del ejército U. R, por otro lado, tiene una eficacia militar ofensiva medida por el parámetro α, que es el número de soldados que puede incapacitar (matar o herir) por peridodo, en tanto que β es la eficacia militar del ejército U.
Supongamos que α < β ya sea porque U se está defendiendo o porque U está más motivado por la "injusta" agresión de R.
Pues bien, se demuestra matemáticamente que a pesar de eso R vence militarmente a U si A>B y si el cociente β/α es más pequeño que el cuadrado del cociente de A/B"
Pues bien, supongamos que R es Rusia y U es Ucrania. Supongamos, incluso, lo que ya es bastante suponer, que los militares ucranianos están mucho más motivados que los rusos de modo que se tiene que la productividad de cada soldado ucraniano es mayor que la de un soldado ruso, o sea, se tiene que α < β, pero lo que tampoco nadie duda es que Rusia tiene más soldados, más armas y más municiones que Ucrania, o sea, que A/B > 1 y que, lo más seguro es que el cociente de "productividades" militares α / β aun siendo mayor que la unidad es más pequeño que el cuadrado de A/B. O sea que, con arreglo a la Ley de Potencias de Frederick Lanchester, tarde o temprano, Rusia -matemáticamente- acabará ganando la guerra, a menos que suceda lo impensable cual sería que la OTAN mandase a Ucrania a las suficientes tropas, en cuyo caso la guerra dejaría de ser una guerra de desgaste para pasar a mayores: a ser una guerra nuclear.
Pongamos un ejemplo. Supongamos -es un suponer increíble- que la "productividad" del ejército ucraniano es el cuádruple que la del ruso (o sea, que α /β = 4), pues bien aún así, pese a esa increíble suposición, Rusia seguiría teniendo todas las de ganar en esta guerra en estricta aplicación de la Ley de Potencias de Lanchester si la cantidad de sus "stocks" militares es algo más del doble que la de Ucrania, lo cual por cierto es totalmente cierto dada las diferencias a su favor en población, industria, armamento y demás recursos de uso militar.
Pues bien, aceptemos "lo pensable", es decir, que a la guerra de Ucrania se le puede aplicar esa Ley de Lanchester y su correspondiente resultado. Y, entonces, ¿no sería menos idiota acabarla ya sabiendo cuál va a ser su oneroso resultado final dando a Rusia buena parte de lo que de todos modos se va a acabar quedando si se deja que la guerra siga su curso "natural"? Los que, caso de que la guerra continue, van a morir en ambos bandos, creo que agradecerían una solución negociada. Eso sería lo económicamente sensato, aunque los periodistas, los moralistas, los políticos y demás "sepultureros" no lo considerasen "justo" o "bueno" o "presentable a la opinión público. Pero habría que olvidarse de ellos aunque sólo fuese por la sencilla razón de que "ellos" siempre salen bien librados de estos asuntos.